Port Torredembarra vetará al ocio nocturno en la nueva concesión

La sociedad termina la concesión de 30 años en noviembre y ha iniciado el trámite con la Generalitat para conseguir una prórroga. Los locales con horario de madrugada han sido un quebradero de cabeza con el resto de actividades náuticas que se ofertan

08 febrero 2022 22:00 | Actualizado a 13 febrero 2022 13:12
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Port Torredembarra SA termina la concesión de 30 años a finales de año. Para poder renovarla, la actual sociedad (configurada por el Ayuntamiento, FCC y Nauplia -el socio mayoritario) ha iniciado los trámites para que la Generalitat les permita continuar mediante el sistema de prórroga, una opción contemplada en la Llei de Ports que permite ampliar la concesión sin necesidad de convocar el concurso.

El proyecto que ha definido para esta etapa Port Torredembarra tiene diferentes apartados, uno de ellos es aumentar la capacidad de operación en el varadero, otra estimular convenios para vincular estudios que permitan formar nuevos profesionales vinculados al mundo de la náutica y un tercer apartado sobre qué tipología de negocios deben complementar el amarre de barcos.

El capitán marítimo de Port Torredembarra SA, Oriol Milà, explica que con estos 30 años de experiencia en la gestión de esta zona portuaria se puede definir qué actividades y usos hay que conservar y potenciar y cuáles ya no tienen sentido, en esta nueva etapa.

Uno de los aspectos que se pretende suprimir de los usos de los locales comerciales que complementan la oferta náutica y los amarres es la posibilidad de generar negocios vinculados al ocio nocturno. «Esta actividad en los puertos ya no tiene sentido. En nuestro puerto, en verano puede haber 200 personas que decidan pasar la noche en su embarcación y por tanto, desean tranquilidad. No es de recibo que tengas locales abiertos hasta altas hora de la madrugada»

Además de la necesidad de compatibilizar descanso con actividad comercial, Milà admite que los problemas de seguridad que han acarreado en Torredembarra (y también en otros puertos del litoral catalán) son un ejemplo de que esta tipología de negocios no tienen ya sentido en un puerto deportivo. «Hay que complementar la oferta de negocios a la actividad náutica», remarca Milà.

Los mismos amarres

El proyecto que ha tramitado la sociedad con Ports de la Generalitat quiere modernizar instalaciones, reubicar servicios, apostar por energías sostenibles, pero sin ampliar aforo.
Actualmente, el puerto deportivo tiene 760 amarres, unos 60 menos de los que ofertaba en sus inicios. La razón de la reducción de oferta viene dada por la necesidad de buscar una embarcación más grande y dejar en una marina seca las que sean pequeñas. Actualmente los amarres están totalmente alquilados y las embarcaciones tienen entre 6 y 30 metros de eslora (longitud) en un público mayoritariamente español (catalán, aragonés, navarro, vasco y madrileño), pero con una importancia presencia de extranjero (un 30% del total) formado por franceses, holandeses, belgas y alemanes.

Esta fidelidad de los clientes ayuda a la hora de diseñar cuáles son sus necesidades. La primera, por ejemplo, es el descanso anteriormente comentado y por tanto sobra el ocio nocturno dentro de las instalaciones. Otra de las áreas que perderá espacio es la comercial. «Tiene poco sentido una oferta cuando el paseo de la playa hay más espacio y la concurrencia de público es más alta», razona Milà.

La continuidad del ente gestor del puerto depende de que la Generalitat admita el proyecto que presenta la sociedad. «No sabemos cuándo será, pero queremos saberlo cuanto antes para poder trabajar en el futuro», concluye. 

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