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Mario García se ríe de sí mismo. Lo hace abiertamente, sin complejos. Pocos pueden decir lo mismo que el líder del PP de Salou en precampaña o en campaña. En su página de Facebook combina mensajes políticos, efemérides o actos con sus compañeros de filas, y otras historias que sacan una sonrisa y transmiten una personalidad que supera con creces su escasa estatura física, un atributo que lejos de empequeñecerle lo agrandan y no le supone ningún problema.
Algunos dicen que Mario es pequeño pero matón. Matón no lo sé pero testarudo hasta la saciedad, sí. No tiene complejos por su estatura física o que su nombre se vincule a un videojuego, ahora tan de moda gracias a la última película de la factoría Universal.
En enero este abogado de Salou anunció que repetía al frente de la lista del PP en Salou, la cuarta intentona para ser alcalde a sus 49 años de edad. Estuvo a punto de ser el batlle en la legislatura de 2011 a 2015, pero le zancadillearon.
Como dijo en su día Mariano Rajoy: «Es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde». Quizá el único que entendió la frase del ilustre gallego fue Pere Granados quien se desdijo del pacto de 2011 e impidió que el PP asumiera la Alcaldía en el último año de la legislatura (2014-15). Mario García y el resto de ediles del PP se fueron a la oposición y allí se han quedado desde entonces.
El anuncio de la presentación de su candidatura este enero ha ido acompañada de mensajes en las redes de un candidato que se expone sin complejos. Mario ha salido en redes luciendo estatura y riéndose de sí mismo. Incluso hacía coña de que ahora puede entrar en el Ejército porque ya no hay límite de altura, aunque ya tiene su propia mili en los plenos salouenses.
El líder del PP de Salou tampoco ha perdido la oportunidad de fotografiarse con el personaje de los videojuegos Mario Bros y aprovechar el tirón de la película de Universal para hacerse autobombo. Quizá la mejor manera de darse a conocer es siendo uno mismo, quitándose el corsé que muchas veces imponen las siglas.
