Cine. 'El lodo', secretos en La Albufera

La luz de La Albufera es fácilmente perceptible recientemente en películas como El desentierro (2018), El silencio del pantano (2019) o El Reino (2018) y, por supuesto, en la aclamada serie El Embarcadero. Si nos remontamos años atrás, la veremos deslumbrar en otro clásico de la televisión como Cañas y barro (1978).

Sin duda, La Albufera tiene una belleza de las que asustan. Lo demuestra que muchas de esas películas y series son thrillers oscuros en los que la fotografía y tramas ligeramente retorcidas sirven para adentrarnos en historias turbias.

Pero El lodo, cuyo rodaje tuvo lugar en pleno auge de la pandemia poco después del confinamiento, no logra esa sensación de inquietud e incertidumbre de otras obras. La presencia de Raúl Arévalo y los paisajes de humedales unidos en un thriller remiten a la exitosa La isla mínima de Alberto Rodríguez. Aunque una y otra están muy lejos en sus resultados, más bien escasos en el caso de la primera. El lodo también tiene otros referentes, como la excelente Perros de paja (de Sam Peckinpah, de 1971), La caza (de Thomas Vinterberg, de 2012) o Defensa (Deliverance) (de John Boorman, de 1972).

Son solo eso, referencias, porque el filme no funciona con la misma fuerza ni ritmo de dichos filmes de culto.

La Albufera es la misma que empleó Vicente Blasco Ibáñez para hablar de temas escabrosos, con fuerte carga dramática. Ahora, Iñaki Sánchez Arrieta, que debutó en 2020 con otros filme de suspense, Zero, plantea el conflicto medioambiental surgido de un modo natural para orquestar la trama y los personajes.

Ecología y modo de vida

Una fuerte sequía castiga los arrozales del levante. Cuando el paraje de Laguna Blanca recibe la distinción de Reserva Natural, un prestigioso biólogo (Arévalo) llega junto a su familia para protegerlo, pero se encuentra con la presión y las amenazas de los lugareños que ven peligrar su sustento y su modo de vida.

El joven cineasta no quiso localizar la historia en un lugar concreto ni tampoco identificar a sus habitantes como villanos.

El otro gran tema es la crisis matrimonial. Ahí es donde el drama se superpone al suspense y donde las miradas entre Arévalo y su esposa (Paz Vega) dicen más que los propios diálogos. Es la vertiente de la tragedia humana la que acaba arrastrándose por el fango.

'Querido Evan Hansen'

Adaptación cinematográfica del musical ganador de premios Tony y Grammy de Steven Levenson, Benj Pasek y Justin Paul que sigue la historia de Evan Hansen (Ben Platt), un estudiante de último año de preparatoria con un trastorno de ansiedad social severo, cuya carta para sí mismo, una que no estaba destinada a ser vista por otros, aterriza en las manos equivocadas de un compañero de clase que, como resultado, se suicida. Este incidente envía a Evan a un viaje de autodescubrimiento y le da la oportunidad de ser finalmente aceptado por sus compañeros y vivir la vida que nunca soñó que podría tener.

Sam Bloom es una madre que vive feliz con su marido y sus tres hijos. Un día un accidente la deja paralítica. Mientras ella y su familia luchan por adaptarse a su nueva situación, un aliado improbable se presenta en sus vidas en forma de un pájaro herido al que llaman Penguin por el color de su plumaje. La llegada de este animal es una bienvenida distracción para la familia Bloom.

Tras un asedio apocalíptico, ‘Zeros and Ones’ cuenta la historia de cuando el soldado estadounidense  JJ se abre camino en un mundo turbio y encerrado de miedo, paranoia y esperanza a la sombra de un Vaticano hecho pedazos. Varado en Roma, se embarca en el viaje para descubrir y defenderse de un enemigo desconocido que amenaza al mundo entero.

Un científico contacta con la hija de una asesina en serie para proponerle participar en la prueba de una tecnología experimental. El objetivo es introducirse en la mente de su madre, que en la actualidad se encuentra en coma, para comunicarse con ella. Pero el experimento no sale según lo planeado y acaba despertando los demonios del pasado de una forma inesperada y... ¿sobrenatural?

Valentina sueña con ser trapecista, pero cree que nunca podrá conseguirlo por tener síndrome de Down. Su abuela -que le enseña a jugar al ajedrez y un montón de canciones- la anima siempre a seguir adelante: «Si las orugas consiguen convertirse en mariposas, nada es imposible. Nunca debemos perder la ilusión ni las ganas de aprender». Pero la niña no está muy convencida, piensa que un gusano es demasiado asqueroso para convertirse en mariposa.

María y Verónica son dos inmigrantes españolas de diferentes generaciones que se encuentran en un hospital en Bélgica. Allí comienzan a forjar una relación de amistad hasta que un acontecimiento llevará a María, la mayor, a emprender un viaje al sur de España en busca de la familia de Verónica. Allí, María comenzará a cuestionarse sus más sólidos principios.