La estadounidense Space X logra aterrizar su cohete Falcon 9

Es un suceso inédito motivado por el intento de bajar costes transformando los cohetes en naves reutilizables

19 mayo 2017 20:47 | Actualizado a 24 diciembre 2019 22:40
Se lee en 1 minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
0
Comparte en:

Hace dos décadas se consideraba imposible; hace diez años, inviable. Pero ayer de madrugada, el cohete de fabricación privada Falcon 9, de la empresa Space X, hizo historia tras probar definitivamente que se puede mandar una nave al espacio y recuperar la primera etapa en el lugar de despegue para después reutilizarlo. Como la fabricación de la estructura y los motores es lo más caro de un lanzamiento, este hito abre la puerta a una importantísima reducción de precio en los viajes más allá de la Tierra.

Hasta ahora, lanzar una nave al espacio era el equivalente de fabricar un coche para un único viaje y tirarlo nada más llegar. Ahora, habiendo demostrado que se puede recuperar la primera etapa -la más costosa- y reutilizarla -basta con llenarla de combustible, relativamente barato, otra vez-, el coste de salir de la atmósfera puede caer en picado. Se calcula que, en la actualidad, hace falta invertir unos 20.000 euros por cada kilo de carga útil que se lleva al espacio. El objetivo de Space X es reducirlo hasta una décima parte en pocos años.

Lograr recuperar la primera etapa del lanzador era especialmente difícil porque llegar al espacio no es tanto una cuestión de subir muy alto sino de conseguir una velocidad tremenda en horizontal. Una nave en órbita puede estar a apenas 300 kilómetros de altura, pero necesita viajar a unos 27.000 kilómetros por hora.

La primera etapa del Falcon 9, un enorme cilindro con nueve motores capaces de generar tanta energía como todas las centrales de un país como Holanda juntas, es la responsable de buena parte de esta aceleración, que lucha tanto contra la gravedad como contra la atmósfera.

Por una cuestión de optimización, una segunda etapa más pequeña, ligera y eficiente en ausencia de aire se separa del cohete principal a unos 100 kilómetros de altura -el límite del espacio- y se encarga del empujón final y de soltar la carga útil en la órbita deseada. Ayer, colocaron once satélites sin mayores complicaciones. La separación de la segunda etapa ocurrió ayer a esos 100 kilómetros de altitud, y a unos 5.000 kilómetros por hora de velocidad. En ese momento, el cohete principal se dio la vuelta, apuntó en dirección contraria y aceleró.

Primero para detenerse y después para emprender el camino hacia la Zona de Despegue 1 (LZ1) en Cabo Cañaveral (EE UU), donde aterrizó con éxito pocos minutos después. Este era el tercer intento oficial, tras dos fracasos por la mínima.

Comentarios
Multimedia Diari