Y Cristian llegó a la universidad

El joven de El Vendrell que logró un tren adaptado para estudiar en Barcelona, comenzó ayer las clases. Mostró coraje para moverse en tren, ferrocarriles y la ciudad en un periplo de dos horas

19 mayo 2017 21:56 | Actualizado a 22 mayo 2017 12:55
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

José M. Baselga

Cristian González, el joven de El Vendrell con atrofia muscular que revolucionó las redes sociales tras un reportaje del Diari para lograr un tren adaptado con el que desplazarse a Barcelona a estudiar, asistió ayer a la inauguración del curso en La Salle del Passeig de Sant Gervasi, donde cursará ingeniería de aplicaciones.

Cristian ya estaba en la calle cuando Joel, voluntario de Cruz Roja, fue a recogerle a las seis de la mañana para llevarle en una furgoneta adaptada a la estación de Sant Vicenç de Calders. Renfe cumplió y uno de los vagones era adaptado para que Cristian accediese con su silla de ruedas. A las 6.58 comenzó el viaje a su ilusión.

Hace unos días hizo el recorrido con su padre para conocer las barreras que iba a encontrar en el camino. «Los arquitectos deberían tener en cuenta que hay botones difíciles de pulsar para una persona en silla de ruedas». Cristian también controló las estaciones de Ferrocarrils de la Generalitat con mayor facilidad para entrar y salir de los vagones. «La de Avinguda del Tibidabo está bien».

Notas excelentes

El joven obtuvo sobresaliente en sus estudios y la nota máxima en el acceso a ingeniería de aplicaciones en La Salle. Pero la falta de un tren adaptado para acceder con su silla de ruedas hacía peligrar la continuidad de sus estudios.

Tras una campaña que logró más de 360.000 firmas en la red social change.org, Renfe se comprometió a poner un tren adaptado y el Ayuntamiento, a través de Cruz Roja, al desplazamiento desde la casa de Cristian a la estación. «No es un problema sólo mío. Hay miles de Cristian que necesitan poder desplazarse. Además, la Ley de Igualdad de Oportunidades lo exige», explica el joven.

El trayecto hasta Passeig de Gracia es cómodo. Los ascensores funcionan y Cristian sala a la calle en busca de la estación de Provença de Ferrocarrils. Está muy adaptada y los trenes son accesibles. Algunos viajeros reconocen a Cristian de verle por televisión en la campaña que impulsó a principio de verano. «He tenido muchos mensajes de apoyo y personas que me han parado para decirme que siga en mi lucha».

Desde Avinguda del Tibidabo hasta La Salle del Passeig de Sant Gervasi queda un trecho en el que Cristian acelera su silla de ruedas. «Faltan diez minutos para empezar la clase y no está bien llegar tarde el primer día». Algunas farolas casi no dejan espacio a la silla de ruedas. Unas hojas en la valla de centro educativo anuncian que la clase inaugural es en el auditorio.

A tiempo Cristian entra en un aula llena de estudiantes. Algunos profesores le saludan y le preguntan por el viaje. En primera fila Cristian celebra su victoria con una sonrisa, pero poco después ya habla con sus compañeros. «Ha merecido la pena».

El viaje es sin embargo muy cansado para repetirlo a diario. Y ayer las clases comenzaban a las 9.00 pero habitualmente lo harán a las 8.00. Así, Cristian estudia instalarse en una residencia. Una web que el joven diseñó como trabajo de curso le valió para el premio de la Fundació Gaspar Espuña de Turismo que otorga un descuento en el primer año en la residencia de estudiantes Agora de Barcelona.

Falta encontrar a una persona que atienda a Cristian para ayudarle en sus necesidades y en este sentido la Asociación Catalana de Enfermedades Neuromusculares (Asem) y el Casal d’Infants trabajan para buscar un asistente de día y de noche que ayude al joven. «La residencia es lo más factible», explica Cristian que hoy seguirá disfrutando el premio de su lucha.

Comentarios
Multimedia Diari