El Camping La Unión de Salou ya es historia. La semana pasada los propietarios empezaron a derrumbar las instalaciones que aún quedaban de pie del alojamiento ubicado en la calle Pompeu Fabra que estuvo abierto durante 35 años. El Ayuntamiento asegura que se ha otorgado una la licencia de derrumbe a los dueños y ya no queda ni rastro del supermercado o las duchas y los lavabos, entre otras.
El camping cerró sus puertas hace un año, en febrero del 2019. Según el gerente del establecimiento, el negocio ya no les salía económicamente rentable y no podían hacer frente a las inversiones necesarias.
El cierre del camping obligó a 20 familias que residían allí todo el año en sus caravanas y mobile homes a marcharse. Una situación que generó conflicto entre el gerente y los campistas.
En un primer momento, el camping se comprometió a pagar el coste del traslado de las mobile homes, les facilitó poder vender sus caravanas, así como pagarles la mudanza a un piso y el alquiler durante el primer mes. Pero para muchos campistas, no era suficiente y llevaron la situación a los juzgados. Ningún otro camping les aceptaría todo el año y perderían el dinero invertido en sus mobile homes.
Aunque los afectados se negaban a irse, cada vez resultaba más difícil vivir en el camping. En el mes de septiembre les cortaron el agua y la luz. Entonces se las tuvieron que apañar con generadores y denunciaron al camping por no ofrecerles una alternativa habitacional digna, por coacciones y por estafa.
Después de más de ocho meses de disputas y tensión, pese a que algunos campistas se resistían a marchar, el pasado 30 de noviembre llegó a un acuerdo de desalojo tras pasar por el juzgado, mediación y notario. Los afectados recibieron indemnizaciones compensatorias por la situación en que se encontraron. Cada uno de ellos obtuvo una cantidad diferente, dependiendo de cada caso en particular.
La mayoría de campistas que residían en el camping lo hacían por necesidad ya que no podían permitirse el alquiler de una vivienda.
Pero al final vivir en el camping era prácticamente insostenible. Los residentes no tenían acceso a las duchas ni lavabos. La empresa se había desmontado la mayoría de bungalows dejando escombros en el lugar. Y al final la situación de insalubridad les forzó a llegar a un acuerdo con la compañía para dejar definitivamente el camping.
Los residentes han optado por irse a vivir en pisos o apartamentos del municipio o de otras ciudades de alrededor como Vila-seca o Cambrils.
Un nuevo alojamiento
Según fuentes municipales, los propietarios del edificio aún no han presentado ningún proyecto. De momento el futuro de estos terrenos, de uso urbanístico es incierto. Otras fuentes señalan que en el lugar podría construirse un aparthotel aunque no hay ninguna confirmación oficial.