Una invitación para sumergirse, a través de diferentes pasajes, en un mundo sugerente y onírico con la intención de acercar al espectador a una mirada íntima sobre el amor y la libertad. Este es el trasfondo del espectáculo Enclaves libres, de la compañía tarraconense Evohé.
Después de dos años de gira, en los próximos días y semanas, la producción afronta sus últimas funciones. Así, este sábado la compañía hará doblete: primero, en La Selva del Camp (Golfes de Ca Flassada, 19.30 h) y, después, en el Museu d’Art Modern de la Diputació de Tarragona (23 horas). Por último, en Altafulla, Evohé actuará el 1 de junio, a las 19 horas, en La Violeta.
El espectáculo Enclaves libres es una idea original de Ana Corredor, también responsable de la dirección artística: «El objetivo es hallar terrenos fértiles, propiamente dichos enclaves libres, es decir, espacios que acontezcan pequeños refugios en el ámbito cotidiano».
Asimismo, la indicada aspiración va más allá: «También queremos que estos espacios se puedan compartir a modo de vivero de raíces, de tal manera que contribuyan a hacer crecer otros lugares que sean temporalmente autónomos y que nos permitan buscar diferentes maneras de relacionarnos, estando rodeados de un engranaje que sea diferente al sistema de vida que nos mueve, pero que (tal vez) no nos conmueve», afirma Ana Corredor.
De este modo, Enclaves libres respira un aire delicado, fresco y poético que invita al público a transitar por un sinfín de emociones en cada una de las escenas. Las artífices de esta revuelta sentimental son ocho intérpretes: Ana Briñas, Andrea Leunda, Avril Lombardi, Juan Manuel Rivas, Montse Guinovart, Maria José Hidalgo, Núria Bota y Verónica Luzón.
Asimismo, la directora artística recuerda que «en el transcurso de creación de la pieza contamos con el asesoramiento artístico de Chris Evans, intérprete londinense y asesor de movimiento durante seis años de la compañía Hofesh Shechter».
De esta manera, la producción de danza contemporánea es un trabajo de orfebrería del movimiento. «La llamamos danza porque utilizamos el cuerpo, pero el resultado escénico se inspira en un código que no busca el virtuosismo, puesto que hemos hallado nuestro propio lenguaje a través del cuerpo y representar lo que queremos explicar en cada escena».
Un modo de ver la vida que, después de dos años de gira con el espectáculo, sigue todavía vigente: «A medida que pasa el tiempo, Enclaves libres sigue nutriéndose porque la obra cada vez está más arraigada en nuestros cuerpos y hay una mayor confianza; en definitiva, el mensaje está más encarnado en la compañía». En este sentido, Ana Corredor confirma que «desde la vivencia interna de las intérpretes, el espectáculo también ha ido creciendo porque todas ellas han adquirido cada vez más confianza».
En este sentido, la directora artística hace hincapié en que, con todos estos elementos, «el público podrá reflexionar sobre la importancia de establecer relaciones personales basándonos en otra perspectiva, que pasa por crear una red de ayuda y de solidaridad; es decir, de habitar una mirada íntima sobre el amor y la libertad en un mundo en el que todo va muy deprisa, en el que prima la inmediatez, los intereses...».
De esta manera, Enclaves libres anhela «espacios donde la belleza es, nos habita y llega a transformar nuestra realidad. Creemos que es en este transitar donde acontecen nuevas vías que nos pueden ayudar a ver el mundo desde otro prisma. Un mundo donde la composición de las partes, de cada una de ellas, es imprescindible para poder llegar a formar parte de un todo».