Un espíritu libre y autodidacta de la pintura

A sus 85 años, la afición de Maria Dolors Pedrola Tost (Riudecanyes, 1937) es perpetua. «Desde siempre me ha gustado pintar. Cuando iba a la escuela, mientras que el resto de niñas cosía, yo siempre buscaba alguna excusa -que había perdido el dedal o la aguja, que no tenía hilo- para que me dijesen que dibujara», confiesa.

Entonces, ilustraba cualquier cosa. «Con un papel, un lápiz y una goma era feliz», afirma. Por ello, recuerda sus primeros esbozos con mucho cariño, por lo que cuando podía intentaba dibujar, aunque no siempre fuese posible. «La maestra no siempre me dejaba, aunque yo quisiera enredarla», afirma entre risas.

Su pasión por el dibujo y la pintura le viene de herencia. «La familia por parte de padre era más artista; tenía un primo al que también le gustaba dibujar», rememora.

Así, toda la vida ha sido autodidacta. «Además de dibujar, siempre he tenido el gusanillo por la pintura, y al principio utilizaba los colores que tenía en la escuela», explica Maria Dolors Pedrola Tost. A lo largo de los años, se ha decantado por los paisajes y le gusta mezclar colores, ya que «con la técnica al óleo puedes combinar muchos tonos». Como curiosidad dice que «pinto muchos paisajes, pero no tengo pinturas de color verde, prefiero crearlos yo, así nunca tengo dos de iguales».

Al óleo

Por otro lado, se siente cómoda pintando al óleo porque «es más fácil, puesto que si te equivocas puedes rectificar, en cambio, con la acuarela no puedes equivocarte». Su obstinación por el arte no tiene límites. «A los dieciocho años me rompí las dos muñecas haciendo olivas, y aun así seguía pintando, incluso sujetando el pincel con la boca», asegura.

Maria Dolors Pedrola Tost es una más del colectivo de pintores de la Baronia d’Escornalbou, integrada por artistas de L’Argentera, Duesaigües, Riudecanyes y Vilanova d’Escornalbou. Además de acudir a talleres en Riudecanyes, hubo una época en la que aprendió junto a Agustina Sobrino y Marta Argentina en Reus.

«Aprendí mucho de ambas, pero siempre he preferido ir a mi aire», asegura esta vecina de Riudecanyes. Y por ello no siente la obligación de pintar cada día. «He estado temporadas y años sin pintar, pero nunca he perdido el interés, ya que es una manera de disfrutar, de ocupar el tiempo y de comunicarse con otras personas cuando acudes a los talleres».

En cambio, a la hora de dar por finalizada una obra, Maria Dolors Pedrola se lo piensa dos veces. «En ocasiones, teniendo el cuadro colgado, lo he cogido para pintarlo de nuevo», fruto de su espíritu perfeccionista. Por último, reconoce que prefiere salir al exterior a pintar, porque «me siento más libre».