La crónica del Reus FC Reddis-Andratx
Molina hace el milagro (2-1)
Un gol del central le da la victoria al equipo rojinegro, que ha jugado toda la segunda mitad con el 10 jugadores ante el Andratx

Xavi Molina celebra el gol de la victoria del Reus.
Había amanecido la segunda mitad y Sandro Toscano cometió falta en una acción de apariencia estéril en el medio de la cancha. El Reus había tomado ventaja en el episodio inicial y andaba cómodo, con un talante repleto de autoridad. Esa infracción mandó a Sandro a la caseta tras recibir la segunda cartulina amarilla de forma sorprendente. El colegiado Almárcegui entendió que Toscano se había excedido. Al Reus le cambió el paisaje. Todo lo que vino a partir de entonces se relacionó con la supervivencia y la resiliencia. Tomó un protagonismo heroico Xavi Molina, el central eterno.
El Reus ha adoptado el don de saber esperar, una virtud preciada incluso en la vida. No se consume en el manicomio, ha cultivado paciencia para entender lo que le pide cada tarde. El Andratx le propuso un ejercicio extremo de comprensión y aceptó el desafío con naturalidad.
Ante un enemigo acomodado en la trinchera, el guion de la noche incluía precisión con la pelota. Hubo cambios en el once, aunque el nivel del Reus no decayó, mantuvo el aspecto. Ingresaron Ramon Folch, Pol Fernández y Torrents, éste en su primera titularidad del curso. Los tres demostraron que la segunda línea anda preparada, siente el papel primordial como la primera. Noticia extraordinaria para Marc Carrasco.
Del resto se encargó esa pose mandona del equipo, muy solvente, muy jerárquico, y eso que el rival le exigió una dosis extrema de energía. El Andratx hace de la exuberancia una forma de comportamiento, Domina los márgenes periféricos del fútbol y no permite un solo despiste. No lo concedió el Reus, que además, en la primera clara que dispuso, perforó el marco rival.
Se había consumido media hora, y Ramon Folch utilizó la escoba para rebañar una pelota en tres cuartos de cancha, luego desplegó la visera para analizar el horizonte y elegir con el criterio que siempre ha exhibido. Puso una pelota deliciosa al espacio, Casals llegaba, no estaba, ahí el secreto del éxito. El carrilero culminó con un remato cruzado a ras de césped. Delirio y ventaja.
En esa puesta en escena, se hizo indispensable la aportación de los interiores para generar un mar de dudas a la organización defensiva del Andratx, las apariciones rompedoras de Vaz, Sandro Toscano y Xavi Jaime generaban confusión y deleite. Además bailaban con el flow dañino en sus botas.
La dificultad y el éxtasis
En el ecosistema de la dificultad, el Reus expresó de nuevo un saber estar meticuloso. La expulsión de Sandro, además, vino acompañada del empate balear. Jaume Pascual fulminó a Pepo en área chica y la cosa se puso fea. Muy fea. Con el Estadi cabreado con el criterio arbitral, el juego entró en estado febril, pero la grandeza del Reus estuvo, de nuevo, en saber esperar.
Su viejo rockero conoce esos márgenes como nadie. En un saque de esquina, Xavi Molina se elevó a los cielos para convertirse en héroe. Cabeceó la pelota a lo Sergio Ramos en Lisboa, en aquel famoso minuto 94. El 2-1, en este caso, llegó cuando restaban 15 para lo conclusión, pero Molina, que nunca quiere el papel protagonista, esta vez se vio obligado a asumirlo. El golazo enloqueció al personal y otorgó autoestima para una recta final cardíaca.
El Andratx se volcó con más presencia que fútbol, le entraron las prisas cuando nunca las tuvo. Ni siquiera cuando disfrutó de la superioridad numérica y la igualada en el marcador, cambió el plan. La incertidumbre que generaba esa mínima ventaja y los balones cruzados al área de los visitantes generaron tembleque, pero el Reus resistió con espíritu indomable, guardó el resultado con inteligencia y el disfraz obrero manchado de fango. A veces, la categoría requiere este matiz, hay que entender el contexto de cada noche. En dominar distintos registros parece un experto el Reus, que suma cuatro éxitos en cinco fechas. Oro puro.