Un ‘pueblo’ de 50.000 m2 se mete de lleno en el centro de Cambrils

¡Menudo día de perros! ¿Saben esa sensación que te queda en el cuerpo después de pasar horas y horas haciendo, literalmente, lo que a uno le apetece, sin importar nada más que eso? Pues estas son las ganas que se me quedaron a mi después de estas, solo un rato (¡tenía que escribir estas líneas!) en la 64a Fira de Cambrils que precisamente, termina hoy. Se lo digo ya, por si quieren cerrar el periódico y salir volando hacia allá, pero les advierto: quizá hoy pasen un día de locos, un día de película... Pero no tiene por qué ser, como el de ayer, de perros.

Básicamente se lo aclaro porque dentro de los tres días de feria, el del sábado estaba específicamente dedicado a las mascotas. Sí, ayer la temática de la feria giró entorno al Pet Friendly Day. Y me dirán (con razón): ¡Oiga, que los perros no son los únicos animales de compañía que hay en el mundo! Vale, pero qué quieren que les diga, la frase me vino como anillo al dedo y, además, en la caminata popular mañanera de 5 kilómetros que casi sirvió para dar los buenos días al segundo día de feria, estos amigos de cuatro patas eran los que más se dejaron ver.

Más allá de esto, y antes de pasar a otra cosa, una curiosidad que me pareció bonita: paseando por los 50.000 metros cuadrados de recinto, me topé con una de las decenas y decenas de paradas que, no me pregunten por qué, me llamó la atención. Tenía una foto de un can expuesta y pensé «carai, que acertado para el Pet Day», así que intercambié cuatro parlabras con Aida, la propietaria de esa empresa del Casalot (en Miami Platja) que resultó llamarse Leo&Indi. Aida me explicaba que «vendemos todo tipo de accesorios para perros», pero lo llamativo era que «no se hacen aquí, sino que la gran mayoría los hacen mujeres indígenas en México y, los arneses con correas, se hacen con tejidos wayuu en Colombia». Yo no sé a ustedes, pero a mi me invadió una sensación de «¡ay, qué bonito!» que todavía me dura.

Stands para todos los gustos

Dicho esto, procuremos cambiar el chip, porque vale que ayer era el Pet Friendly Day en la Fira de Cambrils, pero las actividades, el recorrido, el ambiente y muchos otros etcéteras también te invadían en otras muchas sensaciones. Por ejemplo, les explicaré algo: yo quise aprovechar ese día para buscar una pulsera de turmalina. Pensé que encontraría en seguida en casi cualquiera de las paradas de toda la feria.

Pues no. No fue tan fácil. ¿Y saben por qué? Porque allí hay stands de absolutamente (y cuando digo absolutamente, es literal) todo tipo de artículos. ¡Eh, ojo! Menos café. Sí, como lo oyen. Bueno, esto no es, por suerte (soy extremadamente cafetera) algo que hubiera sufrido yo. Lo sufrió Natalia Garcia, la propietaria de Cuquibrand, una empresa que ofrece artículos personalizados a gusto del cliente, hechos a mano y dirigidos a la mayor variedad de clientela posible, desde pequeños hasta adultos, ya sean hombres o mujeres. A Natàlia, cuyo stand estaba en el recién inaugurado espacio Nomad, le pregunté si tenía pulseras de turmalina. Y me explicó que no hubo forma humana de encontrar un lugar en el que le hicieran un café. ¡Tuvo que salir de la feria a buscarlo! En ese ratito, dejó el stand a cargo de una amiga y una clienta le compró un colgante para el móvil. Feliz estuvo ella con su café y con su venta.

Y ahora, antes de volver a cambiar el chip, no les dejaré con la duda y sí, finalmente logré encontrar mi pulsera de turmalina.

La feria ‘de toda la vida’

Ayer, cuando llegué a la Fira Cambrils, lo primero que hice fue dar el paseo por la avenida de Charles Darwin, antes de meterme en el Parc del Pinaret, donde había el espacio Nomad. Allí había la feria se siempre, la de ‘toda la vida’, y lo digo así porque este año es el primero que en la feria hay el espacio Nomad.

A lo largo de toda la avenida había expuestos coches, motos, maquinaria agrícola, un sinfín de concesionarios que mostraban sus relucientes vehículos a la espera de que alguien los viera como un caramelo al que uno no se puede resistir. Y, junto a ellos, la feria, ahora sí que sí, más golosa: los scalextrics gigantes, los coches de choque, los caballitos, las colchonetas, los algodones de azúcar, las manzanas recubiertas de caramelo (’hacía años que no las veía!)... y niños, muchísimos niños alucinando junto con sus padres les diría que disfrutando a la par pero oigan, soy madre de una niña de 5 años y un niño de 9 y no les voy a engañar, un poco estresados, iban. Pero qué más da, eran felices porque sus hijos lo eran, lo son y lo serán.

Y ahora, ya solo me queda reconocer lo evidente: No tuve tiempo para más. Porque, como ya les he dicho, tenía que escribir estas líneas y no pude pasar mi día ‘de perros’ entero en la Feria de Cambrils. Por tanto lo reconozco: me faltaron por ver infinidad de cosas, ser testigo de incontables de actos y probar sin cesar, decenas de actividades. Pero el tiempo no me daba para más, ni siquiera para unas patatas bravas que con mucho gusto me habría comido (ese olor trae loco a cualquiera).

Así que les voy a resumir lo que no vi, pero, disculpen, no se lo podré explicar. Hubo castells, una diada en la que participaron los Xiquets de Cambrils y los Xiquets de Torredembarra. También hubo una exhibición de agilidad de nuestros amigos perrunos. Y espectáculos de circo.. ¡Y magia!. ¡Ah! ¡Y globoflexia! Además, música, vermuts, exhibiciones de skate, maridaje de vinos, cuenta cuentos y presentaciones de libros. Y seguro que me dejo cosas...

Entonces, ¿qué? ¿Han aguantado hasta aquí y todavía no han cerrado el periódico? ¡A qué esperan! Todo esto que les acabo de contar sigue vivo. Pero mañana, este ‘pueblo’ de ensueño que se ha colado en Cambrils, desaparecerá. Yo de ustedes saldría corriendo. ¿y que tengan un feliz día de lo que sea!