Aunque les parezca mentira, no es la misma crónica del desfile que el rey Jaume hizo el año pasado en Salou. No, pero podría serlo milimétricamente. Cualquiera que ayer asistiera en evento hubiera podido pensar que estaba en un ‘déjà vu’. Lo mismo que pasó hace un año, ocurrió en la tarde de ayer. A la misma hora y con el mismo resultado: el desfile que conmemora la salida del rey en su conquista a Mallorca acabó suspendido.
Salou se despertó ayer como ‘el día de la marmota’. «¡No puede ser!», exclamaban algunos participantes del despliegue histórico. Y, para más inri, la lluvia empezó a la misma hora que hace un año, a las 7 de la tarde. «¡Mira que hay días al año para que llueva. ¿Porqué tiene que ser siempre en esta fecha?», se preguntaba Joserra, ataviado con traje de noble mientras se resguardaba del aguacero en el interior de la Torre Vella, al igual que otros muchos integrantes del séquito real, además de los organizadores.
La solución a este ‘embrollo meteorológico’ anual puede pasar por lo que dictaminen mañana los técnicos y responsables municipales, ya que es cuando está previsto que se reúnan y tomen una decisión al respecto: suspensión definitiva o una nueva fecha para realizar el desfile en cuestión de días. El propio alcalde salouense, Pere Granados, adelantaba al Diari que «se evaluará si se puede llevar a cabo el próximo 11 de septiembre por la tarde», haciéndolo coincidir con la festividad de la Diada de Catalunya. El objetivo es tratar de recuperar el festejo, retrasarlo una semana y lograr que los participantes no se desanimen, guardando las indumentarias en sus casas hasta dicha fecha.
Porque ayer por la tarde todo estaba preparado para volver a disfrutar de una celebración que tanto gusta a los salouenses. Solo un hecho diferenció a lo acontecido ayer a lo de hace un año: esta vez no hubo rayos y truenos. La temporalidad de la tormenta de lluvia fue menor, pero fue lo suficientemente intensa para dejar anegadas las calles de la capital de la Costa Daurada. Especialmente afectada quedó la calle Barcelona, por donde debían transcurrir los cientos de participantes, artistas y animales (ocas y caballos). El peligro de cualquier suceso imprevisto era grande y se optó por la prudencia.
«Es una lástima», se lamentaba Pere, que había acudido desde Tarragona con su familia para ver la celebración. «Nos han dicho que es bonita y espectacular», apuntaba Tere, una turista avarra que hace un par de días acababa de llegar a Salou.
Hasta los turistas extranjeros se quedaron aguantando el chaparrón, enfundados en chubasqueros, para ver si se reemprendía el desfile, que había arrancado en el Teatre Auditori (TAS) con las primeras y dispersas gotas de lluvia. Una vez que el grupo de gaiteros y tambores, que cerraban la marcha, alcanzaron la Torre Vella, empezó a caer ‘la mundial’.
Daba pena ver cómo las ocas se agrupaban a las puertas de la Torre Vella esperando que se produjese el milagro y parara de llover. Y, entre risas, de los reunidos en su interior se apuntaron dos posibles ‘soluciones’: «que el Ayuntamiento contrate un meteorólogo anualmente para esta fecha y que PortAventura nos deje alguna avioneta para dispersar las nubes. Aunque solo sea para un día como este» Y entre esas risas quedó la emoción y la esperanza de que el desfile pueda llevarse a cabo este año. Una esperanza que unió a nobles y plebe.