Han vuelto a llenar la calles. Porque Saint Gobain es mucho más que una fábrica para L’Arboç, para Banyeres y para el Baix Penedès. De hecho para muchos sigue siendo Cristalería. Y eso es un trabajo pero también un sentimiento.
Trabajadores y vecinos volvieron a salir a la calle para exigir a la multinacional que repare el horno que pretende cerrar alegando que ha llegado a su vida útil. Defienden los trabajadores que tiene todavía un año y medio de recorrido.
Tiempo para negociar y hacer ver que con una reparación se mantendría el trabajo dos décadas. Con un personal formado y especializado y con una media de edad de 41 años.
Y tiempo con todo lo que representa para los 122 afectados directos en el pretendido cese de actividad, pero para toda la comarca. Aunque los afectados se han reducido a 97 ya que la empresa ha ofrecido sacar del expediente al comité de empresa, directivos y contratados de relevo. Los miembros del comité señalan que quieren verse fuera de ese privilegio.
Pero el daño es mucho. El alcalde de L’Arboç, Joan Sans, cuantifica en 25 millones de euros la economía que genera en la zona los salarios de los empleados.
30 días
Por eso volvieron a salir a la calle y mantendrán las movilizaciones. Tienen 30 días desde el 25 de agosto cuando la empresa notificó la intención de cerrar el horno de Glass, que a su vez nutre al de Sekurit, en la misma planta, y que puede ser un inicio de sentencia.
A la concentración a las puertas de la fábrica siguió un recorrido por la N-340. Y un recuerdo y acompañamiento para los trabajadores de Bosch, en Castellet i Gornal, a 7 kilómetros de L’Arboç y que también tienen un cese de actividad que afecta a 300 personas.
El cierre de Saint Gobain dinamita la industrialización del Baix Penedès que requiere de trabajo con urgencia. Pero también pulveriza una historia que comenzó en 1970. Fue cuando llegaron muchas familias de Asturias, de Madrid, de Sevilla para trabajar en la fábrica y echaron raíces. En la fábrica han trabajado generaciones de familias.
Cuando la marcha pasó junto al barrio de Cristalería, que entonces la empresa montó para sus trabajadores, no había nadie en las ventanas porque todos estaban en la calle. Trabajadores actuales, ex empleados ya jubilados. Porque «somos cristaleros», claman los trabajadores.
«Una semana sin salario. Pero somos más ricos que hace una semana y con la cabeza alta, porque hemos visto la unión de todos».
Sin embargo señalan que las próximas semanas van a ser decisivas.
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