«Giuseppe Verdi democratizó la ópera en el siglo XIX. Compuso unos himnos que el pueblo hizo suyos. El coro de los esclavos hebreos, de la ópera Nabucco, el va pensiero, se lo apropiaron los nacionalistas italianos en un momento de dominación austríaca». Pepa Hernández, dueña de estas palabras, es toda una autoridad en ópera, puesto que lleva casi tres décadas moviendo los hilos en la sombra en el Teatro Real de Madrid.
Pepa es tarraconense de adopción, aunque con un sentimiento de pertenencia mucho más fuerte que algunos que han nacido en la ciudad. Llegó con 13 años desde Barcelona y cursó octavo de EGB en las Dominiques. «Entonces no existía ni el Cèsar August», recuerda. «Es una ciudad muy acogedora y enseguida nos sentimos tarraconenses. Me hice mayor allí», dice.
Pepa Hernández tuvo el honor de iniciar su camino en la joya arquitectónica modernista de Josep Maria Jujol, el Teatre Metropol. Sin embargo, pronto se le quedó pequeño. «Fue donde descubrí mi profesión. A través de una compañía que venía a actuar desde Barcelona conocí a la regidora Violeta Segura, una de las primeras mujeres que escribieron un libro sobre la regidoría. Y pensé que yo quería hacer lo mismo que aquella mujer».
No fue dicho y hecho, pero Pepa lo consiguió y ya son 26 los años siendo la reina entre bambalinas. «Somos como un maestro de ceremonias, ayudamos al director de escena y coordinamos tanto la parte artística como la técnica. Trabajamos para que todo salga cada día como lo han pensado los directores musicales y de escena sin que sean conscientes de nuestra presencia porque el mejor regidor es el que no se nota», explica sobre una profesión que es prácticamente desconocida para la mayoría del público que ocupa la platea. «Asertividad» es el vocablo que escoge para definirla, «la herramienta que el regidor siempre tiene que tener en el bolsillo».
«Hay mucha cultura en Tarragona, mucha gente a la que le gusta la música que tiene que irse fuera»
Y en el transcurso de estos años, ¿ha habido un #MeToo? La pregunta no es inocente y Pepa así lo entiende. «Claro Glòria, seguro que has oído hablar». Por supuesto. «A nivel personal, nunca lo he sufrido y concretamente, en el Teatro Real no hubo ninguna denuncia. Plácido Domingo siempre fue un señor impecable a nivel artístico y personal».
Sin embargo, Pepa, al otro lado de la pantalla en esta conversación vía zoom, verbaliza una cosa que ambas sabemos. «Si me hubiera pasado algo en este sentido no sé qué hubiera hecho porque nosotras tenemos otra educación, antes se aguantaban muchas cosas, no había opción». Y sin nombrarlo, pensamos en el directivo deportivo obligado a dimitir muy a regañadientes. «Me gusta mucho todo lo que está pasando con las chicas del fútbol. Me parece una maravilla que hayan ganado, se hayan plantado y lo hayan puesto todo sobre la mesa. Las jóvenes están luchando para que esto cambie y se lo tenemos que agradecer», sentencia.
Pepa procura escaparse a Tarragona siempre que puede, donde tiene muchos amigos. Uno de esos viajes fue profesional, con ocasión de Rigoletto, la primera gran producción de ópera de la ciudad que se estrenó en 2021. «Hay mucha cultura en Tarragona, mucha gente a la que le gusta la música, que tiene que irse fuera», espeta. Y como muestra pone el ejemplo de Àngel Ódena quien «tiene un gran talento, no solo como cantante, sino que como promotor no tiene precio y a veces no sabe si tendrá que acabar poniendo dinero de su bolsillo».
Este año fue el turno de Tosca, de Giacomo Puccini, en la Tarraco Arena. «Encuentro que salió maravillosamente, aunque creo que no es el lugar indicado». Y aquí saca Pepa ese punto reivindicativo, esa llamada a las administraciones para que tengan un poco más en cuenta a la cultura, en todas sus formas. «No digo que se tenga que hacer una temporada entera de ópera, pero sí pequeñas cosas y este problema es generalizado en todo el Estado. Con la democracia se arreglaron los teatros y los edificios están muy bien, pero si no se dotan de presupuesto no se puede hacer nada». Un factor que va intrínsecamente asociado a la historia de España y a la democratización de este género musical, la misma con la que iniciábamos esta charla.
«Si echamos la vista atrás, hemos tenido 40 años de una dictadura que no nos ha permitido llevar a cabo un desarrollo a nivel cultural. Esto no ha ocurrido en otros países». Entonces, ¿es la ópera burguesa o se ha abierto a la población? «Es cierto que nació a partir de un grupo de intelectuales y que enseguida se la apropió la burguesía, todavía hoy es cosa de la burguesía. Pero, si bien el Teatro Real es primera división, no todo tiene que ser oro y oropel y lo cierto es que no tenemos segunda o tercera división. No obstante, se hacen cosas que están muy bien. Un ejemplo de ello es el Rigoletto, de Verdi, en el Camp de Mart».
La experiencia de Pepa da para llenar algunas páginas más, pero lo dejamos aquí. Nos emplazamos, eso sí, a continuar esta conversación en una butaca del Teatro Real.
Muy personal:
La ópera preferida.
«No tengo, aunque me viene siempre a la cabeza Peter Grimes, de Benjamin Britten. Me gusta mucho el barroco y también el siglo XX. Óperas más duras, más sociales, de problemas contemporáneos.
Tarragona.
Los veranos son Tarragona. Mi hijo nació en Madrid, pero habla catalán y a mi marido, que es de Valdepeñas, le encanta la Platja Llarga. El pasado fin de semana pillé un poquito de Santa Tecla en una escapada con unas amigas. Pero Tarragona es una ciudad que no conoce nadie.
Trayectoria.
En 26 años, Pepa ha estado tras el telón en una media de seis óperas por año. En total, unas 156.
