‘Cara Sucia’ se aleja del estigma desde Tarragona

Bruno vive en un barrio de la periferia de Tarragona que convive con las enormes chimeneas del cercano complejo petroquímico. Vino de pequeño con sus padres desde Colombia y cuando se separaron, desarrolló vitíligo, una enfermedad que despigmenta su piel negra de forma progresiva. Bruno ha ido saltando de instituto en instituto y en un acto de inconsciencia absoluta, para ganarse la confianza de sus nuevos amigos, decide grabarse agrediendo a un compañero de clase con inteligencia límite. El alcance y consecuencias del vídeo hacen que todo estalle por los aires. Este es el punto de partida del largometraje de ficción Cara Sucia, del director Ignacio Acconcia, afincado en Tarragona desde hace más de cuatro años, y de la productora tarraconense Ayhe Productions, liderada por David Aymerich.

Una historia que ha cautivado a la Academia del Cine Español, ya que el proyecto cinematográfico es uno de los seis elegidos para participar en el programa de desarrollo de proyectos de cine Rueda.

Así, la selección va acompañada de una beca de 7.000 euros -a razón de 1.000 euros durante siete meses- para poder invertir este tiempo en la escritura del guion, a la vez que trabajar de manera descentralizada desde Tarragona.

Concretamente, el programa pone en valor y potencia la producción descentralizada de las grandes capitales, favoreciendo las historias y los autores que conviven en municipios de menos de 400.000 habitantes.

«Para nosotros, es una oportunidad importante porque se trata de una beca remunerada, lo que contribuye a seguir adelante con el desarrollo del proyecto», afirma el director del largometraje.

Al respecto, David Aymerich contextualiza que «en los últimos años, en el mundo del cine, tanto para directores emergentes como para productoras de nueva creación, se han impulsado espacios liderados por festivales de cine, como el de San Sebastián, o instituciones cinematográficas, como la Academia del Cine Español o la Acadèmia del Cinema en Català, que han recibido financiación europea y estatal para organizar workshops que acontezcan como lanzaderas de proyectos».

Más concretamente, el productor tarraconense detalla que «son espacios de los que nos podemos beneficiar productores, realizadores y creadores, y a través de los cuales se seleccionan determinados proyectos para impulsar su desarrollo, mediante la aportación de recursos técnicos, humanos y económicos».

Todo ello contribuye, en sus palabras, a que «los proyectos crezcan mejor, de una manera más rápida y más solida de cara a la industria». Al hilo de ello, tanto Ignacio Acconcia como David Aymerich resaltan que el programa Rueda «es un sello de calidad, de tal manera que cuando acudamos a las instituciones, para que participen en la financiación y la producción, tengan una garantía de la calidad del proyecto».

Discapacidad e inmigración

Cara Sucia es el retrato de dos realidades narradas fuera del estigma y del prejuicio que les suele rodear: la discapacidad intelectual y el colectivo migrante. «La idea inicial surgió de mi propia experiencia trabajando con personas con discapacidad intelectual durante 10 años. Allí, tuve la oportunidad de vivir momentos vitales extraordinarios y de darme cuenta de cómo la sociedad tolera, pero no acepta, a aquellas personas con aspecto y comportamientos sociales fuera de la norma», afirma Ignacio Acconcia.

Por todo ello, el director lamenta que «cada vez tanto en España como en Catalunya, se rueda menos cine social», a lo que David Aymerich añade que «el valor añadido de Cara Sucia es hablar de una realidad con una mirada social que se está perdiendo, y que no es tan común en nuestro cine, aunque sigue siendo necesaria porque de lo contrario el cine acabe siendo solo un tipo de historias arquetipo».

Entonces, ambos coinciden en que «centrar la película en la periferia de Tarragona permitirá explorar un universo cinematográfico diferente, que es igual de interesante que cualquier otro que puedes encontrar en el resto de Catalunya». Con todo ello, ambos han encontrado «un punto de originalidad, para descentralizar las historias que contamos y hacerlo de forma orgánica y natural».

Ambos también valoran que Cara Sucia refleje dos realidades infrarepresentadas en el mundo del cine, como son la discapacidad intelectual y la inmigración. «No queremos quedarnos en el estigma, por lo que trabajaremos con entidades de la ciudad para que nos ayuden a entender la realidad que se vive en los barrios de Ponent», detalla Ignacio Acconcia.

Por su parte, el productor tarraconense asegura que «de la misma manera que el río Francolí separa la ciudad de los barrios, con el largometraje queremos poner de manifiesto que existe una brecha en la sociedad, que es invisible, en cuanto a la discapacidad intelectual y la inmigración, por lo que queremos acercarnos a ella a través de una historia humana de personas que también sienten, viven, lloran, se enamoran, odian...».

Así, todavía habrá que esperar unos años para ver Cara Sucia en la gran pantalla. «Después de escribir la primera versión del guion en los próximos meses y sobre la que trabajaremos nuevas versiones que pulan la historia de la película; el siguiente paso será buscar la financiación lo que pasa por convencer a televisiones públicas y privadas, así como instituciones como la Generalitat o el Ministerio de Cultura, o coproducciones europeas o latinoamericanas. Y a partir de ahí, empezar el rodaje ya en 2026», detalla el productor.

En cualquier caso, Cara Sucia está predestinada a arrojar luz sobre la discapacidad intelectual y la inmigración desde un encuadre tarraconense.