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    Los niños tienen el primer contacto con la pornografía en internet a los ocho años

    Estudios, psicólogas y expertas en educación sexual alertan del problema que supone para sus futuras relaciones que los adolescentes descubran la sexualidad a través del porno

    20 octubre 2022 19:36 | Actualizado a 21 octubre 2022 07:00
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    Son muchos los estudios que en los últimos años han analizado el impacto del consumo de pornografía por parte de niños y adolescentes. Un informe de Save The Children de 2020 sostiene que «la mayoría de adolescentes ha visto alguna vez pornografía, ya sea de forma accidental o buscada. Además, vemos cómo la edad del primer contacto con este material es muy temprana, los 12 años de media, aunque el 8,8% de quienes han participado en este estudio ya lo había visto antes de los 10 años». No obstante, los expertos aseguran que durante el confinamiento por la covid-19 las pantallas y el internet tomaron un mayor protagonismo entre los jóvenes, uno de los motivos que responde al hecho de que una reciente investigación realizada por la Red Jóvenes e Inclusión y la Universitat de les Illes Balears (UIB), sitúe ya a los ocho años la primera experiencia con este tipo de contenidos.

    Sobre esto, Enriqueta López, psicóloga clínica de Tarragona, explica que la adolescencia es una época en la que se tiene mucha curiosidad y se quiere descubrir el ámbito de la sexualidad, y piensa que «los jóvenes acceden a la porno, más que por el hecho morboso, para conocer y coger herramientas, pero es una mala fuente de información, porque en ella se muestran malas prácticas y es un modelo de sexualidad que nada tiene que ver con la sexualidad en pareja». Asimismo, y partiendo de la base que «consumir porno no es bueno para nadie», López señala que puede tener peores consecuencias en los adolescentes que en los adultos, «puesto que la gente madura puede ser capaz de diferenciar lo que está bien y lo que está mal, así como lo que se acerca a la realidad y lo que no, mientras que «en los jóvenes puede ser muy dañino, tanto a nivel madurativo como en el comportamiento en las relaciones que tengan en un futuro.

    Sobre esta cuestión habla también Lara Castro-Grañén, psicóloga-sexóloga del Col·legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya (COPC) y directora de Placer ConSentido, además de autora del libro ‘SexFaqs’ sobre educación sexual que está a punto de publicar. Comenta que la pornografía afecta a los adolescentes en el sentido que «las imágenes que ven formarán parte de su construcción de la sexualidad, con los estereotipos de género y los mitos sexuales que esto conlleva. Si no pueden contextualizarlo porque no disponen de una buena base de educación sexual y una autoestima fuerte, todas estas escenas pueden generarles mucho malestar cuando ellos y ellas tengan sus primeras relaciones sexuales y crean que aquello era el modelo a seguir».

    Los chicos consumen porno para satisfacerse y las chicas para aprender qué se espera de ellas

    Paralelamente, Castro-Grañén sostiene que el consumo de pornografía no afecta por igual a los niños que a las niñas pues, de cara a las futuras relaciones sexuales, «a ellos les puede crear ansiedad de desempeño y desarrollar ciertas problemáticas como la disfunción eréctil o la eyaculación prematura, mientras que a ellas, la visión de su cuerpo como un objeto de deseo para los hombres (en relaciones heterosexuales) y, por tanto, desconectarse de sí mismas viviendo una sexualidad ajena a su ser. Lo que favorece, por ejemplo, la dificultad por experimentar el orgasmo o el dolor durante la penetración».

    La psicóloga-sexóloga considera que la pandemia y el aislamiento durante el confinamiento provocaron un mayor consumo de pornografía entre los jóvenes y avanzaron la edad del primer contacto con este tipo de contenido: «El mundo online acaparó toda la atención y cuando los contenidos pornográficos están a un clic, los adolescentes con falta de educación sexual no están preparados para filtrar todo este bombardeo». Una educación sexual que Castro-Grañén considera clave durante la infancia. «Es muy importante que profesionales de la psicología y la sexología impartan educación sexual en los colegios e institutos. Una asignatura en la que se hable de sexualidad, valores, autoconocimiento, emociones, relaciones, etc., y donde también esté implicado el profesorado y las familias. Esto nos daría mucho bienestar como sociedad», concluye la experta del COPC.

    Aprender a relacionarnos

    «La educación sexual es fundamental y sus objetivos son aprender a conocerse, a aceptarse, a relacionarse y a disfrutar de la erótica de la mejor forma posible». Así de clara es Vanessa Rodríguez, psicóloga experta en educación sexual que imparte talleres para niños, adolescentes y sus familias, profesora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y vicepresidenta de la Sociedade Galega de Sexoloxia (Sogasex).

    En este sentido, Rodríguez señala que la sexualidad «no es una asignatura en sí misma, y cuando se imparten talleres suelen ser propuestas que salen de las AMPA y se trata de formaciones puntuales, de temas específicos y que a menudo las imparten personas que no son expertas, pues hay que recordar que la sexología es una ciencia». Asimismo, lamenta que «cuando se realizan en institutos están enfocados al riesgo y el peligro de las relaciones sexuales, cuando habría que hablar a los adolescentes del placer y del cuidado del cuerpo propio y ajeno».

    Otra de las conclusiones que pone sobre la mesa el estudio de la UIB es que unos 30.000 jóvenes en España están en tratamiento por su consumo habitual. Sobre esto, Núria Cónsola, psicóloga especializada en adicciones y directora del Centre Benavet de Sant Pere i Sant Pau (Tarragona), explica que «nosotros no tratamos a adolescentes, pero muchas de las personas que nos llegan por otras adicciones tienen una conducta sexual distorsionada y problemas para relacionarse».

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