Lo “berlanguiano”

25 junio 2021 18:56 | Actualizado a 26 junio 2021 19:38
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En los últimos tiempos, se ha convertido en un lugar común observar la realidad española (social, política, económica entre otras) y definirla como “berlanguiana”. Quizás demasiadas veces utilizamos dicho adjetivo y poco a poco pierde su sentido y fuerza originales. O quizás, lo contrario, son demasiadas pocas veces las que nos servimos de él para definir un universo que nos es harto familiar. ¿Pero qué significa en esencia? Lo “berlanguiano” tiene algo de “quijotesco”, tiernos sueños de gente ordinaria que la crueldad y voracidad del mundo se empeñan en hacer explotar para devolvernos de nuevo a las miserias de lo real.

Lo “berlanguiano” tiene algo de “kafkiano”, héroes del día a día que por las vicisitudes económicas (la mayoría de las veces) o sociales acaban prisioneros de los engranajes de una sociedad que se muestra implacable, arrastrados hacia precipicios a los que nunca hubieran sospechado asomarse. Lo “berlanguiano” tiene algo de “azcona”, del sentido irónico ante las tragedias que nos acechan continuamente y la negritud que tiñe con su manto situaciones patéticas e inimaginables. Lo “berlanguiano” tiene algo del esperpento, como si lo que nos rodeara fuera continuamente el reflejo de un espejo que nos devuelve una imagen deformada de una comparsa de carnaval.

Lo “berlanguiano” tiene algo del culto fetichista, de la sacralización de obscenidades y rituales privados que el deseo humano acaba por sublimar. En definitiva, el imaginario español tiene algo de “berlanguiano”. Y viceversa, lo “berlanguiano” tiene algo de profundamente español.             

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