25 voces representativas del Camp de Tarragona y las Terres de l’Ebre reflexionan sobre las lecciones positivas que puede dejar la pandemia y lanzan un mensaje de aliento para el futuro.
La lista es más larga de lo que pudiera parecer en un primer momento y va desde haber cuidado más las relaciones cercanas a la respuesta ciudadana en términos de beneficencia, para ayudar al que lo está pasando mal, tanto económica como anímicamente.
A veces no se trata de aspirar a grandes gestas, sino de valorar esas pequeñas cosas como tomar el vermut con los amigos o abrazar a un familiar. Con la vacuna en un horizonte aún incierto pero más o menos cercano, estas voces tarraconenses apuestan también por dar un mensaje de ánimo y de esperanza, y por aguantar durante unos meses más hasta recuperar la vida normal que nos arrebató el virus.
«En marzo, como siempre, fui a dar clase de danza al Joan Rebull de Reus y, al llegar nos dijeron que, al día siguiente, nos quedábamos sin trabajo. Fue chocante. Además de dar clases, tengo una empresa de espectáculos y ya teníamos actuaciones contratadas. Faltaban dos semanas para dar de alta a mis trabajadores y tuvimos que buscar soluciones. Cuando asumí y acepté que no tenía trabajo, empecé a meditar qué podía hacer con todo ese tiempo y decidí reconvertir la situación: pedí la ayuda de autónomos y me la concedieron, así que económicamente me adapté. Durante el confinamiento, creé un canal de YouTube de danza para toda la familia (MoniDance), estudié programación neurolingüística y empecé un máster online de danza terapia. He podido volver a conectar conmigo, hice un trabajo de introspección. También he podido crear mi propia marca personal ‘Mònica Rincón’ (@monik_rima) como ‘Entrenadora de Interiores’. He desarrollado una metodología propia a través del movimiento y el crecimiento personal, una danza terapéutica: la ‘DansaFlow’».
«Me he mantenido positiva, he sabido ver todo esto como una oportunidad, aunque las restricciones y el cierre de los centros me entristecen. He perdido alumnos y aún nos estamos adaptando a dar clases de danza virtuales. Todo lo vivido nos da un mensaje: hay que adaptarse y reinventarse».