«Tras visitar la ciudad, en el Museu Nacional Arqueològic de Tarragona (MNAT) me llamó la atención, por un lado, el lampadario conocido popularmente como ‘el Negret’, por la tristeza de su rostro, y, por otro lado, un fragmento de un dedo de una estatua colosal del Templo de Augusto, lo que me hizo pensar en la distancia que, a día de hoy, todavía existe entre pobres y ricos».
Con estas palabras, el artista Fernando Sánchez Castillo explica el porqué de la acción escultórica Far Libertas que, hasta finales de este mes, se exhibe en el Portal de Sant Antoni. La iniciativa se enmarca dentro del ciclo El que queda després, del Mèdol-Centre d’Arts Contemporànies de Tarragona, y que, según palabras de su director, Vicent Fibla, «reivindica la capacidad que tiene la intervención artística para provocar debate en el espacio público».
El artista acudió a Ian Gibson para seleccionar los versos de los poemas del poeta granadino
De esta manera, la obra Far Libertas es un busto de grandes dimensiones que resulta una copia de dicha escultura de época romana, ‘el Negret’, pero siguiendo la misma escala que se usó con la estatua sedente que presidía el Templo de Augusto, en la Tarraco de hace casi dos milenios.
Entonces, «se trata de una figura que, a modo de faro simbólico, tiene un emisor de luz que proyecta versos de Federico García Lorca en código morse», detalla Fernando Sánchez Castillo. En este sentido, él mismo explica que «recurrí a Ian Gibson, el mayor experto en el poeta granadino, para seleccionar los versos de los poemas Ronda de los tres amigos y Grito hacia Roma (desde la torre del Chrysler Building), y de esta manera aludir a la analogía simbólica entre el poeta y el faro luminoso que nos guía en la oscuridad del mar; un mar que nos une y nos separa, y que a día de hoy es también una fosa común para mucha gente anónima».
De esta manera, el artista reconoce «la labor de iluminar de Far Libertas, pero no únicamente la casa de alguien poderoso como en su día hizo ‘el Negret’, sino el hogar de todos y cada uno de nosotros, como un símbolo liberador, a través del espacio público de Tarragona».
