Hace unos días que las camisas floreadas, los tatuajes y faldas ajustadas llenan las calles de Calafell. El ruido de una trolley lleva un inseparable protagonista como surgido de los años 50 estilo Betty boop.
Desde este miércoles y durante todo el fin de semana Calafell acoge el High Rock-a-billy, el festival que muestra el estilo, la diversión y la música de la América de los años 50 y que atrae a participantes de diferentes puntos de Europa.
El Calafell High Rock-a-billy es uno de los más célebres a nivel europeo que cambia a Calafell por unos días. Músicas jive, el bop y stroll suenan en los locales. Gorras, camisas, pantalones anchos. Grandes coches ámericanos de la época. Mucho maquillaje. Coloridos cócteles y fiesta casi sin parar.
24 conciertos
El High Rock-a-billy es también para los apasionados a esa estética y a su música una oportunidad para asistir a los conciertos en los que tocan los mejores grupos. The Rimshots, Smokestack Ligtnin, Los Volidos o Jonny Trouble. Por el escenario del pabellón Joan Ortoll pasarán hasta 24 grupos y 15 dj que pondrán música americana de los años 50.
Pero además de ese escenario principal hay otros puntos de actuaciones en diversas calles e incluso en la playa y que son de carácter gratuito.
El Festival es también un impulso económico para el municipio que alarga la temporada una vez acabado el verano. Establecimientos hoteleros abren conociendo las reservas de los muchos aficionados que acuden a Calafell.
Había ganas este año del High Rock-a-billy después de dos temporadas de ausencia debido a la situación sanitaria que ha impedido la celebración. El Ayuntamiento de Calafell ya anunció que mantendría ser sede del festival por el impacto que supone para el municipio.
Porque más allá de los días de conciertos y de terrazas llenas, son muchos los visitantes que atraídos por el certamen también descubren el municipio y sus playas y lo añaden en su lista de destinos de vacaciones.
Mercado de coleccionistas
Durante estos días comercios, locales de restauración y de ocio nocturno se implican y ambientan en un estilo que atrae a miles de visitantes. Además de los conciertos el festival ofrece un mercado de coleccionistas de vinilos y de vestuario de la época y complementos de estética rockabilly.
FOTOS. Gabriel Mestre