Pueblos rurales y arte es una combinación cada vez más habitual. Muchos municipios optan por llamar la atención del visitante con pinturas a gran formato con las paredes como lienzo, creando así una galería urbana de arte. Riba-roja, en la Ribera d’Ebre, desde 2016 organiza el Festival Internacional Riu d’Art, ‘New murals in the village’.
El certamen, que llega a la quinta edición después de una parada de dos años por culpa de la pandemia, se creó con el objetivo de realizar intervenciones artísticas en distintos espacios del pueblo, y así, embellecerlos y mejorar su estado.
El festival, año tras año, suma murales de artistas, tanto locales como nacionales e internacionales, que se apuntan a través de una convocatoria que les permite hacer una estada en un entorno rural, conocerlo, inspirarse y crear generando sinergias.
Este año, la iniciativa, impulsada por la entidad Riba Rocks, se ha vuelto a poner en marcha. Nos acercamos al evento para conocerlo de forma más próxima, ver el proceso creativo de los artistas y observar las obras de otras ediciones. Estas permanecen en las paredes y puertas de la localidad, recordando a aquellos que un día dedicaron sus diseños a Riba-roja, tanto en ediciones de este mismo evento como en otras ocasiones paralelas y en las que también han participado entidades locales.
Al llegar nos dirigimos hacia la primera actividad programada para el día, en la plaza 1 d’Octubre. Allí, la ilustradora y profesora Roser Gay ofrece un taller de dibujo sensorial, una propuesta que permite agudizar la vista y provar una nueva manera de dibujar. Consiste en tres pruebas en las que tanto adultos como niños se convierten en artistas, imponiendo el sentido del tacto por delante de la vista para librarse de prejuicios y del control para dibujar libremente.
En una jornada donde todo está relacionado con el arte, nuestra siguiente parada es la segunda planta del ayuntamiento, donde nos encontramos con una de las novedades de este año, la exposición de artistas locales llamada Aigua-Barreig, inaugurada el viernes por la tarde. Entre los creadores se encuentran Adrià Cid, Albert Bonet, Roser Gay, Sara Misselbrook y Mercè Arbonés que exponen al público obras propias de distintos estilos y disciplinas como la pintura, la cera, la escultura cerámica, la ilustración, o la fotografía, utilizando distintos materiales y técnicas.
De galería interior a exterior. Completamos la mañana con un paseo para conocer el pueblo y en qué han estado trabajando desde principio de semana los doce creadores participantes. Nuestra primera visita es la calle Triangle, donde conocemos a la canadiense Nadia Petković y al italiano Mattia Stievano.
Pacientemente, pincelada tras pincelada, mezclan blancos y azules, llenando la pared con un mundo imaginario inspirado en la naturaleza, en el cielo y el mar.
«Cuando abro las ventanas, ya no hay una triste pared gris. Ahora tendré una vista muy bonita», les dice una vecina a los artistas cuando pasa por delante del andamio donde trabajan. Sonríen agradecidos. Con estos murales, no solo muestran su arte, sino también visten la ciudad haciendo cómplices a sus habitantes, muchos de ellos, deseosos de ceder sus paredes a modo de lienzos.
El segundo mural que se incorpora este año a los ya más de 30 que forman esta exposición urbana lo han creado entre la también canadiense Kathleen Day y el gallego Francisco López Riopedre. El duo da color al Barrio Santo Domingo con otro mural a gran escala que está inspirado en las baldosas hidráulicas, populares entre principios y medianos de siglo XX en la arquitectura catalana. De la misma manera que los creadores del otro mural, López destaca la internacionalidad del proyecto y poder crear alejados de la gran ciudad.
«Es un pueblo que para ser tan pequeño es muy internacional, hay gente de muchas partes del mundo. También se agradece salir de la ciudad para respirar un poco de aire limpio», detalla, añadiendo que «hay participantes de muchos lugares que pueden llevar el nombre de Riba-roja a sus propios países o ciudades. Es una iniciativa muy buena».
Una vez las dos obras están terminadas, pasan a formar parte de la ruta del Festival, que ha concluido con la presentación de los murales y de cuatro obras nuevas. Se trata de unas pinturas digitales que se han proyectado en la plaza del Forn, y que, según explica Sara Misselbrook, artista local y miembro de Riba Rocks, indican el alcance internacional de la convocatoria. Esta incorporación se ha pensado porque «con la pandemia no se podía venir de forma presencial, pero muchos artistas igualmente enviaron sus propuestas en formato digital».