De los cafés a las multisalas

El historiador salouense Isaac López recopila en un libro la historia de los cerca de 400 cines que han existido en la provincia de Tarragona a lo largo de más de un siglo. Lo presenta hoy en la URV

19 mayo 2017 21:51 | Actualizado a 22 mayo 2017 12:59
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Hoy se cumplen cincuenta años de la colocación de la primera piedra de los Estudios Cinematográficos de Salou. Al acto asistieron artistas de renombre de la época, como el actor tarraconense Cassen, la bailarina austriaca Herta Frankel o el director de cine barcelonés Julio Salvador. Sirvieron de logística para los rodajes de películas de Marisol o el éxito de Paco Martínez Soria El turismo es un gran invento –los exteriores se grabaron también en Roda de Berà y Tarragona–. Los estudios no tuvieron el éxito esperado y desaparecieron. El historiador salouense Isaac López les dedica un apartado en su libro Historia de los cines tarraconenses. Un viaje de cine por la provincia, desde sus inicios hasta la actualidad, que presenta hoy (12.30 horas) en la Sala de Graus del Campus Catalunya de la URV, en Tarragona.

Esta obra, fraguada en su tesis doctoral, es una exhaustiva investigación sobre los 400 cines que han existido en toda la provincia. En 1972, Tarragona tenía 291 salas; ahora sólo quedan 31 (104 pantallas). Los últimos en cerrar han sido las multisalas Lauren de Reus (marzo de 2015), Les Bruixes de Altafulla (6 de enero de 2014) o el Brisamar de Coma-ruga (10 de junio de 2012). «El paso del formato analógico de 35 milímetros al digital y la fuerte inversión que requiere la reconversión de salas ha provocado que muchas cierren. En los próximos meses las películas sólo se distribuirán a través de un sistema digital», dice López.

El lado positivo del negocio está en la llegada de los multicines Yelmo de Tarragona (2013) y las reaperturas en 2014 del Cinema Rambla de l’Art de Cambrils (antiguo Cine Municipal Rambla), el Auditori de Vandellòs i l’Hospitalet de l’Infant y el Cinema Iris de la Pobla de Massaluca.

A principios del siglo XX, el teatro, la ópera, los toros y las zarzuelas eran los espectáculos con más tirón en la provincia. Eran del gusto de la burguesía. El cine surgió de los centros de tertulia, literarios y cafés y luego de los estudios de fotografía. La primera proyección de cine primitivo se realizó el 20 de febrero de 1897 en los Billares del Café París de la plaza Prim de Reus. Ese mismo año hubo otras proyecciones en Tortosa (Teatro Principal), Tarragona (Teatro del Ateneo) y Valls.

«Contrariamente a lo que muchos creen, el invento cinematográfico fue despreciado al principio por la burguesía al ser un medio aceptado por las clases populares. Un narrador ponía letra sonora y humorística a los filmes –eran películas mudas– para los iletrados del momento, dado el alto índice de analfabetismo», explica López.

En las plazas de los pueblos

Los primeros cines de barraca de feria se ubicaban en las principales plazas de los municipios. Proyectaban documentales, pasajes de revista e información de la época para llamar la atención de la burguesía. El director Fructuós Gelabert filmó Fiestas del Coso Blanco de Salou (1914), Tortosa y el Observatorio (1914) o Semana Santa en Tarragona (1915). Luego llegaron los documentales de la productora francesa Pathé, que trataba acontecimientos de todo el mundo, y el NO-DO (Noticiarios y Documentales). Las grandes producciones de Hollywood se estrenaron con retraso: Casablanca, de 1942, no se proyectó en España hasta el 19 de diciembre de 1946, y Por quién doblan las campanas, de 1943, el 18 de julio de 1978. Las películas del Oeste y las comedias de Charles Chaplin eran las más taquilleras.

Los espectadores estaban divididos: en un día laborable de 1956, estar en una butaca costaba 12 pesetas; en la zona club, 10; en el anfiteatro, 8; y la entrada general, 6. Los festivos era más caros: 15 pesetas en butaca, 12 en zona club, 10 en anfiteatro y 6 en general.

Los cines cumplieron en sus inicios una importante labor social. Fueron pioneros en la organización de las fiestas mayores de los pueblos: en sus salas se organizaban actuaciones musicales y bailes. También prestaron sus instalaciones e hicieron sesiones benéficas en favor de los damnificados de diferentes catástrofes. En 1898, cinematógrafos ambulantes ofrecieron funciones patrióticas en localidades tarraconenses para ayudar a los soldados españoles que luchaban en las colonias de Cuba y Filipinas. El Cine Club Moderno de la Sénia y el Salón Moderno de Tarragona se acordaron en los años veinte y treinta de los heridos y enfermos en la campaña de África y del hospital de Cruz Roja.

Siguiendo esta estela, López donará un euro de la venta de cada libro al Banc d’Aliments de les Comarques de Tarragona. «Quiero reflejar el papel benéfico, además de cultural y de entretenimiento de los cines», apostilla.

El origen de algunos de ellos está en las salas parroquiales. Es el caso del Cinema Foment Municipal de Cultura de Vimbodí i Poblet o el Teatre Auditori Casal Riudomenc. Tarragona emprendió una campaña de moralización de espectáculos públicos, entre 1952 y 1955, liderada por el cardenal Benjamín Arriba y Castro y con sede principal en el Teatro Metrópoli de Acción Católica (el actual Teatre Metropol). Provocó la proliferación de cines parroquiales en la provincia.

 

Los primeros depósitos de agua

Este viaje de más de un siglo por la historia del séptimo arte tarraconense esconde multitud de anécdotas. La primera proyección en Salou se produjo en los años cuarenta en el Cine Cal Sisquet (en la calle Barcelona) y contó con una caseta de playa como cabina del operador. En los ochenta, por cierto, los cines Miramar I y Miramar II (al aire libre) cedieron sus instalaciones para reuniones de ciudadanos prosegregación.

En Bonavista, el Andalucía Cinema tuvo en 1967 los primeros depósitos de suministro de agua de este barrio tarraconense. El arquitecto de la sala, Juan Zaragoza Albi, colocó en su interior uno de 2.000 litros de capacidad para el servicio de bar y otro de 1.000 litros para los aseos de señoras y caballeros. «Se llenaban manualmente mediante un mecanismo de cubas», recuerda López.

Y otra curiosidad, Ernesto Vilches (Tarragona, 1879-Barcelona, 1954) fue uno de los primeros actores españoles que triunfó en América Latina y Hollywood. Participó en el melodrama de la Metro-Godwyn-Mayer Wu-li-Chang (1930), del director Nick Grindé.

Los cines son unos supervivientes. Quizá porque siempre habrá nostálgicos. El mejor ejemplo es el Cine Moderno de Caseres. Fue inaugurado en 1951 y desde entonces ha proyectado películas de manera ininterrumpida.

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