Eva García Sáenz de Urturi: «Leonor de Aquitania echó pulsos de poder con la misma Iglesia de Roma»

La ganadora del Planeta teje en ‘Aquitania’ un thriller histórico con los avatares de una mujer que fue consorte de Francia y de Inglaterra

18 diciembre 2020 10:38 | Actualizado a 08 enero 2021 15:36
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Eva García Sáenz de Urturi (Vitoria, 1972) es autora, entre otras obras, de la Trilogía de la Ciudad Blanca formada por El silencio de la ciudad blanca, Los ritos del agua y Los señores del tiempo. Este pasado 2020 se erigió como la flamante ganadora del Premio Planeta con Aquitania, un thriller histórico repleto de conspiraciones, asesinatos y traiciones, protagonizado por Leonor de Aquitania, una de las mujeres más brillantes del Medievo.

¿Va a volver a visitar a Leonor para dedicarle este premio?
Cuando sea posible. Si no llega a ser por este año de Covid-19, ya habría ido a la abadía de Fontevrault con el libro. He estado muy cerca de cumplir mi promesa.

«No habrá una segunda parte de Leonor. Si pongo en una balanza la literatura en un lado y mi vida en el otro, pesa más mi vida»

¿Qué sintió ante su tumba?
Fue una sensación muy física tras documentarme dos años y medio. Estar ante su efigie, una escultura yacente que ella misma proyectó, aunque sus huesos hubieran desaparecido. También está su marido, Enrique Plantagenet y su hijo, Ricardo Corazón de León. 

¿Qué ocurrió con los huesos?
Desaparecieron durante la Revolución francesa. Se hizo una especie de revisionismo histórico destructivo como está sucediendo ahora con las estatuas de Cristóbal Colón. Murió en 1204 y estuvo allí medio milenio, pero ahora ya nadie sabe dónde están sus huesos ni los de Ricardo Corazón de León.

¿Se ha especializado en venenos?
Hay mucho manual de venenos, contravenenos y alucinógenos. Me traje de Poitiers absolutamente todos los aspectos que me interesaban, los oficios aquitanos, la cocina, me hice mis cursos de pigmentos naturales... En el caso de Luy Capeto quería que fuera iluminador de códices medievales. Le venía muy bien a la sensibilidad que tenía. Busco la sensación de inmersión, que cuando el lector salga de Aquitania, sepa cómo se vivía allí hace 800 años y haya sentido que ha paseado por el Medievo.

«Estar ante su efigie fue una sensación muy física, aunque sus huesos desaparecieron. Es una escultura yacente que ella proyectó»

¿Luy Capeto era así de amoroso?
Sí. Pero después de la masacre de Vitry le cambió mucho el carácter. Nunca se lo perdonó. Comenzó con los ayunos, a torturarse con los cilicios y a no tener más relaciones con Leonor, pese a que estaba enamoradísimo de ella. Todas las crónicas de la época así lo reconocen. O sea, que debía ser muy patente.

¿Y ella de él?
Las crónicas no lo dicen. Al final de su matrimonio Leonor dice de Luy que se había casado más con un monje que con un rey. Si no tenían ayuntamiento carnal, su papel en la corte de Francia como paridora de Capetos ya no tenía sentido. Toda la corte empezó la leyenda negra contra la reina porque ya no les era útil. 

Pero tuvieron descendencia.
En 15 años, dos hijas. En el Medievo se creía que si un matrimonio no tenía hijos, obviamente el fallo era de la mujer. Para ellos no existía el hombre estéril. Siempre era la mujer. Y por otra parte, si no daba varones, también seguía siendo estéril. No se entendía de otra manera. La sorpresa fue cuando se separaron y se casó con Enrique Plantagenet y en unos seis años le dio ocho hijos, cinco de ellos varones.  

Consiguió divorciarse.
Pese al horror de los Papas. La mujer hacía sus pulsos de poder con la mismísima Iglesia de Roma. Incluso el Papa trató de conciliar al matrimonio tras lo sucedido en Antioquía. 

En el Medievo se creía que si un matrimonio no tenía hijos, obviamente el fallo era de la mujer. Para ellos no existía el hombre estéril.

¿Fue cierto lo que ocurrió con su tío Raimundo de Poitiers?
Está claro que algo se rompió. De las crónicas francesas ha quedado que la reina se comportó de manera desleal en Antioquía. Y también que el rey la maltrató. Es cierto que Galerán la secuestró, la apaleó y la metió en un barco de vuelta a Francia. Fue la única vez que leí que ella enfermó. ¿Hasta dónde estuvo Luy detrás? No se sabe porque ella se quiso separar y él se oponía. 

Habla del estupro. Si sucede será tu culpa, le dicen a Leonor. Y hoy en día la percepción no es tan diferente.
Hay una revictimización social. Qué habrás hecho, el tema de la falda, a qué hora estaba la víctima en la calle, por dónde ha pasado... En eso no ha cambiado demasiado.

Me fascinó que su vida daba para mucho. Es decir, desde los 13 hasta los 82 años. Vestí esa primera etapa porque me pareció la más interesante al ser ella inexperta

Presenta una Europa poderosa en manos de adolescentes vulnerables al poder eclesiástico.
Y a los mentores. La figura de la reina regente con esos hijos menores de edad es muy común. Es el caso de Suger, por ejemplo. Él era quien susurraba a los oídos de Luy, el joven, quien tenía a un lado a Leonor y al otro, a Suger. Y eso es histórico. 

¿Quiénes eran los gatos aquitanos?
No encontré nada sobre el servicio de espionaje de los duques de Aquitania, pero pensé que tenía que haberlo, porque sí lo encontré, sobre todo en la corte de los Plantagenet. Está claro que el linaje más rico en esos momentos de la cristiandad, que son los duques de Aquitania, tenían que tener su propio servicio de espionaje. Entonces, me apeteció mucho ficcionar y darle una óptica muy épica. Que fuesen niños y niñas zurdos, seleccionados y que la gata aquitana más épica, Adamar, fuera una ancianita con pinta de inofensiva.

¿Por qué Leonor?
Me fascinó que su vida daba para mucho. Es decir, desde los 13 hasta los 82 años. Vestí esa primera etapa porque me pareció la más interesante al ser ella inexperta. Esos primeros años en los que se crearon poderosos enemigos fueron errores políticos muy torpes por parte de Leonor y Luy, como la masacre de Vitry o hacerle la guerra al duque de Champaña, cuando era el cuñado del rey de Inglaterra.

Tiene material para un segundo volumen.
Absolutamente, no. Si pongo en una balanza la literatura en un lado y mi vida en el otro, pesa más mi vida. Todos hemos vivido un confinamiento de tres meses. El mío ha sido de dos años y medio, pero en el sentido más literal de la palabra. Todo lo que quería contar de Leonor lo he volcado en esta novela.

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