La demora del tercer carril genera dudas sobre el compromiso de Madrid

Cuando la obra debería encarar su recta final, los trabajos aún se encuentran en una fase preliminar. La ausencia de información y de un calendario crea incertidumbre en el territorio

19 mayo 2017 22:55 | Actualizado a 22 mayo 2017 18:07
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Cuando en julio de 2012 la titular de Fomento, Ana Pastor, visitó el complejo petroquímico Repsol en Tarragona aseguró que la instalación del tercer carril era una prioridad y que las obras empezarían en 2013. En pleno debate sobre la necesidad del ancho internacional, la titular de infraestructuras se comprometió a conectar el Port de Tarragona con Europa a finales de 2015-principios de 2016.

Si bien inicialmente se cumplió con el calendario para la redacción de proyectos y las adjudicaciones, hace más de un año que el proyecto languidece en el sueño de los justos. Incluso hay contratos que han caducado sin que se haya movido ficha.

El hermetismo desde la administración central es absoluto. No hay una justificación para la demora ni un calendario encima de la mesa. De hecho, el Ministerio de Fomento no ha respondido a la petición de información de este rotativo. Y más allá de generar dudas sobre el auténtico compromiso del Gobierno, el tejido empresarial y económico –que es quien ha pujado por el proyecto desde el principio– se siente ninguneado por la administración en esta carrera para ganar competitividad. «Es preocupante y decepcionante la ausencia de noticias y de un calendario fiable. Podemos entender que han surgido problemas técnicos que han supuesto una demora. Pero lo que no podemos entender es esta falta de información», lamenta Josep Andreu, presidente de la Autoritat Portuària de Tarragona.

Unas exigencias mínimas

Madrid no informa y esto ha generado cierto «conformismo» en el territorio. Así lo denuncia el presidente de la Cambra de Comerç de Reus, Isaac Sanromà. «A lo mejor ha llegado el momento de recuperar cierto espíritu reivindicativo y de ir todos a una», describe Sanromà. El presidente de la corporación reusense hace autocrítica: «No sé lo que pensará Fomento cuando primero Tarragona viaja a Madrid y después van los de Reus o Vila-seca. No puede ser. Deberíamos aprender algo de nuestros amigos de Girona. Establecer un mínimo común denominador y defenderlo de una forma más contundente».

Pese a las diferentes citas electorales previstas para este año, el tercer carril ha caído de la agenda política. Ni siquiera cuando Bergé Marítima quedó descartada para un posible contrato con el grupo Daimler, para distribuir 200.000 vehículos desde el Port de Tarragona, hubo reacciones políticas más allá de ERC. Y, aunque la decisión no está tomada, y serán determinantes muchos otros elementos, Tarragona fue descartada desde el inicio por el déficit en sus conexiones. «La demora que estamos sufriendo es difícilmente explicable cuando pasan situaciones como esta», denuncia la directora general de la AEQT, Teresa Pallarès.

Ésta ha sido la primera ocasión en la que se ha perdido una posible inversión por ser menos competitivos. Aunque el sector químico apunta que si no se avanza habrá nuevos episodios. «Estamos perdiendo oportunidades de negocio importantes. Cuando vamos a Europa, para presentar el clúster de la química, les decimos que esto va a hacerse, pero la verdad es que estamos dejados de la mano de Dios», añade Pallarès.

La Química añade que el sector privado está haciendo los deberes, y recuerda que hay empresas que han invertido dinero a la espera de esta conexión internacional. Es el caso de Basf, que ya ha constituido la joint venture con otras cinco compañías para impulsar una terminal de mercancías en sus terrenos. «Es dinero que estas empresas ya han gastado», dice la directora general de la patronal química.

La multinacional alemana ya había dicho que no empezaría los trabajos hasta que viera que realmente el tercer carril sigue adelante. Tiene todos los permisos a punto y espera que empiecen a sustituirse las traviesas para iniciar los trabajos. «Ya no hay excusas que nos valgan», añade Pallarès.

Confiando en que esta conexión sea una realidad, una delegación de empresarios del sector logístico de Flandes visitó la semana pasada el Baix Penedès. Para estas empresas, que están interesadas en la posibilidad de establecerse en el Mediterráneo, esta conexión puede ser determinante. «Nosotros estamos haciendo nuestros deberes. Es la primera vez que un grupo de empresarios visita España, en una misión inversa. Estamos sembrando pero los hechos deben ayudarnos», describe el presidente de la Cambra de Comerç de Tarragona, Andreu Suriol.

¿Realmente habrá tercer carril?

Esta situación ha generado incertidumbre sobre si finalmente este proyecto seguirá adelante. «No estamos hablando de una intervención que afecte únicamente a Tarragona. Tiene una influencia sobre todo el arco mediterráneo», describe Josep Andreu.

Para el sector de los campings, esta eternización representa una oportunidad para reconsiderar el tercer carril como opción provisional. Estos apuestan por avanzar con el proyecto definitivo, que no comprometa la línea de costa en los próximos 15 años.

«Se nos pasará el plazo de lo que estaba establecido como provisional y aún estaremos sin el proyecto en marcha», lamenta el portavoz de la Associació de Càmpings Costa Daurada, Joan Anton. Éste lamenta que durante estos tres años de espera para que empiecen las obras del tercer carril «no se ha movido ficha» en la solución definitiva.

Máximo cinco años

Por ello, considera que es importante que todos los agentes del territorio trabajen de forma conjunta para definir una planificación territorial más allá del ferrocarril. «Si un día no se hace el tercer carril yo no estaré satisfecho. No tenemos ganas de resultar vencedores, pero las cosas hay que hacerlas bien hechas», dice Joan Anton.

Para el Port, la única posibilidad de reconsiderar el proyecto es que el replanteamiento no afecte a los tiempos. «La Reus-Roda sigue siendo tan compleja ahora como hace cuatro años. ¿Podemos esperar veinte años? No, pero si hay el compromiso firmado que en cuatro o cinco años habrá una solución, a mí me da igual la que sea», concluye Andreu.

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