Así creció el Anillo Olímpico

Dos años de obras han servido para levantar las tres instalaciones estrella que han modificado el ‘skyline’ de Ponent

20 junio 2018 10:24 | Actualizado a 20 junio 2018 12:44
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Donde había una explanada, una piscina olímpica de 50 metros. Donde había un campo de entrenamiento de rugby y luego de fútbol –ahí se ejercitó el Nàstic–, se alza un enorme pabellón para 5.000 espectadores.

Y aquella vieja pista de atletismo en Campclar junto al polideportivo luce hoy flamante, dispuesta para acoger carreras de nivel. Son los cambios arquitectónicos y urbanísticos en el corazón de estos juegos, el Anillo mediterránea de Campclar, que ha modificado profundamente el ‘skyline’ de los barrios de Ponent y que serán, más allá de la competición, el gran legado de Tarragona 2018 a la ciudad y sus habitantes.

Las imágenes de estas páginas ilustran el proceso de construcción, a veces arduo y complejo, de las tres grandes instalaciones de esta cita olímpica: desde los cimientos hasta los últimos retoques, dejando atrás un paisaje de grúas, excavadoras, trabajadores y escombros. En algunos casos, el proceso ha durado dos años.

Las obras en la pista de atletismo comenzaban en agosto de 2016 con el desmontaje de los elementos metálicos interiores. Esta construcción, que ya ha acogido algunos torneos previos a los Juegos, implicó primero derruir las instalaciones que existían y luego edificar de nuevo. 

También desde verano de 2016 hubo operarios trabajando para levantar, cerca de allí, el Palau d’Esports, la joya de la corona de estos equipamientos, una construcción que también ha tenido que afrontar obstáculos administrativos e imprevistos que han obligado a trabajar al límite en algunos momentos para poder llegar a tiempo. 

Más tardía –y también más veloz– fue la intervención para construir la piscina olímpica, finalizada en prácticamente medio año. A finales de noviembre de 2017 comenzaron las obras del que sería el centro acuático, completando así ese núcleo de infraestructuras deportivas en Campclar.

La secuencia de fotografías da fe del intenso trabajo en poco más de seis meses: de una excavadora moviendo el terreno en un solar a la piscina llena de agua, con los carriles bien definidos, pasando por las estructuras metálicas, la cimentación y la pintura de esta instalación. 

A todo eso se añade la urbanización del Anillo, incluidos proyectos como la reforma del polideportivo o el lago artificial, ubicado allí donde se levantaba el antiguo y deprimidísimo Barrio de la Esperanza. De alguna manera, estas majestuosas obras, impulsadas en ocasiones a contrarreloj, reivindican también el barrio. 

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