«Estoy enfermo, pero te aseguro que vivo el mejor momento de mi vida»

Cambrils. Hace casi un año le detectaron ELA, aunque la dolencia no impide ser feliz 
a Siscu Morell. Arropado en su familia, valora cada momento y se siente querido

27 junio 2021 06:10 | Actualizado a 27 junio 2021 06:34
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Conozco a Siscu desde hace tiempo, de hecho creo que me conoce más a mí que yo a él, lo que nunca imaginé es que un día nos íbamos a encontrar para charlar de aspectos tan puros y esenciales. Francesc Morell Ruhí (Cambrils, 1966) siempre se ha comportado como el mayor de tres hermanos, Jomari y Mercè, todos queridos en la zona del puerto, ya que frecuentan una de las licorerías más emblemáticas de Cambrils, la Bodega Morell. Perdieron a su padre de jóvenes, una experiencia que les ha hecho la piel dura y les ha reforzado el valor de la alegría.

La imagen que siempre guardo de Siscu se relaciona con la de un tipo sonriente, adepto al Barça y amante de su pueblo. Cada vez que he visitado la bodega se ha interesado por mis viajes con el Reus y mi experiencia profesional, además de gastarme bromas inacabables. Dispone de un sentido del humor increíble, primero se ríe de él y luego del resto de la humanidad.

Hace unos días le reclamé y me citó en su despacho, justo en la misma calle de la licorería, en los bajos de su casa. Reconozco que, de camino al encuentro, el respeto me inundaba. La quedada no se fraguó para contarnos chistes, hablar de fútbol y aconsejarnos vinos. A Siscu le detectaron Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) el pasado 14 de julio de 2020, se trata de uno de los 3.000 casos que ahora mismo hay en España. Lo había intuido unos días antes, aunque en algún lugar pequeño de su interior quedara cierta esperanza. No pudo esquivar el diagnóstico. Desde entonces, su vida ha sufrido un vuelco inevitable, aunque la nueva realidad le ha servido para convertirse en un ser humano admirable.

La lucha contra la depresión le desgastó, se aisló del mundo en los primeros meses. No soportó el shock psicológico inicial que le derivó a situaciones límite. Lloró mucho en soledad y apenas quería relacionarse con nadie. «Me equivoqué. No atendí a la gente que tenía a mi lado y sólo quería marcharme, pensé que estorbaba» reconoce. El punto de inflexión para el cambrilense emergió tras su ingreso en un centro de salud mental, justo el último día de 2020, un día con tintes dramáticos. «Allí me di cuenta de que fuera había personas muy importantes a las que necesitaba prestar atención». Sobre todo su mujer, Joana, y sus dos hijos, Francesc y Óscar. Muchas veces resulta necesario tocar fondo para recobrar el impulso.

Joana se ha volcado en cuerpo y alma en el día a día. Su fortaleza ha contagiado a Siscu, que hoy ve el presente desde un prisma optimista, arropado en su familia. No se cree víctima y detesta las miradas de pena. La ELA le ha privado de mucho bienestar, pero le ha permitido conocer a personas que sin la dolencia no hubiera conocido nunca, entre ellos el exportero y extécnico del Barça, Juan Carlos Unzué, que padece la misma enfermedad y que le ha ofrecido una colaboración inmensa, totalmente altruista. Los dos andan atendidos por el mismo cuerpo médico, liderado por la doctora Mónica Povedano. El nadador Daniel Rossines se ha convertido en otra fuente de inspiración para el cambrilense. Rossines realiza colaboraciones diarias en la lucha contra la ELA. «Juan Carlos y Dani son dos tipos íntegros, es un placer aprender de ellos», reflexiona.

La ELA ya le ha limitado la movilidad en las piernas, aunque la dificultad no le ha impedido construir un nuevo ideario vital. «Al principio me decían que debía vivir día a día y yo creo que están equivocados; vivo cada momento. Mira, ahora estoy aquí contigo y sólo existes tú. Antes, hubiera pensado en las facturas y en miles de cosas a la vez. He aprendido a disfrutar cada instante». Unzué le animó a subirse en la silla de ruedas no hace mucho, a los dos ya se les ha visto rodando por el paseo. «De broma siempre me dice de hacer unas carreras», añade sonriente, porque Siscu ha recuperado las ganas de reír y eso en casa lo agradecen. «Los que tienes a tu lado son un reflejo de ti. Si tú estás contento, ellos también».

Casi un año después del diagnóstico, Francesc Morell ha conquistado su paz personal, no huye de la gravedad de su situación, pero se siente feliz, instalado en un equilibrio emocional que habla muy bien de su personalidad y de su solidaridad. «Estoy enfermo, pero te aseguro que vivo el mejor momento de mi vida. La familia y los amigos están a mi lado y me siento muy querido». En su nombre, Cambrils ya ha inaugurado una campaña contra la ELA, con la iniciativa del Vi Solidari y la Travesía a nado del 22 de agosto. El ejemplo de Siscu es el orgullo de los suyos.

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