Yoel Garza, inspector de la Policía judicial, recibe una llamada de emergencia. Han descubierto un esqueleto enterrado con un orificio de bala en el cráneo. Le faltan todos los dientes, excepto un incisivo de oro. Al instante, Yoel recuerda que un antiguo compañero del colegio, Antonio Serván, publicó una novela cuya portada era idéntica a la escena del crimen. Pero no es eso lo que más le preocupa. Junto a los huesos, han encontrado el anillo de compromiso que su novia perdió meses atrás. ¿Quién lo ha puesto ahí y por que? De esta forma macabra arranca El manipulador, de Francisco Lorenzo, un thriller psicológico publicado por Roca (Penguin Random House).
¿Qué le interesa de la psicología?
Principalmente, la psicología cognitiva y conductual. Por un lado, los temas relacionados con el funcionamiento de la memoria, la atención o la toma de decisión y, por otro, cómo el entorno afecta al comportamiento, qué motiva la conducta.
Habla de un manipulador extremo, pero a diario hay muchísimos.
En la vida diaria, por desgracia, sí. En la novela hay bastantes personajes que acaban manipulando e incluso el narrador se convierte en un manipulador. Es el centro de la novela. Cómo conseguir que otra persona haga algo a través de mentiras, de engaños y de otro tipo de conductas.
Usted es licenciado en publicidad. La publicidad manipula...
Depende de cómo se vea. Algunas veces manipula, otras solo persuade, que sería lo ético.
Lo plantea un poco como el ajedrez.
He intentado que fuesen personajes inteligentes. Se plantea como un duelo de ajedrez, efectivamente, que es un juego muy estratégico en el que tienes que ir varios pasos por delante del rival para poder ganar la partida. En ese sentido, he hecho algún símil.
¿Cuál es la fuerza de los dos personajes?
Al protagonista, Yoel, se le ve una evolución con algunos momentos clave en su vida, que le cambia la conducta, aunque desde niño se le plantea como una persona con una inteligencia superior a la media. Mientras, Antonio Serván incluso va por delante de Yoel en muchas ocasiones. Entonces, me interesaba enfrentar a dos personajes que tuvieran una inteligencia superior a la media para que los demás tampoco fuesen capaces de prever determinados actos.
¿De qué referentes parte?
La película Seven es un buen ejemplo, ya que considero que mantiene muy bien la tensión y que le da mucha importancia al final, que para mí son muy relevantes. También Sherlock Holmes, sus relatos y novelas, que va soltando pequeñas pistas para finalmente unirlas todas, que es también mi idea. O Agatha Christie, por supuesto.
El móvil es el hilo conductor de la novela puesto que la identidad del asesino se conoce desde el principio.
La mayor parte del libro, sí. Siempre moviéndonos en el terreno de la ficción, existe un móvil, un motivo por el cual el antagonista se comporta de esa manera y también es una de las cosas que acaba generando el suspense, ya que se sabe desde el principio que es un plan de venganza, aunque no se dice el motivo. Es otro tipo de suspense. Para mí, no saber quién es el asesino hasta el final es más bien misterio. Yo distingo entre misterio y suspense. Si sabes quién es el asesino antes se puede llegar a jugar de otra forma y generar otro tipo de suspense porque el lector puede saber cosas que los personajes no y ahí se puede empezar a morder un poco las uñas.
Ambos personajes deben pensar en frío.
Cuando una persona descubre que la han manipulado la reacción más natural, normalmente, es de cabreo. En este caso, no obstante, entra en juego el tema de las emociones, teniendo en cuenta que si un personaje manipula a otro y este último quiere conseguir determinados resultados debe darse cuenta de que debe actuar en frío para lograr salir de la situación.
Aborda la gestión de las emociones, que es una de las cosas más difíciles.
Sí que es una de las cosas más difíciles. Lo que está claro es que sí que se puede aprender y que se debería enseñar desde pequeños. También es cierto que por un tema de madurez a nivel cerebral no le puedes pedir a un niño que gestione sus emociones igual que a un adulto, aunque existen formas de irles enseñando determinadas cuestiones que después puedan ir aprovechando en su adolescencia, juventud y vida adulta. En cuanto a la novela, la gestión emocional juega también un papel importante e incluso se ve cómo algunos personajes están llevados al límite de lo que pueden soportar emocionalmente. Entonces, depende de cada persona, de cada situación y de cuánto se le lleve al extremo.
¿Considera que ha manipulado al lector?
Era una de mis pretensiones. Mi intención era, por una parte, que los personajes se manipulasen entre sí y, por otra, que el narrador manipulase al lector. La manipulación no es ética y no se debería hacer salvo en casos en los que existe una especie de pacto tácito entre manipulador y manipulado.
¿Por ejemplo?
Un espectáculo de magia. El público asiste para que lo manipulen, sabe que el mago lo engañará para generar asombro, es una manipulación de emociones positivas. Es una buena manipulación, parte del entretenimiento. Nos pasa también con las películas y en las novelas. Los giros inesperados se pueden considerar así, llevar al lector por un camino totalmente condicionado. Es una manipulación sana. Nos manipulan y lo disfrutamos.
¿Este tipo de novelas tiene algo que ver con los Escape rooms?
También tienen una parte de manipulación. En lo que respecta a su construcción, se puede forzar a que una persona llegue a una conclusión que al final sea incorrecta. Es decir, entran en juego cuestiones psicológicas como los reflejos cognitivos, cuando a nivel mental el cerebro ya te lleva a una respuesta inmediata aunque no necesariamente correcta. En ese sentido, se pueden construir acertijos, yo he visto unos cuantos y he construido algunos, que condicionen al jugador para que llegue a un desenlace que parece obvio aunque sea equivocado. Es una manipulación de entretenimiento para generar asombro.