'Nos hemos quedado de piedra. Esto es muy gordo' dicen los vecinos de Tortosa

Los vecinos del piso, conmocionados tras saber a qué se dedicaba 'el francés', que a veces iba acompañado de un chico al que presentó como su hijo

19 mayo 2017 18:29 | Actualizado a 21 mayo 2017 16:49
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La noticia ha sacudido la comunidad de vecinos del bloque de pisos de la avenida Barcelona número 20, en el barrio de Sant Llàtzer de Tortosa, que jamás hubiera relacionado la actividad del vecino detenido con una red de pornografía infantil.

Sin embargo, una de las vecinas del tercer piso, de 71 años y que ha vivido 36 en el edificio, explica al Diari que entre los vecinos se comentaba «que algo pasaba» en aquel piso del cuarto.

«Estoy estremecida, esto es muy gordo, estamos hablando de que este material desde aquí se llevaba luego por todo el mundo», valora. «¿Quién podía pensar en semejante cosa? Cuando nos hemos enterado, nos hemos quedado de piedra. No es nada agradable. Todos somos vecinos de toda la vida».

La vecina explica que el piso del cuarto ha tenido múltiples inquilinos desde que ella recuerda. «Ni me enteré de las detenciones del año pasado, me lo dijo una vecina de al lado que vio los furgones de los Mossos y, por supuesto, no lo relacioné cuando vi el martes la noticia por la televisión… Siempre piensas que estas cosas suceden en Barcelona, en ciudades más grandes… No en un sitio como Tortosa», comenta.

La mujer apunta que coincidió con Jean-Luc en diversas ocasiones, en la azotea, cuando ambos tendían la ropa, y en la escalera.

«Algunas veces me decía hola o adiós y ya está; otras, en la calle, ya no saludaba. Era más o menos normal, supongo… Era así rubio, como de 50 años, hablaba en castellano y con acento francés».

La vecina apunta que a veces se le veía acompañado de un chico como de unos 16 ó 17 años, de tez morena, a quien Jean-Luc identificaba como su hijo. «Y un vecino nos dijo que era informático».

Ruido y voces

Otro vecino, del piso justo debajo del de Jean-Luc, es un hombre de 72 años que también ha vivido en el edificio desde hace más de 30 años. Explica que una vez dos chicas jóvenes le llamaron a la puerta. «Parecían extranjeras y, al verme, enseguida dijeron que se habían equivocado y subieron al piso de arriba».

Este vecino explica que en varias ocasiones oía bastante ruido, música y voces, por la noche, pero que no quiso quejarse porque tampoco iba a más. «Era como alguna fiesta», apunta.

Respecto al detenido, detalla que también se lo encontraba algunos mediodías, de vez en cuando, en la escalera. «Saludaba, nos decíamos hola y adiós y ya está, no llegué a hablarle más».

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