Un pesebre que recupera la historia de un pueblo

La Masia de Castelló, en Vandellòs i L’Hospitalet de l’Infant, acogió ayer una de las representaciones de la 22ª edición del Pessebre dels Estels de estas Navidades

27 diciembre 2019 10:19 | Actualizado a 27 diciembre 2019 19:54
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La Masia de Castelló, un pequeño núcleo medieval deshabitado desde los años 50, ha vuelto a cobrar vida con la 22a edición del Pessebre dels Estels. Una representación más que consolidada en el municipio de Vandellòs i L’Hospitalet de l’Infant y cuya visita estas fiestas navideñas se ha convertido en una tradición para muchas familias. 

Hará más de 20 años la idea surgió de un grupo de jóvenes en una noche de fiesta entre las casas medio en ruinas de la Masia de Castelló. El presidente de la Associació Masia de Castelló, Santi Nomen, recuerda con emoción su afán de descubrir esas casas antiguas que la vegetación había escondido con el tiempo: «Era como una ilusión brutal», explica. 

Fue entonces cuando decidieron volver a darle vida a todo aquello con un pesebre viviente llamado el Pessebre dels Estels, un nombre que no es casual. En ese núcleo, no había agua ni electricidad y sus habitantes se fueron a vivir a otras poblaciones como Vandellòs o Masboquera y se llevaron los tejados para construir sus nuevos hogares. La mayoría de casas se quedaron sin techo y de ahí que lo bautizaron como el Pessebre dels Estels ya que desde cualquier lugar se podían ver las estrellas. Además se trata de un punto en el que hay muy poca contaminación lumínica. 

Nomen destaca que la singularidad de este pesebre es que «no es un pesebre bíblico» sino que en gran parte se basa en la muestra de los antiguos oficios que había en el municipio con la voluntad de «recuperar la historia de un pueblo». Paseando por sus calles se pueden encontrar puestos como el del panadero, el barbero, la lavandería, peladores de avellanas o pescadores. Aún así, pueden encontrarse tres ángeles y la escena del nacimiento del niño Jesús.

 

Otra de sus particularidades es que los actores interactúan con los visitantes, explicando sus oficios e incluso haciéndoles participar de ellos. Pero lo que más llama la atención a los más pequeños son los animales, desde las gallinas a las cabras procedentes de Tivissa o los caballos. 

Este año, el Pessebre dels Estels ha ampliado su recorrido con el objetivo de que el visitante se sienta «más cómodo» y para oxigenar los espacios. En esta edición son cuatro las escenas nuevas, la de un labrador con un burro, la del inferno, la de un pastor y la de una cenia manual. 

El calor de un pueblo

Se trata de un pesebre hecho por y para el pueblo. Desde la entidad llevan trabajando en ello desde los meses de verano. Recorriendo las calles se palpa el sentimiento y dedicación de los más de 300 actores y voluntarios de todas las edades que participan y transmiten ese calor y buenas vibraciones al visitante.

Según el presidente de la Associació Masia Castelló, otro de sus objetivos es dar a conocer el entorno de este núcleo, la Serra de Llabería y els Dedals de Vandellòs, y «que la gente del Camp de Tarragona también se sienta suyas estas montañas».  

Más de 1.500 personas visitaron ayer el Pessebre dels Estels. Los días 28 y 29 se realizarán las dos últimas representaciónes de este año.

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