Colchonetas para volar, como la mente de un niño en Navidad

Hoy me gustaría invitarles a viajar conmigo en el tiempo. En su tiempo. Aquel en el que eran niños, unos pequeños inocentes cargados de magia e imaginación... Y que piensen en algo imposible pero que les llenaba de ilusión. En mi caso, yo recuerdo perfectamente cómo soñaba con volar. Día tras día me subía a la primera grada del patio de mi colegio, cerraba los ojos, abría los brazos, e imaginaba que se convertían en unas enormes alas blancas que me alzarían y harían cumplir mi sueño. Nunca volé, pero jamás perdí la esperanza, ni mucho menos la ilusión.

Ahora les voy a presentar a Miguel, un pequeñajo que solo tiene 4 años. Lo conocí en el Parc de Nadal de Salou, un lugar donde la magia hace realidad todos los sueños de los niños. Miguel estaba con su madre, Marina, y esperaba ansioso poder montarse en las colchonetas ‘voladoras’. «¿Mamá, ya puedo?», repetía una y otra vez. Era el segundo día que iban al parque y tenía muy claro qué quería hacer: ¡volar! Si en mi infancia hubiera existido esto, les aseguro que no me habrían movido de allí.

‘Sueños de campeón’

Cada cual tiene su propio sueño, y no todos tienen por qué ser iguales. Si el de Miguel era, como el mío, volar, el de Marc y Laura era otro. Ellos son hermanos. Marc es el mayor, tiene 10 años, y Laura, 7. También era el segundo día que este año pisaban ese cuento de Navidad que hay montado en el Pavelló de Salou Centre. Pero querían otra cosa: «Yo quiero volver a hacer la carrera», decía Laura. ¿La carrera? ¿Aquí hacen carreras? Mi pregunta parecía lógica... A los ojos de un adulto. Pero bajemos hasta la inocencia de un niño: Laura hablaba del hinchable que hay en el exterior y que, con sus siete añitos, parece ser kilométrico.

Lo de Marc, en cambio, ya no es tan fantasioso. También tiene 10 años, todo hay que decirlo... No es grande pero, como le digo yo a mi hijo mayor –hará 9 en abril–, es un ‘mini pre-adolescente’. Marc –además, se llama igual que mi ‘retaco’– se moría por volver a jugar al futbolín. Quizá no se imagina que puede volar o hacer carreras inacabables, pero sueña con ser, como Oliver y Benji, un gran campeón.