Josep Tarradellas. 'Te hemos dado un nombre que pasará a la historia'

Hoy se cumplen 40 años de aquella famosa frase 'Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí' que pronunció el President al volver del exilio. Su figura política es muy conocida. No tanto su vertiente más íntima

23 octubre 2017 08:02 | Actualizado a 23 octubre 2017 08:25
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«Querría que, sin ninguna vanidad, ni orgullo comprendieses lo que somos y lo que hemos hecho, que nos ha permitido darte un nombre que ha pasado y estará siempre en nuestra historia (...) Lo entenderás si algún día sabes los enormes sacrificios que todos hemos hecho para llegar a donde nos encontramos». Es un párrafo de la carta que envió el que fuera president de la Generalitat en el exilio y primer jefe del Govern tras la recuperación de la democracia, Josep Tarradellas, a su hijo, también llamado Josep, el 23 de septiembre de 1963. El motivo del escrito era que Josep hijo acababa de cumplir 21 años y por tanto era mayor de edad.

La figura de Tarradellas está más en boga que nunca. Para unos simboliza el catalanismo pactista. Para otros, que el diálogo lo puede todo

La misiva refleja que, aún en un precario exilio –Tarradellas llegó a tener cinco hipotecas sobre su casa de Saint Martin-le-Beau (Francia)-, siempre tuvo en mente su cargo y trató de imbuir en su hijo una serie de principios morales. « Sin ser fuerte en el orden moral y sin respeto a uno mismo, nada se puede conseguir... Estos principios que tanto tu madre como yo hemos mantenido toda la vida nos han permitido ser lo que somos», se lee en la carta, que puede ser consultada en el Arxiu Tarradellas, ubicado en Poblet.

El ‘ejemplo’

En plena crisis por la supresión del autogobierno de Catalunya, la figura de Tarradellas es recordada por unos y otros. Desde Madrid, los mismos que defienden la aplicación del artículo 155 de la Constitución le elevan a símbolo del catalanismo pactista. Desde Catalunya, se le pone como ejemplo de que, con diálogo, se puede superar cualquier obstáculo.

Hoy se cumplen 40 años de aquella famosa frase pronunciada desde el balcón del Palau de la Generalitat: «Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí!». Tarradellas había regresado tres días antes de un exilio de 38 años.

El pasado 20 de marzo, en el primero de los actos de conmemoración del retorno de Tarradellas, el actual president, Carles Puigdemont, destacó «su persistencia en la búsqueda de soluciones, puesto que no se dejaba vencer por las dificultades», y también «su coraje ante los adversarios, y su flexibilidad al hacer negociaciones». La conmemoración culmina mañana en Cervelló, localidad barcelonesa donde nació el 19 de enero de 1899. 

Fue un culé apasionado (era socio desde 1916) y sus platos favoritos eran la langosta y las ancas de ranas. Tenía un particular sentido del humor

Cofundador de ERC. Diputado en Madrid. Miembro del Parlament. Conseller de Governació, Sanitat y Economia y Conseller en Cap en diferentes gobiernos de la Generalitat. Encarcelado en 1934 aunque no apoyó la proclamación de la República catalana. President de la Generalitat en el exilio desde 1954 y de la Generalitat recuperada entre 1977 y 1980. Retirado de la vida política, aunque su figura era omnipresente y sus relaciones con el president Jordi Pujol eran tensas. Nombrado marqués de Tarradellas en 1985... La carrera política de Josep Tarradellas, con sus claroscuros, es bien conocida, pero tiene también una faceta íntima no tan explicada.

«El president Tarradellas tenía una gran calidad humana. A los 28 años, en 1928, tuvo una hija, Montserrat, con síndrome de down. Eso te cambia el concepto de la vida. Y más si hablamos en esa época, en que aquello era un ‘castigo del demonio’», explica Montserrat Catalán, una de las personas que mejor conoció a Tarradellas y a su esposa, Antonia Macià, que no tiene nada que ver, más allá del apellido, con el president Francesc Macià.

Montserrat Catalán fue secretaria de Tarradellas cuando era president y cuando dejó el cargo. Estuvo al lado de Tarradellas y de Antonia Macià hasta el fallecimiento de ambos en 1988 y 2001. El president tuvo dos hijos, Montserrat, fallecida en 1984, y Josep. La niña era la única que podía irrumpir siempre sin permiso en el despacho de su padre. Entraba sin avisar y le dejaba una nota dirigida no a «papá» sino al «president de la Generalitat», recuerda Catalàn. «Un día interrumpió una reunión con un general de la Guardia Civil. Éste se emocionó al verla», sigue Catalán. 

La secretaria de Tarradellas recuerda que el presidente «era muy exigente en el trabajo y a veces nos hacía repetir una carta siete u ocho veces hasta que le daba el visto bueno, pero sabía ponerse en el lugar de su interlocutor». 

Su pasión por el Barça (se hizo socio en 1916), su complicada letra, el gusto por los buenos vinos y la buena comida (sus platos favoritos eran la langosta y las ancas de rana) y su sentido del humor y de la amistad son algunos de los ragos que destaca Montserrat Catalán de Tarradellas.
Un ejemplo de ironía. A la pregunta de un periodista sobre «¿qué opinaba del general Franco?», Tarradellas respondió: «El sastre que me toma medidas se llama Pellicer y tiene el taller en el Passeig de Gràcia». El periodista quedó desarmado.

Las anécdotas se acumulan en la memoria de la exsecretaria de Tarradellas y, sobre todo, una sensación: «Para el president, el país estaba por encima de todo».

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