En una escuela donde los alumnos se sienten seguros y donde hay una convivencia basada en el respeto hay menos fracaso escolar y mejor rendimiento académico. Tiene lógica pero además, como dice Carme García, vicedecana de la Facultad de Ciencias de la Educación y Psicología de la URV. «No es una ocurrencia, tenemos evidencia científica de ello».
García Yeste es autora, junto con Rocío García Carrión, Investigadora de la Universidad de Deusto (Bilbao) y de Ikerbasque (la Fundación Vasca para la Ciencia), de la guía Aprendizaje Dialógico y Convivencia Escolar. Se trata de un encargo del Ministerio de Educación y Formación Profesional en el que recogen la experiencia de centros educativos de 14 países durante 25 años en esta materia.
Ambas investigadoras participaron en el Proyecto INCLUD-ED de la Comisión Europea, que analizaba las estrategias educativas que ayudan a superar las desigualdades y mejorar los resultados de aprendizaje. Con la guía práctica su intención es acercar todo aquel aprendizaje a los centros, docentes, alumnos y familias.
El diálogo por delante
La guía explica cómo funciona el ‘modelo dialógico’ (de diálogo). En el mismo se involucra a toda la comunidad para hacer frente a los conflictos y solucionarlos.
En este modelo hay dos puntos básicos. El primero es que los centros deben tener un proyecto de aprendizaje de calidad. No se contempla, en ningún caso, bajar el nivel de los contenidos sino de todo lo contrario; se intenta que los alumnos puedan sacar el mayor rendimiento posible.
A los alumnos se les hace saber, además, que se tienen altas expectativas sobre todos y cada uno. Que se espera que aprendan y tiren adelante.
El segundo punto es la participación de toda la comunidad. «La comunidad tiene que entrar en las aulas, sino no funciona. La convivencia es algo asumido por los niños en toda su vida, no solo en la escuela».
Cada centro tiene su forma de organizarse, explica la investigadora. La mayoría crea una comisión de convivencia en la que participan alumnos, profesores y familias. «Allí se plantean los conflictos y todo el mundo puede dar su opinión y entre todos deciden. Es un diálogo igualitario», señala. El propio centro se autoregula y resuelve los conflictos.
Con la participación de toda la comunidad (incluida cada clase, cada alumno, cada familia) se acuerda una norma con la que todo el mundo pueda estar de acuerdo.
Uno de los ejemplos que se citan en la guía es el del Institut Escola Mediterrani de Campclar. Allí la norma elegida por toda la comunidad fue conseguir un «Clima de respeto para estudiar y aprender». Se trata de una norma que se puede leer por los pasillos, en las aulas... Todo el mundo la tiene clara.
El club de los valientes
En estas escuelas hay un discurso claro de rechazo a la violencia. Una de las estrategias que se utiliza es el ‘Club de los valientes’. En el club los valientes son los que cumplen la norma e intervienen para que se cumpla. Los valientes son quienes, cuando un niño agrede a otro, se posicionan y dicen que está mal... Se dedica atención a los que hacen bien las cosas y como todos quieren ser valientes se desactiva el atractivo que puedan tener los que agreden y molestan.
A la par se discute mucho sobre amistades tóxicas y amistades transformadoras para saber identificarlas. También los profesores y las familias leen literatura científica relacionada con la convivencia.
Quitar tiempo a la disrupción
García Yeste apunta que implantar modelos de este tipo lleva tiempo, pero una vez están consolidados ya forman parte de la rutina de los centros.
Cuando le decimos que los maestros y profesores se lamentan de que tienen poco tiempo para abarcar los currículums como para dedicar tiempo a más proyectos, la investigadora explica que en una clase donde hay disrupciones se emplea igualmente mucho tiempo llamando a los alumnos al orden, escribiendo partes, enviándolos a dirección, llamando a sus padres... Y esto rompe el ritmo de aprendizaje. En cambio, en un clima propicio hay mucho más tiempo para trabajar.
En la guía pueden consultarse ejemplos de escuelas de Catalunya, Euskadi, Murcia y Andalucía. La investigadora anima a quienes están pensando en implantar un cambio de estas características para mejorar la convivencia a que se formen en la evidencia científica y «que visiten estos centros, porque lo bueno es que quieren compartir lo que hacen. Que hablen con las familias, con los niños a ver cómo funciona».
La guía Aprendizaje Dialógico y Convivencia Escolar puede descargarse gratuitamente en PDF en la web del Ministerio de Educación y FP: www.educacionyfp.gob.es