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    Edurne Portela: «Tenemos que reivindicar la memoria de las mujeres de la clase popular»

    La escritora publica ‘Maddi y las fronteras’, una historia novelada de María Josefa Sansberro, una mujer que se posicionó contra la injusticia

    22 abril 2023 15:40 | Actualizado a 22 abril 2023 17:26
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    Contrabandista y mugalari, ferviente católica y divorciada, mujer sin hijos y madre, servidora de los nazis y agente de la Resistencia. Todo esto fue María Josefa Sansberro, conocida como Maddi, nacida en Oiartzun en 1895 y que regentó un hotel muy popular en los años treinta del siglo XX a los pies del monte Larrún, en la frontera entre España y Francia. Edurne Portela aceptó el reto de llevar a cabo una investigación sobre su persona y el resultado es la biografía novelada ‘Maddi y las fronteras’, de Galaxia Gutenberg.

    ¿A quién pertenecieron los documentos de los que parte?
    Son variados. Hay documentos de los registros eclesiásticos y civiles, desde el nacimiento hasta los dos matrimonios o el divorcio, que son de acceso público. Y por otra parte, los que se albergan en el castillo de Vincennes, en Francia, que tienen que ver con la Resistencia. Es toda documentación de archivo, no hay nada personal.

    Entonces, su ejercicio literario fue inmenso.
    Sí porque tuve que estudiar toda esta documentación archivística, así como el contexto histórico y a partir de ahí imaginar toda una vida, una subjetividad, una mirada, una voz. Hay mucho ejercicio de imaginación a partir de esa evidencia histórica.

    ¿A Maddi se la puede catalogar de espía?
    Diría que no, aunque no tengo una respuesta clara porque hay muchas cosas de su vida que no sabemos. Pero sí es cierto que parte de las actividades que desarrolló para la Resistencia tenían que ver con información que adquiría de los nazis que ocuparon su hotel, por lo que en parte hacía labores de espionaje. Pero si pensamos en espías, nos imaginamos a una mujer un poco Mata Hari y Maddi no fue así, por eso mi respuesta un tanto ambigua.

    ¿Qué tipo de mujer fue?
    Creo que fue una mujer que no se conformó con los parámetros sociales que correspondían a una mujer de su clase y de su época. Ella era de orígenes humildes, pensamos que no tenía una educación superior y el destino de mujeres como ella era el trabajo en casa o el trabajo rural. Creo que se rebeló contra ese destino, que buscó formas de ser libre, de vivir en coherencia con sus deseos y que, al mismo tiempo, le tocó vivir una etapa histórica tremenda en la que se tuvo que posicionar y que se posicionó con valentía. Fue muy valiente, tenaz, tenía las cosas muy claras y luchó por lo que ella consideraba que era justo.

    ¿Visto con perspectiva, la Resistencia francesa se ha romantizado?
    Esto ocurre en todas las sociedades que viven traumas históricos tan grandes como es la ocupación nazi de Francia. Una vez que todo eso pasa intentas construir un relato en el que no destaquen la vergüenza y los comportamientos de los que no se está orgulloso como sociedad. Al contrario, que destaquen los comportamientos heroicos y valientes. En el relato de la historia siempre queremos quedar como los buenos de la película y hasta cierto punto el de la Resistencia se construye en torno a esa idea de que Francia fue colaboracionista pero también, sobre todo, fue resistente. Pero eso lo vemos también en la sociedad española del postfranquismo. Parecía que todo el mundo había sido antifranquista y en realidad, Franco se murió de viejo en la cama. Son inercias normales en las sociedades que han vivido enfrentamientos civiles muy fuertes.

    $!Edurne Portela: «Tenemos que reivindicar la memoria de las mujeres de la clase popular»

    Católica y divorciada. Parece contradictorio.
    Fue de estas mujeres que se educaron en el catolicismo, en una sociedad conservadora en lugares como podían ser los pueblos del País Vasco francés. En realidad a uno y otro lado de la muga. Es un catolicismo conservador, aunque las decisiones que ella toma en la vida la llevan a enfrentarse a lo que es el dogma de la Iglesia en ese momento, según el cual si te divorciabas había cosas que no te permitían hacer, como era comulgar. Entonces, fue una mujer que tenía su fe y sus creencias, que quería pertenecer a la Iglesia, pero que al mismo tiempo no quería pasar por ciertos peajes, como un matrimonio en el que no fue feliz. Ella se divorció y su segundo matrimonio tuvo que ser por lo civil. Entonces, vivía con un pie en cada lado, en un equilibrio muy difícil de mantener y a veces, evidentemente, no lo conseguía. A mí me pareció fascinante porque los documentos que quedan sobre su vida ya nos hablan de una mujer que vivió en ese equilibrio inestable entre el ansia de libertad y de ser ella y lo que la sociedad imponía como normas básicas de comportamiento femenino.

    Rescata el papel de las mujeres en una situación extrema.
    Aquí también hay una cuestión de clase porque hubo mujeres que tenían la educación y los recursos para dejar el testimonio de lo que hicieron en su época. De la República, por ejemplo, podemos pensar en mujeres como Victoria Kent o Clara Campoamor, pero las trabajadoras, que ni tenían tiempo ni circunstancias como para poder ejercer ese tipo de labor, de pensamiento, de escritura y demás, no dejaron un registro en la historia y aun así pudieron hacer cosas importantísimas como las que hizo Maddi. Me parece muy importante reivindicar la historia de estas mujeres, reivindicar la memoria de estas mujeres, que estuvieron ahí, que hicieron cosas, pero entre que la historia la cuentan los hombres y quepor pertenecer a cierta clase no tuvieron acceso a cierto tipo de comunicación, de actividad y de protección social, quedan olvidadas.

    Ninguna protección social...
    No. Pertenecías a la resistencia y ahí, si caía, no había una red que la pudiera salvar.

    ¿Con qué obstáculos se ha encontrado a nivel personal a la hora de escribir esta novela?
    Con la reticencia o el miedo a crear una voz de una mujer que tuvo la suya propia. Crear una subjetividad, inventar una serie de vivencias que yo imagino a partir de esos documentos, pero que yo no tengo manera de contrastar con Maddi porque no está. Ese miedo de no estar haciendo lo correcto, de convertirla en un personaje que no le haga suficiente justicia, de inventar cosas que igual a ella no le hubieran gustado... Entre el miedo y el pudor. Ese es el mayor obstáculo.

    ¿No tiene familiares vivos?
    Ninguno directo. El hijo que reconoció no tuvo descendencia. Quedan algunos de tercer o cuarto grado, pero nadie directo.

    Entonces, nadie le puede decir que lo que ha escrito no es correcto.
    Y si hubiera alguien que me dijera que la novela no concuerda con la realidad, en ese caso escucharía muy atentamente y creo que, en el fondo, me alegraría de que hubiera otra versión porque al final, yo me he inventado la mía, totalmente respetuosa a partir de los documentos y de los pocos testimonios que quedan vivos. Sería otra versión de esta mujer maravillosa con la que seguir construyendo este personaje.

    Si ella estuviera viva, ¿qué pensaría de la situación política internacional actual?
    Imagino que ella la vería con preocupación. Fue muy consciente de la época en la que estaba viviendo, de las injusticias que se estaban cometiendo con la gente más vulnerable y por eso les ayudaba en la frontera. En realidad, la vertiente más política fue a partir de la Guerra Civil, cuando ella ayudaba a los refugiados que huían de España, y ahí empezó el trabajo con personas, puesto que antes el contrabando era café de un lado y medias de seda francesas, del otro. Luego eso se complicó mucho más cuando ya trataba con personas que huían. Y si vemos esa frontera del Bidasoa hoy, cada vez que hay una noticia de un migrante que viene de África, que consigue pasar el Mediterráneo, pero se ahoga en el Bidasoa, pienso en Maddi. ¿Qué hubiera dicho de esto? Todavía es una frontera de muerte para algunas personas, aunque nosotros no la veamos como tal. Por ahí ella hubiera sentido ese horror y se hubiera posicionado contra la injusticia de hoy como lo hizo contra la de hace 80 años.

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