Hay niños que se lo pasan en grande y adultos que a mitad de recorrido están tan asustados que prefieren salirse de la fila y si te he visto no me acuerdo. A oscuras, las callejuelas de la Part Alta de Tarragona dan cierto canguelo si a tu lado va un tipo con un farolillo hablando de fantasmas y crímenes. Que si en la Casa Castellarnau hay espíritus, que si los antiguos vecinos del núcleo antiguo escuchaban cada noche los gritos de auxilio de una niña... Historias para no dormir y una mirada hacia atrás por si acaso sale alguien de las tinieblas. Por suerte para los más miedosos estos paseos nocturnos son en grupo. Se trata de la ruta de leyendas organizada por Argos, empresa de servicios culturales orientada sobre todo al turismo.
El del farolillo es un historiador que hace de guía. Va caracterizado para dar un ambiente a lo Londres de Jack el Destripador. Como los crímenes de este asesino en serie, buena parte de los relatos que cuenta tienen su origen en el siglo XIX. Están sustentados en una base histórica, pero eso no quiere decir que sucedieran de verdad. Son leyendas. ¿Realidad o ficción? Nunca lo sabremos.
El recorrido comienza en el Portal del Roser y serpentea por rincones por los que muchos no nos atrevemos a pasar ni de día. Sugestión, supongo. La primera parada es la Casa Castellarnau. Allí habita (presuntamente) el fantasma de Carolina. Cuenta la leyenda que nació enferma (podría sufrir algún tipo de minusvalía o esquizofrenia) y sus padres, de alta alcurnia, la recluyeron en su habitación, de la que no salió nunca, para evitar las habladurías del vulgo. La residencia es ahora la sede del Museu d’Història, pero hay quien piensa que el espíritu de Carolina continúa allí: la han escuchado tocar el piano y pasearse por delante de las ventanas.
El repaso a la Tarragona misteriosa continúa en la calle Santa Tecla. La parte alta de la ciudad fue devastada en 1813 por los franceses, que dinamitaron el Castell del Patriarca y parte de la muralla. «La mayoría de la gente falleció o se fue. Quedó como lo que es Alepo (Siria) hoy», explica Julio Villar, de Argos. Los que resistieron y aguantaron en sus casas oían cada noche los gritos de una niña. Bajaban a buscarla pero cuando la veían, desaparecía. Al final optaron por hacer oídos sordos.
De Tarragona también era el traductor al castellano de los manuales de espiritismo de Madame Blavatsky y Allan Kardec, padres de esta doctrina en el XIX. Francesc Montoliu se llamaba. Aunque culto, era la oveja negra de una familia noble y católica, pues sus estudios le llevaron a experimentar con el más allá.
Dos siglos antes, los exorcismos era frecuentes en la ciudad. Especialmente en el claustro de la Catedral. Su virgen tenía fama de ayudar a las personas poseídas (o espiritadas). Allí se llevaban a cabo rituales con símbolos cristianos para espantar al demonio. La ruta de leyendas finaliza en el antiguo Ayuntamiento, en la calle Major, con personajes caracterizados y más historias tenebrosas.
Esta actividad se realiza durante todo el año previa reserva para cerrar grupos de diez o quince personas. Es recomendable a partir de 18 años, aunque también se apuntan menores. Dura dos horas y cuesta diez euros por cabeza.