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Después del episodio de bolas de polietileno, la playa de La Pineda volvió a amanecer, el viernes pasado, llena de pequeños globos, que a principios de esta semana aún estaban allí. Esta vez no eran de plástico, sino de origen animal, tal y como vaticinó el Departament de Medi Ambient del Ayuntamiento de Vila-seca. Al parecer se trata de salpas, unos animales esféricos planctónicos del tamaño de la uña de un pulgar conocidos como «medusas huevo». Pero las salpas nada tienen que ver con las medusas, puesto que éstos tienen un sistema vertebrado muy primitivo del que carecen ellas y, además, son totalmente inofensivas.
La imagen que ofrecía el viernes pasado la arena de La Pineda era totalmente inédita. Algunos vecinos como Leandro Morales aseguraban no haber visto jamás algo parecido: «Hace 40 años que vivo aquí y nunca había vivido nada similar. Toda la arena parece brillar». Y es que, a pesar de que la presencia de este animal está bastante extendida por todo el planeta, lo cierto es que en su mayoría habita en el océano Antártico. Cierto es, sin embargo, que también se puede encontrar en el mar Mediterráneo, además de en el norte del océano Pacífico, las aguas europeas como Reino Unido o Grecia, Canadá y Nueva Zelanda. El hecho de que terminen en la arena depende de los cambios en las corrientes marinas o en la dirección del viento.
La apariencia de las salpas es muy peculiar: dentro de su pequeño cuerpo transparente y gelatinoso (si las coges, se deshacen entre los dedos) se encuentran las vísceras, de un color rojizo o liláceo que son perfectamente visibles a través de su coraza.
Lo impresionante de esos animales es ver cómo son capaces de unirse y formar colonias de centenares de ellos como la que pudo verse en La Pineda.
Su reproducción es alternativamente sexual (se producen salpas solitarias) y asexual (para producir cadenas enteras de clones de hasta 1 kilómetro de longitud). Estas cadenas pueden incluso unirse en distintas formas flotando en las profundidades del mar, como espirales, ruedas o hélices. Con el paso del tiempo la cadena se rompe y cada salpa se convierte en una hembra con un solo huevo. Los machos de la cadena anterior las fecundan y generan un embrión. Luego las hembras desarrollan testículos y fecundan otros huevos de otras hembras que están cerca. Los embriones acaban saliendo y generan nuevas cadenas de salpas que inician otro nuevo proceso de reproducción y otra vez, nuevas cadenas de clones.
Después del episodio de bolas de polietileno, la playa de La Pineda volvió a amanecer, el viernes pasado, llena de pequeños globos, que a principios de esta semana aún estaban allí. Esta vez no eran de plástico, sino de origen animal, tal y como vaticinó el Departament de Medi Ambient del Ayuntamiento de Vila-seca. Al parecer se trata de salpas, unos animales esféricos planctónicos del tamaño de la uña de un pulgar conocidos como «medusas huevo». Pero las salpas nada tienen que ver con las medusas, puesto que éstos tienen un sistema vertebrado muy primitivo del que carecen ellas y, además, son totalmente inofensivas.
La imagen que ofrecía el viernes pasado la arena de La Pineda era totalmente inédita. Algunos vecinos como Leandro Morales aseguraban no haber visto jamás algo parecido: «Hace 40 años que vivo aquí y nunca había vivido nada similar. Toda la arena parece brillar». Y es que, a pesar de que la presencia de este animal está bastante extendida por todo el planeta, lo cierto es que en su mayoría habita en el océano Antártico. Cierto es, sin embargo, que también se puede encontrar en el mar Mediterráneo, además de en el norte del océano Pacífico, las aguas europeas como Reino Unido o Grecia, Canadá y Nueva Zelanda. El hecho de que terminen en la arena depende de los cambios en las corrientes marinas o en la dirección del viento.
La apariencia de las salpas es muy peculiar: dentro de su pequeño cuerpo transparente y gelatinoso (si las coges, se deshacen entre los dedos) se encuentran las vísceras, de un color rojizo o liláceo que son perfectamente visibles a través de su coraza.
Lo impresionante de esos animales es ver cómo son capaces de unirse y formar colonias de centenares de ellos como la que pudo verse en La Pineda.
Su reproducción es alternativamente sexual (se producen salpas solitarias) y asexual (para producir cadenas enteras de clones de hasta 1 kilómetro de longitud). Estas cadenas pueden incluso unirse en distintas formas flotando en las profundidades del mar, como espirales, ruedas o hélices. Con el paso del tiempo la cadena se rompe y cada salpa se convierte en una hembra con un solo huevo. Los machos de la cadena anterior las fecundan y generan un embrión. Luego las hembras desarrollan testículos y fecundan otros huevos de otras hembras que están cerca. Los embriones acaban saliendo y generan nuevas cadenas de salpas que inician otro nuevo proceso de reproducción y otra vez, nuevas cadenas de clones.
Parecido con los humanos
A pesar de que su aspecto se muestra similar al de las medusas, las salpas tienen mucho más en común con los humanos y son objeto de interesantes estudios científicos. En este sentido, cabe la posibilidad de que nuestro sistema nervioso haya evolucionado a partir de un sistema nervioso parecido al de estos minúsculos animales. El estudio científico y su posterior comprensión está en trámite.
A pesar de que su aspecto se muestra similar al de las medusas, las salpas tienen mucho más en común con los humanos y son objeto de interesantes estudios científicos. En este sentido, cabe la posibilidad de que nuestro sistema nervioso haya evolucionado a partir de un sistema nervioso parecido al de estos minúsculos animales. El estudio científico y su posterior comprensión está en trámite.
