El arzobispo Planellas ordena tres nuevos sacerdotes

La Catedral de Tarragona acogió durante la tarde de ayer la ordenación presbiteral de tres nuevos sacerdotes de la diócesis tarraconense. El solemne acto fue presidido por el arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, y los protagonistas fueron Mn. Andreu Figueras Paz, Mn. Albert Font Aldaz y Mn. Damià Tarragó Garcia.

Los tres sacerdotes han estado años formándose para la ocasión. Se han preparado durante cinco años en el Seminari Major Interdiocesà de Catalunya en Barcelona y han estudiado en la facultad de teología. Para ellos, y en general para la iglesia tarraconense, el día de ayer fue muy especial.

Uno es hijo de Riudoms, el otro de Sarral y el último, de un pueblo de la Catalunya Central. Ayer, familiares y amigos se reunieron en la Catedral para vivir juntos ese momento tan esperado. A partir de ahora, uno de ellos será rector de Gratallops y vicario de Falset. El otro estará de vicario en Alcover y el tercero, de rector en algunos pueblos de la Conca de Barberà y vicario de Montblanc.

Para la diócesis, lo de ayer es muy importante ya que es evidente la falta de sacerdotes que hay. «Fallecen más de los que ordenamos», explica el rector del Seminari de Tarragona, Mn. Armand Puig, quien añade que «un acto como este es una muestra de la vitalidad de esta diócesis».

Los tres sacerdotes son personas que, cuando tuvieron la edad de entrar en el seminario –18 o 19 años– no lo hicieron. Tenían otro trabajo. «Ya se sabe. La llamada de Dios puede llegar en cualquier momento. Esto nos da esperanza», dice el rector. Los tres protagonistas llevaban tres días juntos, compartiendo momentos y haciendo un receso en Vallbona de les Monges. «Han tenido tiempo para prepararse interiormente para el gran día», añade Mn. Armand Puig.

El acto de ayer fue solemne, con una Catedral llena de amigos y familiares. También acudieron al evento cerca de 150 sacerdotes. Para el arzobispo Planellas, el de ayer también fue un día destacado. Ya antes había ordenado otro presbítero, pero en esta ocasión eran tres y de golpe. «Un acto así hace plantearse muchas cosas. En un mundo tan aparentemente ausente de religión, que pase esto explica que Dios no se ha ido nunca», comenta el rector, quien añade que «los tres nuevos sacerdotes tienen un compromiso de por vida».