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    Greta Alonso: «El mundo del arte es turbio»

    Igual que ocurre con el protagonista de su novela, ‘La dama y la muerte’, pocos saben quién es esta autora, que escribe bajo seudónimo. Su nueva obra es un thriller que acumula violencia, elitismo y oscuridad

    18 marzo 2023 14:34 | Actualizado a 18 marzo 2023 14:54
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    Nadie sabe quién es Dama, solo que pinta. De Dama solo se ha oído que emplea su mano izquierda, que ejecuta sus trabajos como acuchillando el lienzo. Salvo aquellos que las compran, nadie ha visto lo que oculta bajo el papel de estraza con el que envuelve sus pinturas. Pero cuando un popular deportista aparece brutalmente asesinado, el inspector Valtierra debe encontrar un nexo entre el crimen y el cuadro más reciente del misterioso pintor. La dama y la muerte (Editorial Planeta) es la nueva novela de Greta Alonso, que es el seudónimo de una autora e ingeniera nacida en los ochenta cerca del Cantábrico.

    Efectivamente, usted es una mujer.
    ¿Por qué lo dice?

    Por las últimas sorpresas de los seudónimos.
    Sí, soy una mujer.

    ¿Un crimen puede ser una obra de arte?
    Sí, pero no quería caer en eso. Al final, la cuestión no está en el asesinato en sí, en cómo se organiza la escena del crimen, sino en la relación que hay entre los crímenes. Eso era lo que quería resaltar.

    La primera víctima es un futbolista de elite. ¿Hasta qué punto está formado para entender según qué arte contemporáneo?
    Es curioso porque muchos de los grandes coleccionistas no tienen ninguna formación, solo tienen dinero. Y eso da un poco de rabia porque hay gente que valora mucho el arte, tiene una cultura y no tiene acceso a las obras. Entonces, estamos haciendo de la cultura un producto cuando en realidad debería ser accesible, sobre todo a las personas que son capaces de valorarla, de emocionarse. Por otra parte, hay personas que tienen auténticas obras de arte en su casa y las tienen dentro de cajas fuertes. Es decir, que ni siquiera las pueden ver. A mí me llamó mucho la atención cuando estaba investigando que hay 52.000 obras de arte perdidas en el mundo. Son muchas. Entre ellas muebles, cuadros y esculturas. Muchas de ellas están en colecciones privadas, las disfrutan un pequeño número de personas y a lo mejor ni eso. A lo mejor están ocultas porque han sido robadas o expoliadas. Y eso es una pérdida para la sociedad.

    $!Greta Alonso. Foto: cedida

    De ahí las cesiones a las exposiciones...
    En muchas ocasiones también tienen algún tipo de desgravación fiscal, hay muchos intereses económicos. El mundo del arte es un poco turbio, opaco. Cuando estaba investigando descubrí cosas que me llamaban mucho la atención. Por ejemplo, en un piso de Madrid, donde vivían dos señoras mayores que se iban a mudar, había un cuadro, y esto lo incluí en la novela, que iban a subastar con un precio de salida de 1.500 euros. Pero se corrió la voz de que podía ser un Caravaggio y la noticia llegó al Ministerio de Cultura, que paró la subasta. Lo analizaron en el Prado y, efectivamente, era un Caravaggio, por lo que se declaró Bien de Interés Cultural y no se puede sacar del país. Si alguien pujara por él, debía mantenerlo aquí y el precio de salida ya no sería de 1.500. La pregunta es, ¿si se sabía que eran un Caravaggio, era una manera de pasar a un coleccionista? Siempre queda la sospecha. Igualmente, otra de las cosas que se dicen es que muchos cuadros que se exponen en los museos son falsos.

    ¿Es rentable para un pintor utilizar un seudónimo, como hace el suyo?
    Es más rentable que en la literatura porque yo, por ejemplo, al escribir bajo seudónimo no puedo hacer gira de promoción. Un pintor es distinto porque expone y no tiene que estar dando la cara en la muestra. Se revalorizan precisamente por el misterio.

    Como en su novela, donde plantea muchas incógnitas, no solo la del asesino.
    Efectivamente. No solo queremos saber quién mató a Lucas. También quién es Dama y qué hay en los lienzos. Y casi que es el mayor misterio. Son diferentes incógnitas.

    Su pintor tira de estatus. Solo pueden ver su obra los que la compren.
    Es el colmo del elitismo. Si no pagas, no lo ves y precisamente por eso hay quien paga más. Es como un exclusivismo, diferenciarse del resto de las personas al máximo.

    ¿El mundo del arte es elitista?
    A día de hoy, aún lo es. Es cierto que la mayor parte de las personas pueden ir a una subasta, el acceso es libre, pero los precios de las obras no están al alcance de cualquiera. Se ha democratizado mucho, pero no lo suficiente.

    $!Greta Alonso: «El mundo del arte es turbio»

    ¿Quién decide qué es arte?
    El concepto de arte tiene mucho que ver, más que con la calidad, con el precio. Es decir, hoy en día hay objetos artísticos que tienen calidad, pero no son conocidos o no han tenido suficiente repercusión mediática. Y en el caso de Dama, ella se va sosteniendo a base de rumores porque nadie ha visto ninguno de sus cuadros, pero se rumorea que son de altísima calidad, lienzos que pinta con la mano izquierda. Al final, la gente no paga por la obra de arte, sino por descubrir qué hay detrás del papel. Es pagar por saber algo que nadie sabe. Realmente, no se sabe si está comprando un objeto artístico o un secreto.

    La hipocresía...
    Eso también me llama la atención, que en ocasiones pagamos la exclusividad. Ocurre mucho con los coches, por ejemplo y esto es un poco lo mismo. Tener un Dama es como un símbolo de estatus. Y dice mucho de la sociedad, en que a veces nos fijamos más en la estética de las cosas, en su apariencia, que en el alma, en la esencia.

    Las clases sociales quedan muy patentes.
    Sí. Mateo es un hombre de barrio y ahí se ve mucho la brecha social porque se ve inmerso en un mundo que se le escapa de las manos. Por otro lado, está el mundo de Bianca, el mundo de las subastas. Ella tiene muchos contactos porque en su familia hay un alto nivel social y económico y es aquí donde vemos un poco la diferencia. Pienso que no se habla mucho de la brecha de clases, pero sigue estando ahí. Hay personas que están muy bien situadas en la vida y otras que están muy desamparadas y es algo que quería remarcar. Entre un capítulo y otro hay mucho desfase. Y en ese sentido, disfruté mucho.

    ¿Cómo es el comisario Mateo?
    Es mi personaje favorito. Me gusta mucho porque he sido capaz de crear un personaje que va evolucionando con la trama, que es algo que como lectora valoro mucho. Cuando comienza la novela es un hombre muy cuadriculado. Él tiene unos conceptos de lo que es la justicia, de cómo tiene que hacer su trabajo, por lo que sigue unos protocolos de manera muy escrupulosa. Y a medida que avanza se implica emocionalmente, se obsesiona con Dama, con el crimen de Lucas y pierde totalmente el pragmatismo, de modo que al final de la novela es otro Mateo, como si tuviera una doble personalidad. Eso nos pasa a veces a las personas, no somos conscientes de lo que somos capaces, en función de las circunstancias.

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