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    «Al frente tengo el mar, a la espalda queda el caos»

    Reportaje. Nacho Álvarez decidió dejar la ciudad y se instaló en un pequeño barco en el puerto de Segur de Calafell. «Te cambia la manera de ver la vida», asegura

    22 mayo 2022 12:52 | Actualizado a 22 mayo 2022 13:02
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    Como creativo vivió los años de la vorágine de la publicidad. Barcelona, Madrid... «Aquello era muy frenético», explica Nacho Álvarez. Esa exaltación frenó en seco con la crisis. La vorágine se acabó. Álvarez pasó a dar clases de diseño. «Pero siempre había una ilusión en su cabeza. Como algo pendiente».

    Un amigo, Alberto Lecumberri, que sigue surfeando y navegando por el mundo, le planteó: «¿Y por qué no te vas a vivir a un barco?». Fue como un fogonazo. Esa luz que de golpe ilumina un sendero. O como cuando los marinos se fijaban en la estrella polar para seguir el norte.

    Como un dictado del destino, Álvarez llegó ahí. «Ahora cuando abro la ventana lo primero que veo es el mar. Y lo primero que oigo es esto... ¿Oye? Nada. Como mucho el chapotear de del agua con el casco». Alvarez se compró un barco y amarró en el puerto de Calafell.

    No se necesita más

    Es un cascarón. Lo suficiente para tener lo justo. «No se necesita más. También en la vida nos empeñamos en tener muchas cosas y no necesitamos tanto». Tampoco se lanzó a la piscina (al mar en este caso). Su relación con la náutica es desde niño.

    $!«Al frente tengo el mar, a la espalda queda el caos»

    Su padre fue uno de los fundadores del histórico Club Náutico de Calafell que hubo junto a la riera y Álvarez ha navegado en patín, patroneado barcos de mayor eslora, ha sido campeón de padel surf y experto de kitesurf. Tiene en el puerto de Segur de Calafell una escuela de esas modalidades náuticas a las que ha incorporado el wing foil, una especie de surf con vela que se está extendiendo por su espectacularidad.

    «Pasar a vivir en un barco fue un cambio de vida radical». Pero no por lo reducido del espacio. «Por la tranquilidad. Por la manera de ver la vida». Al frente el horizonte del mar que invita a partir. A la espalda «la ciudad, el caos, las prisas, la competitividad... Yo he estado ahí».

    $!«Al frente tengo el mar, a la espalda queda el caos»

    Unos libros (hay uno de zumos), el ordenador, unos cd de música, un pequeño televisor que casi no enciende. «Para qué?». Recuerda que «una vez de muy pequeño entré en un barco parecido a este y recuerdo que dije: yo un día viviré en un sitio así»

    Álvarez explica que puede parecer pequeño, «pero cuando entras aquí la mente se abre y comienzas a imaginar viajes y singladuras. Aunque no salgas. En ese momento en que imaginas ya empiezas a ser navegante».

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    Álvarez ha partido muchas veces. «Como todos... Empiezas por el delta, hasta Valencia y poco a poco planteas otras rutas... las islas... Entonces ya no dejas de navegar».

    Por la radio tiene contacto con otros navegantes. En el pequeño camarote en el que duerme una escotilla deja pasar la luz. «¿Volver a vivir en tierra? Nunca se sabe, pero allí hay demasiado ruido. De todo tipo».

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