Bancos con musgo para purificar el aire y el alma

Un metro cuadrado de musgo tiene una capacidad de purificar el aire equivalente a la de 30 árboles. Bajo esta premisa, tres alumnos de la Escola Internacional del Camp de Salou pusieron en marcha un proyecto de sostenibilidad que consiste en crear bancos que limpian el aire contaminado en el espacio urbano gracias a la acción del musgo. Una idea que les ha llevado hasta Silicon Valley, la cuna mundial de la innovación tecnológica y el emprendimiento. Allí, Damià Colet, Leire Ugalde y Carla Zaera han podido avanzar en su proyecto, al tiempo que conocían y presentaban su iniciativa a profesionales de compañías como Apple, Google, Samsung, o de la prestigiosa Universidad de Stanford.

Todo empezó el pasado mes de febrero, cuando pusieron las bases del proyecto, bautizado con el nombre de Utai. Después de horas de trabajo y de darle muchas vueltas, los tres estudiantes presentaron su proyecto al concurso Audi Creativity Challenge, que reunió en Madrid a las diez mejores iniciativas entre las más de 530 que recibieron de todo el país. Después de triunfar en la final nacional, el premio era un viaje a Silicon Valley para conocer de cerca algunas experiencias empresariales basadas en la creatividad y la innovación.

La aventura americana empezó con un road trip por la costa oeste del país. «Cuando empezamos el proyecto nos centramos mucho en la purificación del aire, pero durante esos días de viaje le dimos una vuelta. Pasábamos mucho rato sin cobertura y te dabas cuenta que disfrutabas de esos momentos y que estabas pensando en cosas más interesantes. Así llegamos a una nueva etapa. A parte de purificar el aire, el proyecto podría servir para purificarte a ti mismo también», explica Carla.

«El viaje nos ha servido para darle una visión más humana al proyecto —prosigue Damià— y nos gusta más cómo está avanzando. Se trata de incentivar un momento de pausa y tranquilidad en las ciudades para conectarte contigo mismo». Así, a parte de poder respirar aire puro, los bancos de Utai se conciben como una desconexión de la tecnología gracias a un sistema que impide que las ondas lleguen al móvil si el usuario así lo desea.

«Uno de los pilares de nuestra escuela es la sostenibilidad. Nuestros alumnos crecen con estos valores y supongo que eso ha despertado algún interés en ellos y ha hecho que lleguen a crear este proyecto. Nosotros lo único que hemos hecho es motivarlos, ayudarles y hacerles pensar para que sean ellos los que desarrollen la idea, que es todo mérito suyo», apunta Anna Margalef, la profesora que ha estado en este proceso con los alumnos junto a Roger Vallvè. «Lo bueno de presentarlo a un concurso es que vean de lo que son capaces a través de la opinión de otras personas», expresan.

Sobre su experiencia en Silicon Valley, «una de las cosas que más agradecemos es la buena respuesta que hemos encontrado por parte de todo el mundo. No estamos acostumbrados a que nos traten como si fuéramos profesionales y eso te motiva y te hace implicarte aún más», expresa Leire. Sobre el terreno, la buena acogida del proyecto les ha dado alas para no dejarlo aquí y llevar el proyecto un poco más allá. El próximo paso, encontrar un inversor que les ayude a construir un primer prototipo. Hasta hace poco era sólo un esbozo en una libreta, pero los bancos purificadores de aire pueden ser una realidad muy pronto.