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La llegada del verano y el fin de la pandemia alertan a vecinos de la costa por los ruidos

Establecimientos nocturnos, vehículos, obras, ladridos o convivencia vecinal representan muchas de las quejas ante la época del año de ‘ventanas abiertas’. Los ayuntamientos toman medidas

06 mayo 2023 20:49 | Actualizado a 07 mayo 2023 07:00
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La contaminación acústica, que afecta de manera agresiva en muchas ciudades y especialmente en verano por el efecto de ‘ventanas abiertas’, es un veneno invisible que provoca un deterioro de la calidad de vida y de la salud de los ciudadanos. Son muchos los vecinos de municipios de playa de la Costa Daurada los que se quejan e incluso exigen que las Administraciones ejerzan sus competencias en esta materia.

Algunos expertos consultados resaltan que el fin de la pandemia (con mayor capacidad de movimiento de la población incluso a la etapa previa) y la llegada del calor en verano hacen que los ruidos «sean incompatibles con el correcto descanso».

Fue el pasado 26 de abril cuando se celebró el Día Mundial contra el Ruido. A solo unas semanas de que se produzca una llegada importante de turistas a la Costa Daurada, han sido varios los vecinos de diferentes localidades los que han querido incidir en el tema. Una de las que suele levantar la voz más a menudo sobre el tema es Pilar Roig, presidenta de la asociación de vecinos de Salou Este, que ha denunciado reiteradamente que algunos establecimientos musicales nocturnos «incumplen la normativa poniendo la música a todo volumen» incluso en terrazas exteriores que no tienen permiso para ello. Roig recuerda que, años atrás, «establecieron nuestro barrio como la única parte del municipio en que se podían abrir establecimientos musicales y de ocio nocturno. Esa zonificación, apoyada con un mapa de contaminación acústica mal hecho, dan a la zona la capacidad de mayor ruido de todo el municipio. En 2004 hacen el mapa acústico. Mapa que se les discutió, pero que llevaron adelante sí o sí, y que luego en 2015 modificaron, otra vez erróneamente, con el único objetivo de mantener en dicha zona el máximo nivel de capacidad de ruido en todo el municipio. Ahora estamos clasificados como zona acústica B2».

Pero Salou es solo uno de los muchos ejemplos de la preocupación vecinal por los ruidos, especialmente en verano. También ha habido quejas en Torredembarra, Cambrils, Roda de Berà, Vandellòs i l’Hospitalet de l’Infant o Vila-seca.

Primero, aviso; después, multa

Precisamente, en esta localidad el concejal de Serveis Generals, Seguretat i Civisme, Josep Toquero, pone en valor la función de los agentes de la Policia Local, asegurando que «el operativo policial, antes de levantar acta o denuncia, siempre lleva a cabo un primer aviso e informa de la normativa municipal».

En Vila-seca, entre enero del año pasado y marzo de este año, se recibieron 490 llamadas por el tema de ruidos: 110 por convivencia vecinal (arrastrar muebles, gritos, etc), 96 por ladridos de perros, 65 por bares y terrazas, 81 por música en pisos particulares, 83 por obras y 55 del sonido de falsas alarmas. De todas ellas, solo se tramitaron 24. Es decir, el 5%.

«En verano es cuando lo pasamos peor», afirma Luis, un vecino de La Pineda que recuerda los ruidos que se generaban tiempo atrás mientras estaba abierta la discoteca Pachá. El establecimiento nocturno cerró puertas definitivamente hace un par de años ante la imposible inversión en insonorización del local. «Aquello nos supuso mucha más tranquilidad –detalla Luis–, pero ésta es una época del año en que quieras que no, al dormir con la ventana abierta siempre entra ruido de bullicio de noche. Ya no te cuento cuando hay grupos de gente que sale por la noche», añade.

Antecedente de chiringuitos

El año pasado ya hubo numerosas quejas también en Cambrils por el ruido de los nuevos chiringuitos. Entonces fueron varios los vecinos que se quejaron del ruido de los grupos electrógenos y del exceso de sonido de los conciertos que se celebraban los fines de semana en esos locales. Fue el propio consistorio cambrilense quien recordó a los empresarios del sector el cumplimiento «estricto» de las condiciones contractuales. Los vecinos vuelven ahora a hacer hincapié en ello, tratando de adelantarse a lo que pueda ocurrir con la llegada del verano.

En Vandellòs i l’Hospitalet, durante el pasado año 2022, un porcentaje alto de las actuaciones al respecto vinieron dadas por quejas vecinales, especialmente por actividades en domicilios particulares (horario de 22h-08h). En estos casos fueron habitualmente por alto volumen de música o fiestas privadas. En esos casos, hubo presencia policial y mediación, que suele terminar la intervención (con advertencia de denuncia si no cesa el ruido). También hay casos en que las molestias vienen producidas por animales de compañía (habitualmente animales solos en un domicilio). En esos casos el consistorio suele actuar en base a la ordenanza municipal de animales de compañía aunque la ordenanza municipal de ruidos también recoge la infracción.

El propio Ayuntamiento de Vandellòs i l’Hospitalet apunta que «hay otros casos menos habituales. Son las quejas por molestias en trabajos de construcción, operaciones de carga y descarga fuera de los horarios establecidos por las ordenanzas municipales y aparatos de aire acondicionado de establecimientos y compresores de cámaras frigoríficas (hoteles, restaurantes...)». Durante el año 2022 no se tramitó ninguna denuncia por infracción a las ordenanzas municipales de ruidos en el municipio.

Hace solo unos días, Yomara García Viera, presidenta de la asociación de Juristas contra el Ruido, incidía en que «los ciudadanos están siendo sometidos a una tortura acústica» debido a la vulneración de las normas vigentes que «no se aplican debidamente ni en tiempo ni en forma con expedientes que se dilatan meses y que acaban caducando, mientras la gente sigue sufriendo sin que se resuelva el problema».

Cualquier ruido por encima de los 80 decibelios ya presenta un peligro para la audición. Ahora, cuando se avecina el buen tiempo, ha sonado la voz de alarma entre vecinos de zonas de costa con mayor concentración de visitantes. Quieren advertir, no amenazar. «Por lo menos, que se escuche nuestra voz, no los ruidos», dicen.

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