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Manola Brunet (URV): «El clima está cambiando y es obra de los humanos»

La catedrática de Geografía Física y experta en climatología desmonta con datos los mitos acerca de la emergencia climática y el calentamiento global

Manola Brunet, catedrática de Geografía Física por la URV, este miércoles durante su conferencia.ANGEL ULLATE

Iván Alcalá Rubio
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Termómetros a 40 grados en el mes de junio. Olas de calor, sequía, deshielo, aumento del nivel de los mares, fenómenos meteorológicos cada vez más extremos. Los registros de temperaturas de los últimos años no paran de marcar cifras récord y da la impresión de que no tienen techo. Pero todavía hay quien niega el cambio climático. 

«Detrás del negacionismo del cambio climático están los intereses económicos de las grandes industrias, sobre todo petroleras», sostiene Manola Brunet, profesora de Climatología de la URV y una de las mayores expertas en emergencia climática. A base de datos y evidencias científicas, este miércoles ha desmontado los mitos que se propagan alrededor el cambio climático en una conferencia en la Facultat de Turisme i Geografia, en Vila-seca.

En concreto, Brunet se refiera a empresas y corporaciones que apoyan las extracciones de carburantes fósiles y que colaboran en la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera. «Son industrias obsoletas, que se ven obligadas a tomar una serie de medidas ambientales, pero que no lo hacen como deberían», afirma. 

La climatóloga señala que «la ciencia no tiene ningún tipo de razón para oponerse a la realidad del cambio climático. El clima está cambiando y es obra de los humanos», defiende. «El negacionismo es ideológico, no científico», añade.

Existe un negacionismo político que se sustenta, explica Brunet, en «una ideología libertaria de los Estados Unidos y que refrendan los partidos de derecha y de extrema derecha de todo el mundo». Una ideología que reniega de la intervención de los gobiernos en la regulación de la economía y que cree en una agenda global de izquierda. Aquí, la experta ve un paralelismo con «los ataques que en los años 50 sufrieron los médicos por parte de las grandes empresas tabaqueras para negar que el humo del tabaco era dañino».

El cambio climático y el calentamiento global es algo de lo que la comunidad científica lleva alertando desde los años 90. Un fenómeno que se basa en datos y registros. Una realidad que los negacionistas contraponen con ideas simples y demagógicas que son fáciles que calen en la sociedad, aunque no tengan base científica.

«El 70% de las emisiones proceden del 1% de la población»

Brunet alerta de que estos mensajes también pueden provocar que no haya implicación de la gente para reducir las emisiones a nivel doméstico. Acerca de los pequeños gestos, asegura que es importante que cada uno reduzca su huella de carbono en la medida de los posible. Lamenta, sin embargo, que desde las administraciones públicas ha habido una tendencia a responsabilizar al ciudadano, «cuando sabemos que el 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero desde los años 90 son responsabilidad de un grupo muy reducido, del 1% de la población mundial, un conjunto de grandes corporaciones».

El cambio climático tiene consecuencias evidentes en la salud pública, en el medio ambiente y en las sociedades, pero tiene también repercusiones económicas. En este sentido, uno de los sectores que puede verse perjudicado por el aumento de temperaturas es el turismo. 

«Estamos yendo hacia unas condiciones climáticas que no son nada favorables, sobre todo en verano, para atraer turismo. Eso a la larga tendrá un impacto en nuestra economía», afirma Brunet. Si las temperaturas continúan al alza, cree que «se tendrán que potenciar formas de turismo que no sean las de sol y playa o alargar la temporada turística para hacer que el lugar sea agradable para pasar tus vacaciones».

A pesar de la situación de emergencia, la catedrática de la URV mantiene que «hay margen para no empeorar más el cambio climático. Se empiezan a hacer algunas cosas, pero no todas se hacen bien», expresa. En este sentido, lamenta que hay un «despliegue irracional y sin planificación de las macrogranjas solares o de biogás que no tienen en cuenta a los ciudadanos». 

La propagación desenfrenada de plantas solares en suelo que hasta ahora era agrícola provoca, dice, un daño al territorio: «perderemos una riqueza para hacer una transición rápida, pero no pensada». 

Es por ello que reclama a los gobiernos de todas las instancias que tengan más en cuenta la investigación y el mundo científico: «Están convencidos de que hay que hacer cosas, pero se pierden en ese hay que hacer».

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