Vecinos de Carles Buïgas de Salou se quejan por las molestias causadas por locales de ocio

Las largas colas a las puertas de los establecimientos nocturnos y los ruidos son motivo de protesta al Ayuntamiento

17 abril 2022 14:40 | Actualizado a 17 abril 2022 14:54
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Desde que el 18 de junio del año pasado se inaugurara la remodelación del primer tramo de la avenida Carles Buïgas de Salou (el que comprende el que va de la plaza de la Font Lluminosa y la Avenida Andorra y hasta la calle Murillo), parecía que la mejora redundaría en beneficio de todos los habitantes y comercios de la zona. La rehabilitación tenía por objetivo convertir el espacio en una zona habilitada principalmente para peatones, con aceras más anchas y eliminando el paso de vehículos por este punto.

Sin embargo, diez meses después y una vez liberadas ya buena parte de las restricciones ocasionadas por la Covid, numerosos vecinos de esta emblemática avenida de la capital de la Costa Daurada se han quejado (incluso al Ayuntamiento) de «los graves problemas que ocasionan las abundantes aglomeraciones de gente ante las puertas de algunos de esos locales de ocio».

Recuperar el tiempo

Algunos, como Aniceto, dicen entender que «tanto los jóvenes como las discotecas quieran recuperar el tiempo perdido, pero ello no es óbice para que tanto Carles Buïgas como la calle Bilbao vuelvan a concentrar a muchos jóvenes que, aprovechando la Semana Santa, han rienda suelta a su incivismo. Y eso ha vuelto a Salou».

La propia Asociación de Vecinos Salou Este ha llegado a emitir un comunicado, haciéndolo llegar al mismo Ayuntamiento, en el que se asegura «estar hartos del ruido y de la imposibilidad de descansar, de dormir. El ruido y las vibraciones viola nuestros domicilios, aún sin abrir las ventanas, atacando los derechos fundamentales al descanso de más de 1.000 familias, en beneficio de una docena de negocios».

Antonio, otro residente en Carles Buïgas, apunta al Ayuntamiento: «tienen pasividad en este tema. Remodelaron la calle para poder pasear por ella y ahora resulta que muchas noches tendremos que pasar solo por uno de los laterales. Además, está el tema de los ruidos... Hay que tomar cartas en el asunto ya». Por eso pide que se multe a locales que permitan estas conductas y a los particulares «por su falta de civismo. Es una tortura para los vecinos».

Mientras crece el enfado, los residentes alegan que el Ayuntamiento debe hacer cumplir su propia normativa, dando calidad de vida a los vecinos y sancionando a «aquellos establecimientos que no respetan las leyes».

Ayuntamiento y empresarios

A este respecto, fuentes municipales señalan que «las quejas tienen unos focos y orígenes concretos y puntuales. Todos los locales deben cumplir la normativa vigente; por ello, se actúa de oficio y a través de denuncias de los vecinos» y añaden que «el alcalde se reúne, habitualmente, con representantes de las asociaciones vecinales para escuchar sus propuestas e informarles. Las reuniones son normalmente ‘in situ’, como en este caso, y tienen la finalidad de visitar los lugares que los representantes de los vecinos creen oportuno».

También aseguran que «Salou tiene una oferta de ocio de calidad y la mayoría de los locales de ocio nocturno cumplen las normas y hacen compatibles sus actividades con el derecho al descanso. Los incumplimientos se sancionan» y que el consistorio «será muy estricto con aquellos locales que incumplan las normas y perjudiquen el descanso vecinal».

Finalmente, los empresarios del sector creen que la actual circunstancia de gente haciendo cola para entrar en sus locales «es coyuntural». Eduardo Abenójar, presidente de la asociación ABROS, remarca que «justamente en esta semana se ha dado la tormenta perfecta. Se han juntado varios factores: dos importantes torneos de fútbol que han traído a muchos jóvenes, la salida de todos ellos tras la época de pandemia y que parecen haberse acostumbrado a vivir en la calle. De hecho, era así mientras hacían botellones». Está convencido de que ese aspecto cambiará en verano pero reconoce que «ahora es una avalancha de jóvenes. Es fácil ver colas de 300 personas a las puertas de los locales».

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