Tarragona se suma a la moda de no comer alimentos de origen animal

Con Barcelona declarada 'veg friendly' ante el recelo de ganaderos, una comunidad difunde el mensaje vegano en Tarragona. El producto vegetal prolifera en restaurantes y tiendas

19 mayo 2017 19:30 | Actualizado a 21 mayo 2017 17:12
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Rosa Martín de Lucía (45 años) vivió así su momento de revelación para hacerse vegana: «Fui a comprar codornices a Mercadona y en la cola me acordé del loro que tengo en casa y pensé: qué malo es el ser humano». Ese click vital, sucedido hace un par de años, le sirvió para dejar, no sólo de comer carne, sino de consumir todo aquello obtenido mediante el maltrato animal. «A veces hago la pregunta. ¿Te comerías ese mismo animal si lo vieras vivo? Me avergüenzo de no haberlo hecho antes, de haber estado engañada durante tanto tiempo», explica.

Ella forma parte de la comunidad de vegetarianos y veganos de Tarragona, un colectivo que suma adeptos mientras se toma muy en serio la militancia: salen a la calle, reparten folletos e intentan convencer de su opción. El principal acercamiento al modus vivendi vegano no responde a la búsqueda de un hábito saludable, sino que va más allá. «Esto es el respeto hacia las especies, el especismo. Es una evolución, llegar a la lógica de la igualdad entre especies», explica Jordi Cano (43 años), otro vegano tarraconense convencido.

Ni zoos ni cosméticos

Cano desbroza etiquetas: «Dentro del mundo vegetariano, está el ovovegetariano, que come huevos, y el ovolactovegetariano, que también incluye en su dieta lácteos como la leche y sus derivados. El vegetariano estricto no come nada de eso, sólo vegetales, pero es una cuestión de comida».

En cambio, el vegano ha hecho conciencia: no asiste a los zoos, no usa productos de cosmética testados con animales y ni siquiera se sube a un carruaje, por ejemplo, que pueda estar tirado por caballos. Es una cuestión de estar contra el maltrato animal. El vegano no come nada que lleve aditivos obtenidos a partir de animales, como algunos colorantes naturales usados en yogures. Tampoco portan ropas cuya elaboración haya comportado la muerte de un animal (como sería en el caso de las plumas). Se trata, pues, de un perfil integral de vegano ético, una filosofía contra cualquier producto de origen animal.

El convencimiento vegano se fundamenta en la búsqueda de información, en los datos y en el efecto de algunos contenidos que, en buena parte, se difunden viralmente. En la red proliferan los documentales que sensibilizan contar la explotación animal. ‘Earthlings’ es uno de los que más ha arrasado, y fundamental en la conversión para muchos. «Por encima de todo, los veganos estamos muy informados. Nosotros no le decimos al que come carne de ser un asesino. No tenemos ese discurso, sino que decimos que le están engañando, que es una víctima», explica Cano. Y entregan una lluvia de datos que buscan la contundencia y que también tienen que ver con el ecologismo: «El 51% de los gases de efecto invernadero están provocados por la industria ganadera» o «contamina más un carnívoro en bicicleta que un vegano en 4x4». 

Barcelona, pionera

La cuestión vegana ha dejado el ámbito privado para saltar a la palestra de la plaza pública. Barcelona acaba de convertirse en la primera ciudad del mundo ‘veg friendly’, esto es, ‘amiga de la cultura vegana y vegetariana’. Es la primera que ha aprobado una moción que recoge esa filosofía de apoyo a la alimentación sin productos de origen animal.

Los ganadores y las industrias cárnicas se mostraron indignados por esa declaración. Por su parte, la Conselleria d’Agricultura ha salido al paso defendiendo el consumo de carne en el marco de la dieta mediterránea. El sector ha pedido una defensa clara de la producción de reses. En ese ambiente, cada vez son más las propuestas veganas que se pueden hallar en la gastronomía, ya sea como una opción más a elegir o como, directamente, establecimientos con comida exclusivamente vegana. 

Quesos y leches vegetales

En Tarragona, el único restaurante con esa oferta es El Vergel, en el número 13 de la calle Major, una iniciativa pionera nacida a finales de 2014 de la mano de Álvaro Soto y Ángel Martín. «El balance hasta ahora es muy positivo. No nos podíamos imaginar que tendríamos esta respuesta. Cada vez viene más gente interesada. No sólo acuden veganos, sino personas de todos los perfiles. Hemos conseguido fidelizar mucho», explica Álvaro Soto desde un establecimiento cuidado al detalle: libros sobre veganismo, un jardín vertical de siete metros y un menú variadísimo que va de los quesos vegetales a los aceites ecológicos, pasando por zumos caseros, leches vegetales de arroz, soja o avena e incluso una selección de 42 tipos de té procedentes de agricultura ecológica. Incluso hay chucherías veganas para perros. «La primera pregunta que nos hacen es: ¿qué coméis? Pues de todo, porque de cualquier comida encuentras un sustitutivo vegano, desde chorizo a hamburguesas», explica Miguel Vicente Martínez (28 años), otro vegano convencido, que añade: «Somos omnívoros porque tenemos la capacidad de comer carne, pero eso no quiere decir que tengas que hacerlo. Nosotros no nos quedamos en lo legal, sino que vamos más allá, es una cuestión ética». 

Un ‘hot dog’ vegano

En la calle August hay otro ejemplo: detrás de un nombre tan carnívoro como HotDog & Burguer Experience se esconden opciones veganas. Uno puede hacerse con una hamburguesa 100% vegetal o degustar un perrito caliente con salchicha seitán. «A medida que haya más seguidores, puede haber iniciativas empresariales que tengan que ver con el veganismo y que se implanten», anuncia Soto. «Al final te vas dando cuenta de que comer carne es una cosa cultural. La carne no ha nacido en un árbol, sino que viene de un animal que ha sido explotado. ¿Por qué aquí no comemos gato y sí vaca? Hay gente que nos dice que a su edad ya no va a cambiar. Mi madre, con 69 años, se ha hecho vegana. Todo el mundo puede hacerlo. Mi padre era cazador y tengo la imagen de llegar él a casa con un montón de animales cazados. A pesar de todo eso, hemos cambiado y nos hemos hecho veganos», dice Rosa.

Las tesis del veganismo proclaman sus beneficios también en el medio ambiente y el clima. Sostienen que la industria ganadera y su producción de carne, leche y huevos es el principal causante del calentamiento global y, por lo tanto, del cambio climático, por delante del tráfico motorizado y de toda la industria. Un estudio de la Universidad de Oxford remarca el potencial de un cambio de dieta desde la perspectiva de la salud, el medio ambiente e incluso la economía.

Sectores del veganismo explican que, incluso, la opción vegetal sería una manera de plantarle cara al hambre en el mundo, ya que cebar a los animales explotados requiere cantidades gigantescas de cereales y soja, que a los niños desnutridos les faltan. Sin embargo, hay voces discordantes respecto a lo que supondría reducir o eliminar el consumo de carne. Según la FAO, en el mundo hay 1.300 millones de personas que viven de la ganadería, de los que 1.000 millones son pobres. La misma producción de carne y la industria cárnica constituyen aportaciones importantes para el PIB tanto en Catalunya como en España.

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