Una mirada al conflicto del Mediterráneo

Tarragona. El reusense Aureli Ruiz expone ‘Save our souls’ en el Centre d’Art, en la Casa Canals, hasta el 30 de mayo

09 abril 2021 04:59 | Actualizado a 09 abril 2021 10:20
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«Save our souls, SOS, es una llamada de socorro, que quiere decir salvar nuestras almas. Y nos remite a un cansancio cultural, es la idea de una Europa que se soñaba blanca, permanente, eterna y con un progreso ilimitado. Pero de un tiempo a esta parte, sabemos que no estamos solos en el mundo y que además, a causa de políticas que han depauperado durante siglos y siglos a una parte del planeta, la otra no se conforma con vivir en ese lugar yermo y se empeña en venir aquí. De todo esto habla Aureli Ruiz, con sus recursos contemporáneos». Así presentaba el pasado miércoles el comisario de Save our souls, Eudald Camps, una muestra que se puede visitar hasta el próximo 30 de mayo en el Centre d’Art de Tarragona, ubicado en la Casa Canals. En la inauguración estuvieron presentes, asimismo, tanto el autor reusense, Aureli Ruiz, como el alcalde de Tarragona y concejal de cultura, Pau Ricomà, quien reconoció que «el territorio le debía una exposición como esta». 

La muestra está dividida en cinco espacios que «escenifican poéticamente el conflicto, la crisis del Mediterráneo», revela Aureli. En un viaje construido con «materiales pobres». Así, el «actor», como gusta calificar Aureli a los visitantes, encontrará «objetos aparentemente dispersos, deliberadamente extraños, incluso insignificantes, unos dibujos que parecen hechos por alguien que quiera ahorrar la tinta porque son realmente muy pequeños y que hablan de esta conciencia de fragilidad, de saberse pequeño, de que el sueño blanco, de primer mundo ha caducado, de que toca hacer balance, analizando y recuperando los restos del naufragio», puntualiza Camps.

Interpretación particular

Save our souls se inicia con una imagen del propio Aureli cubriendo el suelo, una fotografía del autor en posición fetal a tamaño natural, tomada por Enric Llevat y que contrasta precisamente con el diminuto trabajo plasmado en sus cuadernos. No lejos de este retrato, un contador de cuatro ceros que, en realidad, son infinitos. «Es una ironía. Vivimos en una sociedad en la que contabilizamos todo y estos infinitos nos hablan de esta imposibilidad de alcanzar el conocimiento», señala el comisario, por su parte. A partir de aquí, el artista reusense construye una narración que gira sobre el muro invisible del Mare nostrum. «Precisamente la guitarra, que es la última pieza del recorrido, apela a una canción de David Bowie, Héroes, que habla del muro de Berlín. Yo la recupero y la introduzco en el relato de la tragedia del Mediterráneo», señala Aureli.

«El artista es consciente de que el actor-visitante no se identificará automáticamente con las piezas. Con ello intenta hacerle sentir el punto justo de incomodidad, que le hará pensar. No se lo dirá. No se lo resolverá. Cada uno deberá interpretarlo, según su bagaje», dice el comisario. Así, encontrará un elemento con apariencia prácticamente hospitalaria, una defensa marítima o una máscara para el insomnio «que al mismo tiempo es símbolo de ceguera, de ver y no ver, como una parte de la sociedad ha decidido hacer», manifiesta Eudald. Y al final, una manta térmica a modo de tapiz gigante, que «crea como un espacio sagrado», en palabras de Aureli Ruiz. Sin embargo, lejos de lo divino, su funcionalidad es mucho más terrenal. Con ella se cubren los satélites gracias a los que tenemos cobertura en el móvil. Sí. Pero con ella también se abrigan los inmigrantes que consiguen llegar a las costas de la vieja e hipócrita Europa. Del mismo modo, los cadáveres de los que tuvieron menos suerte en la travesía y el implacable mar arrojó a la playa.

Save our souls intenta salvar esas almas que, como destaca el comisario, «ni siquiera sabemos si existen». En un recorrido que pretende ser una alternativa a la «saturación de información, a la fotografía pornográfica que a diario muestra, sin reflexión previa, la muerte y el dolor, de manera que esta acumulación de imágenes nos acaba insensibilizando», sentencia Eudald Camps.

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