Urbanismo
El Fortí de la Reina de Tarragona volverá a ser un restaurante tras desmontarse por orden judicial
La propiedad del monumento negocia con el Ajuntament la reapertura del negocio, que reforzaría la zona tras la desaparición del mamotreto y la futura renaturalización del entorno

El Fortí de la Reina estuvo abierto entre 1993 y 2008
El Fortí de la Reina volverá a albergar un restaurante en su interior. Según confirman al Diari fuentes municipales, el dueño del monumento Bé Cultural d’Interès Nacional (BCIN) ya está en conversaciones con el Ajuntament de Tarragona para que la fortificación del siglo XVIII vuelva a contar con un negocio hostelero, reeditando la experiencia que ya tuvo entre los años 1993 y 2008, cuando la justicia obligó a desmontarlo al no haberse otorgado correctamente la licencia.
Pese a que la familia Catà todavía no ha solicitado permiso formal, sí que se han producido varias conversaciones con los técnicos de Territori para abordar cómo se debería volver a habilitar un establecimiento en el recinto, que en el pasado contó con una superficie de 3.000 metros cuadrados entre las dos plantas que tenía.
«Se está ultimando una cuestión urbanística en la parte posterior, que es zona verde, para el paso de mercancías», se indica desde el gobierno municipal, que valora «positivamente» la recuperación de un restaurante que, en la década de los noventa y principios de los 2000, «fue un símbolo de una época dorada para la ciudad».

Imagen de la entrada al antiguo restaurante del Fortí de la Reina
Las fuentes consultadas recalcan que, legalmente, el espacio protegido «sí puede contar con actividad económica en su interior», por lo que se considera que la tramitación urbanística no dependería de la nueva aprobación del Pla d’Ordenació Urbanística Municipal (POUM), que fue anulado por el Tribunal Supremo en otoño del 2020.
Un laberinto judicial
El del Fortí de la Reina fue hace años una de las cuestiones judiciales con más polémica de la ciudad, después de que prácticamente desde su apertura el negocio estuviera con la espada de Damocles de su posible cierre.
En 1989, el gobierno liderado todavía por Josep Maria Recasens (PSC) otorgó la licencia de obras, que en 1990 fue recurrida por la procuradora Rosa Elias, al considerar que, según las normas urbanísticas, el conjunto patrimonial de la Punta del Miracle no podía contar con un restaurante. Tiempo después se conoció también que el negocio nunca tuvo licencia de actividad.
La primera sentencia sobre el caso llegó en 1992, un año antes de que el restaurante empezara a funcionar. Fue el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC) el organismo que dio un primer mazazo al proyecto, al avalar la demanda. En ese momento empezó el laberinto judicial, ya que el alcalde Joan Miquel Nadal (CiU) presentó entonces un primer recurso de casación, al mismo tiempo que inició la tramitación de una modificación del plan urbanístico para legalizar la licencia.
Pese a ello, en marzo de 1995 el Tribunal Supremo confirmó la sentencia del TSJC de 1992, un hecho que llevó al ayuntamiento a pedir al máximo organismo judicial de Catalunya la «inejecución de la sentencia», al considerar que ya se adaptaba al Plan General vigente en ese momento.

El restaurante se desmontó en 2009.
Un año después, el TSJC desestimó la petición municipal, y el consistorio acudió al Supremo, que en 1998 volvió a dar la espalda al ayuntamiento. En ese momento, la empresa Fortí de la Reina también presentó recurso, que fue rechazado en 2001. Ya en 2004, como última opción, el consistorio acudió al Tribunal Constitucional, que dio el ‘no’ en 2006.
Ya en 2007, el TSJC ordenó el derribo, el consistorio presentó un último recurso de súplica, que también fue denegado. En otoño del 2008 cerró el restaurante y en diciembre del mismo año se inició un derribo que acabó en la primavera del 2009, por lo que el recinto lleva 16 años vacío, con pintadas y en un evidente estado de dejadez.
La punta de lanza
La reapertura del restaurante se perfila como la punta de lanza de una zona que está experimentando un cambio en profundidad. Sin lugar a dudas, la gran obra es la desaparición del mamotreto de la plataforma del Miracle, cuya demolición finalizó este verano. El derribo fue rápido y en poco más de un mes casi desapareció la estructura de 12.000 toneladas de hormigón armado. De hecho, ahora ya está abierta la circulación de vehículos en dirección Port, mientras que el entorno cuenta con una gran explanada de tierra.
Esto se debe porque pese a que ya ha terminado la primera fase, ahora tocará agilizar la segunda, que es la de la renaturalización del entorno, que forma parte de las acciones dentro del programa de los Next Generation, con una ayuda europea de 4,2 millones para recuperar también el cauce del Francolí, que también está ejecutándose. La segunda fase de las obras, ya sin la plataforma, consistirá en reforzar la vegetación del talud junto a la vía del tren, que quedaba escondido detrás del mamotreto.

El carril bici unirá el Port con La Móra
Carril bici y Fortí de Sant Jordi
A la desaparición del mamotreto y la recuperación del Fortí de la Reina cabe sumar también otras tres importantes acciones: la reapertura del Fortí de Sant Jordi, que ya ha albergado varios actos culturales con un aforo de cien personas, así como la nueva vida que tendrá el restaurante Mas Rosselló y la habilitación del carril bici, que enlaza el Port con la playa de l’Arrabassada por el Miracle, y que en los próximos meses tendrá continuidad hasta La Móra.
Actividad económica y cultural en un entorno renovado y sin plataforma de hormigón. Un cambio en toda regla que se suma a las obras que se están realizando en el entorno del Port Esportiu y de la Autoritat Portuària para construir el Parc del Port y hacer realidad que la Punta del Miracle entre en el siglo XXI con una vieja aspiración del XX: una Façana Marítima que permita que la ciudad se oriente definitivamente al mar.