Isabel Franc: «Me traté con quimioterapia por la presión social»

Basada en su propia experiencia, la escritora presenta 'Alicia en el mundo real', una novela gráfica con ilustraciones de Susanna Martín, en la que saca a la niña de Carroll de su maravilloso agujero para vivir, con ironía y humor, un cáncer de mama.  

18 diciembre 2020 10:59 | Actualizado a 03 enero 2021 15:35
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Isabel Franc debutó en el mundo de la literatura con su novela Entre todas las mujeres y es la autora, entre otras obras, de la trilogía de Lola Van Guardia (Con pedigree, Plumas de doble filo y La mansión de las tríbadas). Su estilo, caracterizado por el sentido del humor, combina la sátira, la ironía y la parodia en un universo donde las mujeres son las protagonistas. Basada en su propia experiencia, la cómica llega ahora con la novela gráfica Alicia en un mundo real, con ilustraciones de Susanna Martín (Egales Editorial). En ella, Alicia ya no vive en el país de las maravillas, sino que ha pasado por la experiencia de un cáncer de mama. Sin embargo, con su carácter, ha sabido darle la vuelta a la situación. Una visión mordaz que apunta hacia esos días mundiales que muchas veces no van más allá de un lazo, hacia algunos profesionales, que todavía hoy no consiguen empatizar con el paciente o hacia el estigma social. La novela, en castellano y en catalán, será una obra de teatro cuando se levanten las restricciones (http://isabelfranc.blogspot.com)

Alicia deja el país de las maravillas para darse de bruces con la realidad.
La Alicia de Lewis Carroll se aburre muchísimo en la realidad y cuando entra en ese agujero empiezan todas sus aventuras. La Alicia real, como se explica en el cómic, no se aburre nada. Siempre está estresada. Y cuando entra en el túnel de la enfermedad se encuentra con la realidad, que tiene que luchar para sobrevivir. Jugamos con esa metáfora.

Es una enfermedad estigmatizada y más para las mujeres, en el caso del cáncer de mama

Pinta muy mal el viaje a Ítaca
Entiendo el poema como una forma de ir por la vida. No como una batalla, sino como un viaje. Un viaje en el que pasan cosas, unas muy bonitas, también hay tormentas, viene la calma, encuentras oasis, vuelves a caer, ahora te ahogas, ahora sales. Y siempre estamos viajando hacia Ítaca. Es todo. Por ejemplo, cada día que cojo el coche para ir a Barcelona libro una batalla contra el tráfico.

Habla de estigma. ¿Todavía?
Como ejemplo curioso, cuando alguien se muere de un accidente o de infarto, en los medios se dice así. En cambio, si ha sido por un cáncer, se dice que se ha muerto…

Está muy bien hacer detección, mamografías, te detectan y te tratan, pero sobre todo, los esfuerzos se tienen que poner en la prevención. ¿Qué lo provoca?

De una larga enfermedad.
Exactamente. Sí que es una enfermedad estigmatizada y más para las mujeres, en el caso del cáncer de mama. 

¿Por la estética? 
No solo por la estética. También porque un pecho representa la parte fundamental de la feminidad. Y perderlo... Aunque en un momento determinado sea o no una parte funcional. Es decir, Alicia, cuando se mira en el espejo, reflexiona que habría sido peor perder un brazo. Es una pérdida grave, ¡qué me vas a decir a mí!, pero no es una pérdida funcional. Sin embargo, socialmente pierdes parte de tu feminidad. Los radiólogos de Can Ruti, donde me trataban, me contaban que hay hombres que rechazan a sus parejas porque consideran que dejan de ser mujeres completas y ahí el estigma se agrava bastante.

¿Qué fue lo peor a nivel emocional?
Los tratamientos, la paradoja de que tú estás sana, tienes algo pero no lo sabes, con lo cual haces tu vida normal. Y de repente cuando empiezan a curarte, enfermas. Y eso es muy difícil de asimilar. Encajar eso, para mí fue una de las cosas más difíciles. Y también el silencio. En la novela gráfica hay una escena sacada de la realidad en que una persona le dice a Alicia que se ha encontrado con otras amigas, pero no les ha dicho que padece cáncer. ¿Por qué? Se creen que te hacen un favor. Si me hubiera roto una pierna, sí se lo habría dicho. ¿En que situación me dejas a mí y a mis amigos? A esas personas no les permites que hablen conmigo. Esto fue muy duro.

¿Por qué hay un día internacional del cáncer de mama y no del cáncer de próstata? ¿qué hay detrás de todo eso? ¿Por qué el color rosa, tan relacionado con el género?

¿Es un homenaje a las mujeres, a las que han tenido cáncer y a las que podemos tenerlo?
Y a las personas que acompañan. A todas. Porque a veces quedan en un segundo plano y sufren muchísimo. En la novela están parodiadas en ese grupo de amigas, que todas quieren ayudar y al final agobian. Pero sí que es verdad que muchas veces las otras personas no reciben el reconocimiento que deberían por parte de los demás, porque se está muy pendiente del enfermo. Parejas, familias, amigas... También está muy dedicada a ellas.

Alicia siente que no ha ganado ninguna batalla. Que no es una heroína.
El tema de las metáforas bélicas me parece nefasto, cosa que con la Covid también vemos. Pongamos las cosas en su sitio. En la vida pasan cosas y tú las afrontas con la entereza y la fuerza que puedes. No soy una heroína quiere decir que voy a superarlo como pueda, no tengo por qué ser más fuerte. Después, existe esta especie de integrismo del pensamiento positivo con el que no estoy de acuerdo. 

¿Por qué?
Porque tienes derecho a enfadarte con el mundo, a rabiar, a llorar, a decir por qué me ha pasado a mí. Tocar fondo y seguir adelante. Un ejemplo claro es cuando te dicen que la enfermedad te ha enseñado mucho. A mí personalmente no me ha enseñado nada. O te dicen, y esto ya es fantástico, que gracias a ella has escrito el libro. No. La heroína soy yo, no la enfermedad. Pude escribir este libro a pesar de la enfermedad. No me quitó el sentido del humor, ni las ganas de vivir. Ni siquiera me quitó la mala leche.

Lo peor a nivel emocional fueron los tratamientos, la paradoja de que tú estás sana, tienes algo pero no lo sabes, con lo cual haces tu vida normal. Y de repente cuando empiezan a curarte, enfermas.

¿Qué ocurre con los miedos en el sexo, después de la intervención?
Es el miedo a un cuerpo diferente, a una parte que pierdes, que es una zona erógena muy fuerte. A la inseguridad, si ya tenías, pues que se te triplica. Lo que ocurre es que he querido reflejarlo porque quería generalizar. Por lo que he oído y me han explicado, con parejas masculinas hay de todo. Y en principio se suponía que entre mujeres la cosa tenía que ser diferente, pero tampoco. Las hay que somos más comprensivas y otras que no lo son tanto.

No es muy amiga de los días internacionales.
¿Se nota mucho? ¿Por qué hay un día internacional del cáncer de mama y no del cáncer de próstata? ¿qué hay detrás de todo eso? ¿Por qué el color rosa, tan relacionado con el género? Llevamos años intentando que no sea el rosa de las niñas y el azul de los niños. Todo el merchandising que hay detrás, la cantidad de ventas, las empresas que son rosafriendly... Cuando yo he hecho críticas, a veces me han dicho que las empresas lo emplean en investigación. Muy bien, pero ¿qué cantidad? Cuando se organizan marchas y actos, en realidad lo que se está fomentando es una cuestión muy comercial, que no repercute tanto en el tratamiento de la enfermedad. 

¿Qué debería hacerse?
Está muy bien hacer detección, mamografías, te detectan y te tratan, pero sobre todo, los esfuerzos se tienen que poner en la prevención. ¿Qué lo provoca? Pero es mucho más difícil porque si ahora se descubriera que la telefonía móvil provoca cáncer, por ejemplo ¿qué haríamos? Todo esto es lo que se tiene que decir para enderezar la lucha contra el cáncer. 

¿Cómo se siente cada vez que va a una revisión?
Ya he hecho la última, después de más de diez años. Una de las cosas que más me ha molestado es la poca posibilidad que me han dado de opinar. Las cosas son así y tienes que hacer esto. Y va por protocolos. Me pasó una cosa muy curiosa. Estaba en un hospital en el que me dijeron que el protocolo eran ocho sesiones de quimio, una quimio durísima.

Un pecho representa la parte fundamental de la feminidad. Es una pérdida grave. ¡Qué me vas a decir a mí! Sin embargo, Alicia, cuando se mira en el espejo, reflexiona que habría sido peor perder un brazo. No es una pérdida funcional

Lo recoge en ‘Alicia’
Sí. Yo le dije que pensaba que eran seis, a lo que me contestó, No me venga con rebajas. Entonces fui a otro hospital y allí el protocolo eran seis. Entre ambos, hay siete u ocho kilómetros de distancia. Evidentemente me cambié. ¿Por qué no he podido acceder a una información más amplia? ¿Por qué no me dejan decidir si quiero hacer un tratamiento o no? Hay una presión social y de la medicina muy bestia. 

¿Qué quiere decir?
Estuve investigando mucho si hacía la quimio y un médico me dijo una cosa muy interesante. Nosotros aquí recomendamos no hacerla, pero si mi mujer lo tuviera, le recomendaría hacer cuatro sesiones, porque la presión social es tan grande que aún iría en contra. Yo hice la quimio, no porque estuviera convencida de que me salvaría, sino por la presión social. Porque la gente de tu alrededor te quiere y te dice que la tienes que hacer. De lo contrario, me hubiera encontrado tan sola, que no sé qué hubiera sido peor. Creo en la fortaleza mental y el estar sola no te da fortaleza mental. 

¿La acupuntura la ayudó?
Era un tratamiento complementario y me fue muy bien. Mi acupuntora, que es una doctora china, me dijo que en China hay un factor que se considera crucial para prescribir una medicina o no y es que el paciente crea en ella. Si no crees en aquella medicación, no te hará el mismo efecto. Y esto aquí no se tiene en cuenta. Al final, Alicia es muy calimera, muy llorona, pero en el fondo tiene una actitud ante la vida y ante la enfermedad de tirar adelante. Ese es su espíritu. Es lo que dice la portada, que la vida después del cáncer ya nunca es igual… pero viene a ser lo mismo

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