'El entendimiento Catalunya-España ha caído tan hondo que no podemos ir a peor'

El periodista Antoni Batista acaba de publicar ‘Al Palau, a l’hivern. Del final de l’autonomia al principi del soberanisme’

19 noviembre 2017 20:21 | Actualizado a 19 noviembre 2017 20:35
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- Usted habla mucho del Estatut de 2006 en su libro. ¿Su gestación y final fue el origen de la situación actual en Catalunya?
- El Estatut es una causa importante por el propio contenido del Estatut, que era federal y casi confederal. Podría haber contentado al sector más soberanista a medio plazo. Su recorte y el recurso en su contra del PP radicalizaron a esos sectores soberanistas.

- Era un Estatut acordado a través de cauces legales.
- Lo votó el Parlament, lo refrendaron el Congreso y el Senado y fue ratificado en referéndum. Tenía todas las garantías democráticas. Que se carguen tanta democracia genera una reacción radical porque el recorte que hizo el Tribunal Constitucional fue radical.

- El gobierno tripartito (PSC, ERC e ICV) fue muy criticado. La prensa madrileña lo llegó a calificar de ‘nacional-socialista’.
- En el libro enumero una lista de titulares de la extrema derecha española. Atacó mucho a ERC y de modo personal a Pasqual Maragall por el Estatut, que hubiese generado mucha estabilidad. 

- No hay ningún partido importante de extrema derecha en España, al estilo del Frente Nacional francés, por ejemplo. 
- La extrema derecha milita en el PP, lo que no quiere decir que el PP sea de extrema derecha, aunque últimamente la extrema derecha ha cogido mucha más fuerza que la que había tenido en otros momentos. Como partido de gobierno, el PP incluye una paleta ideológica enorme. Desde la extrema derecha a exmilitantes del PSUC. Es un partido contenedor.

«La extrema derecha ha cogido últimamente mucha más fuerza dentro del PP que la que había tenido en otros momentos»

- ¿Partido contenedor?
- Es un partido contenedor desde el punto de vista político y social, pero también en la connotación que tiene la palabra ‘contenedor’: la contaminación terrible de tantos y tantos casos de corrupción, de aquellos que envían la malversación de la política al centro de recogida.

- Rodríguez Zapatero pactó el Estatut con Artur Mas y no quiso que Maragall repitiese como candidato a la Generalitat. ¿Zapatero traicionó a Maragall?
- La palabra traición es muy fuerte. Yo no la suelo emplear. La política maniobra. En un momento Maragall le convino a Zapatero y en otro le estorbó. 

- Cuenta usted que un exconseller de CiU les informó de la corrupción en el entorno del president Jordi Pujol y su familia.
- Nosotros (el tripartito) nos encontramos la corrupción debajo de las alfombras. Convergència no se esperaba el cambio de Govern. Para ellos era inconcebible que ERC no hiciese president a Artur Mas. A los de Esquerra les llamaban traidores. Amigos míos me tildaron de traidor. La tritutadora funcionó hasta donde pudo.

- Traidor. Una palabra que sigue  ‘de moda’.
- Se ve que los traidores ya comenzaron a traicionar hace años... Hay gente que usa esa palabra con ligereza. Es muy grave utilizarla en una situación de conflicto.

- Usarla o tuitearla, como Gabriel Rufián (ERC) cuando se informó de que Carles Puigdemont iba a convocar elecciones, lo que finalmente no hizo. «155 monedas de plata» fue su tuit.
- Algún día haré un estudio del discurso de Rufián en Twitter. El tuit es una mezcla de ingenio y rapidez. Rufián se precipitó.

- ¿La convocatoria inmediata de elecciones tras la aplicación del artículo 155 fue una sorpresa?
- Todo el mundo pensaba que sería un artículo 155 más heavy, aunque ya lo es por naturaleza. La limitación del 155 en el tiempo y la convocatoria electoral han descolocado al independentismo.

«Ganar elecciones democráticas no quiere decir que quien las gane sea un demócrata. Puede involucionar el sistema, como hace el PP’

- El independentismo esperaba que la aplicación del 155 fuera más dura. Al soberanismo se le acusa de tirar de victimismo, de que cuanta más caña dé Madrid, mejor porque así hay más movilización. 
- El victimismo siempre es culpa del victimario. Los culpables de los heridos del 1-O fueron los que pegaron. Lo mínimo a lo que tiene derecho la víctima es a reivindicarse como tal. 

- ¿Los consellers y los líderes independentistas son presos políticos?
Lo son cien por cien.

- Los que se oponen a esa calificación le dirían que en España hay separación de poderes, que Rajoy es un presidente elegido por las urnas...
- Ganar elecciones democráticas no quiere decir que quien las gane sea un demócrata. Puedes ganarlas e involucionar o recortar el sistema democrático, que es lo que está haciendo el PP.

- ¿No se podría aplicar el mismo principio a Puigdemont? Los partidos unionistas no paran de repetir que no se respetaron sus derechos en el Parlament.
No. Puigdemont tenía una mayoría muy sólida. El Govern y el Parlament fueron haciendo lo que podían ante la ofensiva de los tribunales y ante las medidas que tomaba el Gobierno español. 

- Líderes soberanistas admiten ahora que no tenían preparada la independencia. ¿Es lógico haberla proclamado en esas circunstancia? ¿Qué sentido tiene haberse tirado a la piscina?
- Esa es una pregunta que responderá la historia. 

- ¿Qué le parece el pacto entre el PSC y la antigua Unió?
- En política ya no me sorprende nada. Que el PSC vaya a buscar los 100.000 votantes de Unió es hábil. Otra cosa es que le voten.

- ¿Esperaba el apoyo tan claro del PSOE a Rajoy en la aplicación del artículo 155?
- No forma parte de la tradición de izquierdas apoyar una medida tan bestia de restricción de la autonomía, que es uno de los pilares del estado de derecho. Muchos de sus votantes no lo entenderán.

- ¿Se atreve con un pronóstico para las elecciones del 21-D? 
- Ganará Esquerra y ese artefacto que es ‘Junts per Catalunya’ sacará más votos de los que hubiese obtenido el PDeCAT. Junto con la CUP tendrán mayoría absoluta. Dentro del bloque constitucionalista, el PSC será el que más subirá. No tengo claro quién será el segundo partido más votado.

- ¿Ciudadanos?
Creo que el PSC les superará. Si Ciudadanos pone sus expectativas demasiado altas, no las lograrán.

- Con esos resultados estaremos igual que ahora.
No. Lo que ha pasado ha pasado. No creo que Esquerra y ‘Junts per Catalunya’ vayan a las elecciones con un programa independentista. En ambos hay un cierto repliegue a los cuarteles de invierno. 

- ¿El entendimiento entre Catalunya y España es posible? 
Está bajo mínimos. Ha caído tan hondo que no podemos ir a peor. Hay sectores muy radicales del españolismo y el independentismo que quieren ‘abatir el enemigo’ y que consideran que hay dos ‘patrias enfrentadas’, pero otros muchos no están tan radicalizados. Las cosas se reharán.

 

La apasionante intrahistoria del pacto tripartito

Antoni Batista (Barcelona, 1952) es uno de los periodistas que mejor conoce la historia del conflicto vasco. Ha escrito nueve libros y cientos de artículos sobre esta cuestión. Cubrió para ‘La Vanguardia’ y el ‘Avui’ el proceso de paz de Irlanda y la Primera Intifada de Palestina. También es experto en la historia del antifranquismo, tema sobre el que ha publicado media docena de obras.

«A una persona que tiene el peso de una ley muy discutible encima nunca le juzgaría ni le llamaría cobarde» (en alusión a Puigdemont)

Músico y musicólogo, acaba de pubicar en Editorial Base ‘Al Palau, a l’hivern. Del final de l’autonomia al principi del soberanisme’. Se trata de un apasionante relato de sus tres años como alto cargo de Comunicación en el tripartito.

Batista responde a la entrevista con tono mesurado, en voz baja, pensando mucho cada respuesta, pero no tiene pelos en la lengua: «Esquerra quería ir al independentismo de una manera gradual. Fue Mas quien radicalizó la situación»... «Com-parar el independentismo catalán con una parte de la izquierda abertzale que practicaba la violencia o que callaba delante de los atentados es absolutamente deshonesto»... «A una persona que tiene el peso de una ley muy discutible encima (en alusión a Carles Puigdemont) nunca le juzgaría y aún menos le llamaría cobarde»... «Que acusen de delito de odio a un alcalde es un exceso» (en referencia a Carles Pellicer) o «vamos muy mal si hacemos políticos con clicks» (por la retirada en una exposición de Amposta de una maqueta que representaba una manifestación para reclamar la libertad de los «presos políticos»).

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