Un año del día en el que todo se aceleró

Hoy se cumplen 365 días del caótico pleno del Parlament que aprobó las leyes del Referèndum y de Transitorietat Jurídica. Fue el punto de inflexión que inició la fase más caliente del procés

07 septiembre 2018 06:41 | Actualizado a 07 septiembre 2018 08:08
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Hoy se cumple justo un año del pleno del Parlament que lo aceleró todo. Ese día acabaron las esperanzas de diálogo, la política quedó helada y el procés inició su fase más caliente, que continuó con el referéndum del 1 de octubre, las manifestaciones de otoño, la declaración de independencia y la aplicación del artículo 155 de la Constitución del 27 de octubre.  

Lorena Roldán (Cs): «Fueron dos jornadas vergonzantes. Los independentistas consumaron su rechazo a la democracia»

Hace justo 365 días acabó la sesión parlamentaria más tensa desde la recuperación de la democracia, que se alargó durante dos maratonianas jornadas. Inicialmente, para ese pleno del 6 y 7 se septiembre de 2017 en el Parc de la Ciutadella estaba programada una sesión de control ordinaria al entonces President de la Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont (Junts pel Sí).

Pese a ello, el bloque soberanista decidió dar volantazo y, amparándose en el reglamento de la cámara legislativa, acordó debatir en esa misma sesión las leyes de desconexión: las del Referèndum y de Transitorietat Jurídica, claves para poder llevar a cabo la votación e iniciar –en caso de que ganara el Sí– el proceso de independencia. 

Jordi Sendra (PDeCAT): «Fueron días magníficos y emocionantes. Cumplimos nuestro compromiso. Hicimos historia»

A partir de la petición para cambiar el rumbo del pleno realizada a las 10.16 horas por parte de la portavoz del partido mayoritario de la cámara – Marta Rovira (Junts pel Sí)– se inició el caos y el descontrol. Las solicitudes de reconsideración, las reuniones de la Mesa del Parlament y de la Junta de Portaveus tomaron el mando de una sesión que se alargó durante dos días y que se desarrolló más en los pasillos y en los despachos que en el propio hemiciclo. 

La tensión entre la presidenta Carme Forcadell y Carlos Carrizosa (Cs) subió de tono y Junts pel  Sí, ERC y la CUP acusaron a Ciutadans, PSC y PP de llevar a cabo «filibusterismo» para entorpecer la tramitación de las dos normativas necesarias para poder organizar la consulta y ejecutar la hipotética independencia. Las dos polémicas leyes se aprobaron con los 72 votos a favor del bloque soberanista (JxSí y CUP) y las 11 abstenciones de los Comuns. Ciutadans, PSC y PP abandonaron la cámara y no votaron.

Ferran Civit (ERC): «Haber aprobado las leyes de forma acelerada no justifica ni la violencia ni los presos ni los exiliados» 

Máxima tensión
«Para cualquier demócrata, hoy se cumple un año de una de las jornadas más vergonzantes e infames ocurridas en el Parlament de Catalunya. Hace un año, el separatismo puso al Parlament al servicio de una de las peores barbaridades de nuestra historia democrática. Con anterioridad, habían demostrado su rechazo a España y a la convivencia, pero aquel día consumaron su rechazo a la democracia. Quedaron retratados», indica la portavoz adjunta de Ciutadans en el Parlament, Lorena Roldán, quien añade: «Hoy, un año después, se niegan a dar la cara por aquella vergüenza –como ha pedido Cs– ante los catalanes en el Parlament y lo mantienen cerrado, pero los demócratas no olvidamos. Por eso queríamos recordar aquellos días tristes para la democracia con un acto».

Rosa Maria Ibarra (PSC): «Recordar esos días me provoca tristeza, decepción y mucha preocupación. Se cruzó la línea roja»

De forma diametralmente distinta se expresa Jordi Sendra, del PDeCAT, quien hace 12 meses era diputado de Junts pel Sí. «Fueron días magníficos y emocionantes. Responder a nuestro compromiso con los ciudadanos que nos habían dado una mayoría parlamentaria para hacer un referéndum sobre la independencia de Catalunya es algo que me llena de un orgullo que nadie nunca me podrá cuestionar. Hicimos historia», afirma el político independentista, quien considera que, a partir de ese momento, «el Estado se quitó la careta y conocimos su verdadera cara antidemocrática y represiva». 

Alejandro Fernández (PP): «Vi la cacicada antidemocrática cuando Carme Forcadell nos negó el derecho a réplica»

Ferran Civit (ERC) también formaba parte entonces del grupo de Junts pel Sí. «Me sorprende que  haya gente que ahora enfatice más lo ocurrido el 6 y el 7 de septiembre que la violencia del 1 de octubre», afirma el político republicano, quien añade: «Quizás sí que la aprobación de las leyes se hizo de una forma acelerada, pero en todo caso fue legal. Sin embargo, nada de esto justifica las querellas presentadas contra centenares de personas, ni la prisión ni el exilio que sufren políticos que solo hicieron posible que se pudiera votar». Civit añade que «aunque todo se hubiera hecho de una forma ordinaria, los partidos de la oposición también habrían buscado algún defecto de forma para criticarlo».    

«Menosprecio a los diputados»
«Esos días no se me olvidarán fácilmente, ya que recordarlos me provoca tristeza, decepción y mucha preocupación. En aquellas fechas se pasaron unas líneas que han marcado un antes y un después. No significaron sólo la fractura de la legalidad vigente, sino también el claro menosprecio hacia los derechos de los diputados no independentistas y, por tanto, de los catalanes a los que representábamos», remarca la diputada del PSC Rosa Maria Ibarra, quien recuerda: «La mayoría independentista hizo oídos sordos a los informes de los letrados del Parlament, a los del Consell de Garanties Estatuàries y a los otros grupos parlamentarios. Fulminaron la Constitución y el Estatut de un porrazo».

Hortènsia Grau (Comuns): «Se degradó el Parlament. Ese día me acabó de decidir a abandonar la política institucional»

Hortènsia Grau, que en la anterior legislatura ocupó el escaño como representante tarraconense de Catalunya Sí que es Pot, afirma que en esa sesión «se degradó el Parlament. Sentí vulnerados mis derechos como diputada de una minoría y, sobre todo, me di cuenta de que la estrategia de la astucia para engañar a España engañaba también a la ciudadanía catalana. Fue el preludio del posterior desastre de octubre y lo que sucedió», remarca. Grau, que ahora es técnica del Ayuntamiento de Cambrils, reconoce que «ese pleno me acabó de decidir a abandonar la política institucional». 

Sergi Saladié (CUP): «Debía ser el punto de partida para la desconexión, pero un año después no se ha aplicado casi nada»

Alejandro Fernández (PP) indica que vivió el pleno «muy intensamente», ya que entonces ya ejercía como portavoz de su grupo parlamentario. «Fui consciente de la cacicada antidemocrática que nos esperaba cuando Carme Forcadell nos empezó a negar el derecho a réplica y a saltarse el reglamento. El resto es historia: la historia más vergonzosa de la Catalunya contemporánea», afirma el representante de la formación conservadora. 

Rosa Maria Codines (Òmnium): «En ese momento creí firmemente que dábamos un paso hacia adelante para la autodeterminación» 

Sergi Saladié (CUP) se pregunta, un año después, si «todo eso mereció la pena». «Ese pleno debía ser el punto de partida para la desconexión, pero analizas cómo ha ido todo y ves que no se ha aplicado nada», indica el entonces representante de los cupaires, quien califica el desarrollo del pleno como «un puro espectáculo» por parte del bloque constitucionalista. «Ellos mismos reían y se recochineaban», afirma Saladié, quien reivindica que «nosotros defendíamos haber aprobado la ley por la vía ordinaria, pero Junts pel Sí optó por el proceso acelerado», lamenta. 

Jaime Climent (SCC): «Fue un golpe a la legalidad y la convivencia que desencadenó la escalada posterior»

Carles Prats (Demòcrates) recuerda que «lo viví con mucha intensidad e ilusión, supongo que como todos los catalanes. Después de 300 años volvíamos a tener una nueva ventana de oportunidad para volver a ser libres». Sin embargo, un año después se muestra crítico: «Habiendo presos políticos, no entiendo la inactividad del Parlament y de un Govern constituido no hace ni dos meses. Se debería estar trabajando, analizando errores, asumiendo responsabilidades y acordando una estrategia conjunta», indica.

«Un punto de inflexión» 
Desde Òmnium Cultural, su presidenta en el Tarragonès –Rosa Maria Codines– recuerda que «en ese momento creí que dábamos un gran paso hacia adelante. Realmente me lo creí y estaba segura de que se hacía justicia y de que íbamos hacia la autodeterminación». Codines valora especialmente el papel jugado por Carme Forcadell. «Fue consecuente con sus ideas, y esto me hizo mucha ilusión», relata la representante de Òmnium, quien es pesimista con la situación actual. «Con presos y exiliados no hay diálogo posible con el Estado», indica. 

Finalmente, el presidente de Sociedad Civil Catalana en Tarragona, Jaime Climent, afirma que en el pleno del 6 y 7 de septiembre «se dio un golpe de Estado, ya que se vulneró la legalidad y la convivencia». A juicio de Climent, los partidos soberanistas «atentaron contra el pacto social de la democracia y se ninguneó a los partidos de la oposición», en lo que fue «el punto de inflexión que desencadenó en la escalada posterior».  

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