Ana María Matute: el paradigma de la 'niña de la guerra'

Blackie Books recupera la importancia d ela figura intelectual de Ana María Matute en una antología esencial de su vida y obra

26 febrero 2022 17:03 | Actualizado a 26 febrero 2022 20:42
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Una multitud de niñitos taimados nos arremolinamos alrededor de «El libro de Ana María Matute» que publica ahora la editorial Blackie Books, una compilación finísima de retazos de la vida y obra de la autora de «Olvidado rey Gudú».

Este volumen se suma a la colección que alumbró el sello barcelonés al presentar para el gran público personalidades imprescindibles del siglo XX en España: genios creativos cuyos esfuerzos artísticos se centraron en explorar las posibilidades de vivir a través de las palabras y las imágenes.

Gloria Fuertes, Gila o Fernán Gómez acogen de este modo tan especial en su colección a «Ana Mary», y ofrecen un curioso mensaje a los lectores: tan solo al discrepar o, como dijese Carmen Martín Gaite, ‘descarrilar’ de lo real, allanaremos el camino para encontrarnos con los demás de manera auténtica.

Resulta imposible charlar en torno a esta curiosa «Antología de literatura y vida» sin glosar sus bondades físicas, todo un placer estético, y sin mencionar a Jorge de Cascante, responsable de la edición, así como de los distintos textos que amenizan una biografía elocuente que se construye ante unos lectores hipnotizados por los mundos de la Artámila y Gorogó.

La arquitectura del libro se revela con suma generosidad y belleza, y el hilo conductor del relato no es la propia Ana María Maute en sí misma, tampoco su obra literaria ni su peripecia vital. El núcleo que da vida a una narración gustosa, divina y repleta de bondad no es otro que el intento de descifrar la forma de estar en el mundo que tuvo esta magnífica escritora, instalada para siempre en un paraíso terrenal repleto de infancia.

Esta sería quizá la intención primera del editor, trazar una pesquisa intelectual alrededor de uno de los nombres más fundamentales que vertebran nuestra última tradición literaria: ¿Quién fue Ana María Matute? El viaje que nos propone Cascante… ¡ojalá no terminase nunca! Y es que este insólito lector navega con dulzura los pasajes tal vez más emblemáticos del proyecto narrativo de la Matute que dialogan con la vida que se va esbozando a través de las fotografías de archivo, de los documentos íntimos y de las piezas periodísticas motivadas o bien por el trabajo de nuestra escritora o bien por acontecimientos de su propia vida, como su primer matrimonio con el marido que denominó «El Malo». Esta maniobra de selección que eleva con creces el significado de la expresión «leer con cuidado y atención» también nos sugiere una leve advertencia.

Si creímos que Ana María Matute fue una escritora para niños nos equivocábamos de lleno. La representación del mundo, de sus mundos, siempre se entendió desde la mirada infantil, una elección desprovista de azar y que se comprende como el ‘leitmotiv’ de su obra. Matute cierra filas en torno a esta cosmovisión porque, como dicen por ahí, el origen de cada cual se debe al lugar donde por primera vez le dio el aire, y el de nuestra novelista es un aire que se detuvo abruptamente en la guerra civil, cuando solo tenía once años. Fruto de aquella suspensión temporal se alumbró un lenguaje que pronto urgiría de una escritura que le permitiese reordenar a su antojo el mundo a su alrededor. La impresión última que desliza el volumen en su cierre no es otra que la necesidad de desvincular la figura de Ana María

Matute del nombramiento atávico que comienza con «anciana adorable» y que termina en la consideración de «abuela», «madre », «tía» o cualquier otro apelativo o emplazamiento genealógico que tenga que ver con el hecho literario. Si por algo se caracterizaron las autoras de la posguerra española fue por la ruptura con aquella ansiedad de influencia a la que sus contemporáneos varones se veían atados y la discrepancia de tener que acogerse a un abolengo que justificase sus proyectos, en relación a las obras cultivadas por otras creadoras anteriores en el tiempo. La emergencia de transitar los parentescos desde un punto de vista horizontal solo nos llama a un replanteamiento del canon literario español para las autoras del medio siglo y de cómo advertimos el fluir del tiempo a propósito del establecimiento de una historia verdadera para nuestra literatura.

Matute es un paradigma de mujer de letras, al igual que lo fueron la ya citada Martín Gaite o la misma Rosa Chacel, pero no podemos olvidar que es la representante por excelencia del arquetipo de escritores que vivieron el conflicto en primera persona: desde la atenta mirada del niño al que nada se le escapa ni se le escapará nunca más.

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