Atascados en Soria (Numancia 1-0 Reus)

El Reus pierde en Los Pajaritos ante un Numancia superior comandado por Julio Álvarez. Los numantinos vencieron con el tanto de Jairo, pero Jorge tuvo el empate en los últimos minutos

19 mayo 2017 16:24 | Actualizado a 24 diciembre 2019 23:00
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iñaki delaurens
A nadie le gusta el frío. Ni siquiera a los esquimales. Pero si alguien se encuentra cómodo, a gusto y en su salsa con las temperaturas bajas, no son los habitantes polares. Son los sorianos. Lo dominan como un arte. Para jactarse del resto y alardear sus virtudes. Las del Reus son más de clima mediterráneo. En Los Pajaritos se quedó helado, víctima de un viento punzante bajo un cielo gris. En ese escenario en que ni los niños salen al patio a jugar, el Numancia desplegó su mejor versión. Sometió a los rojinegros a la derrota. 
El equipo numantino había salido a comerse al reusense y lo demostró desde el arranque. Los rojillos presumieron de sus líneas delantadas, tocando el balón con aire de pianista al compás de Julio Álvarez, todo un granuja en tres cuartos de campo. 
Los chicos de Natxo González no hallaron la tecla para encender su solfeo. Los problemas en la creación fueron una constante en el primer tramo del encuentro, abonados a balonazos sin un destino claro o a algún robo en zona peligrosa. Pero nada surgía efecto. 
También costaba frenar los ataques sorianos, achicando a córner o dónde fuera. Galarreta fue el primero en avisar con un chut desde la frontal que no halló portería. Marc Mateu le dio continuidad con una volea en el vértice zurdo pero Badia blocó de puños. Y ya se sabe, a la tercera...
En una mala salida rojinegra, el Numancia pilló desprevenida a la zaga del Reus. Los numantinos armaron su ofensiva en dos toques mortíferos que dejaron a Jairo solo ante Badia, mientras Ángel cortaba el fuera de juego. El ariete local dribló al meta barcelonés, que rozó la bola sin éxito. Jairo, con mimo, envió el cuero a la red (1-0).
Aunque en muchos casos un gol rival suele espabilar a la víctima, el Reus parecía impotente. La falta de conexión entre Tébar –apenas lleva dos semanas en el club– y Ramon Folch, junto al poco acierto del equipo, lo mantenían inofensivo. La primera llegada estuvo en una carrera por la derecha de Campins. El lateral la puso al segundo poste, donde Ángel chutó al cielo triste de Soria. 
En cualquier caso el 2-0 estaba más cerca que el empate. Ytodas las ofensivas locales tenían una figura, antagonísta de libro para los reusenses, Julio Álvarez. El enganche lo ejecutaba todo:faltas, córners y acababa jugadas. En un tiro con rosca desde el balcón de la grande, Badia acarició la pelota. Palo y córner. En otra similar, obligó la parada del arquero rojinegro. Estirada a su derecha para evitar el tanto. 
Ya sobre la media hora, el Reus empezó a tocar. Abandonó ese papel secundario y propuso. Pero en el fútbol, regalarle treinta minutos al rival es más que suficiente para condenarse a la derrota. Nada se podía hacer ya con lo sufrido. Tocaba ponerle remedio. 
Hasta el descanso, los rojinegros probaron de atrincherar a los rojillos que tampoco se achantaron. Tapaban huecos y salían con cabeza, cómodos viendo la renta en el marcador. En esta postal, el Reus tampoco sacó provecho de la táctica a balón quieto, o congelado por el frío y el viento de Los Pajaritos. Los rojinegros esperaban un aire de calor de cara al segundo acto. 
Natxo introdujo a Guzzo por Miramón tras el paso por vestuarios. Salió a morder el cuadro rojinegro, al menos los dos primeros minutos. Olmo cabeceó con timidez la bola a las manos de Aitor en el primer tiro visitante a puerta. Pero el Numancia es un equipo con personalidad. Propone con paciencia y sabe presionar para explotar los espacios y crear peligro. Así, Marc Mateu se plantó ante Badia. Cruzó demasiado el balón que lamió el poste.
Pablo Valcarce, extremo menudo que crea pesadillas a sus defensores por la banda derecha, es uno de los puntale del Numancia. Con ocho goles parece vivir en un estado de gracia permanente. Pero hasta los virtuosos son mortales. Se equivocan. Tras una jugada colectiva local, le llegó la pelota con la portería desnuda, sin oposición. Metió el interior de su bota derecha y el esférico, caprichoso, perdonó la vida al Reus.
Los del Baix Camp, más atrevidos que en el primer tiempo, no tuvieron más suerte. El marco numantino se presentaba a años luz. Los rojillos, a su placer bailaban con el balón. La mejor noticia para el Reus era que el empate estaba a un gol. Los locales se hartaron a perdonar. Primero, Julio Álvarez con una volea durísima en la media luna que Badia repelía a córner con reflejos felinos. Siguió el tiro de Jairo desde la frontal que lame el travesaño. Después, Julio volvió a intentarlo ante un inconmensurable Badia.
Con Querol y Haro en la punta, en los últimos instantes el Reus estiró el campo. En ese ir y venir propio de los desenlaces sin resolver, el Reus gozó de su opción. Jorge se perfiló en porche del área y soltó el latigazo. Aitor atajó en dos tiempos. Agarró el balón como el Numancia abrazó una victoria indiscutida. En el frío gestó su triunfo.  
A nadie le gusta el frío. Ni siquiera a los esquimales. Pero si alguien se encuentra cómodo, a gusto y en su salsa con las temperaturas bajas, no son los habitantes polares. Son los sorianos. Lo dominan como un arte. Para jactarse del resto y alardear sus virtudes. Las del Reus son más de clima mediterráneo. En Los Pajaritos se quedó helado, víctima de un viento punzante bajo un cielo gris. En ese escenario en que ni los niños salen al patio a jugar, el Numancia desplegó su mejor versión. Sometió a los rojinegros a la derrota. 

El equipo numantino había salido a comerse al reusense y lo demostró desde el arranque. Los rojillos presumieron de sus líneas delantadas, tocando el balón con aire de pianista al compás de Julio Álvarez, todo un granuja en tres cuartos de campo. 

Los chicos de Natxo González no hallaron la tecla para encender su solfeo. Los problemas en la creación fueron una constante en el primer tramo del encuentro, abonados a balonazos sin un destino claro o a algún robo en zona peligrosa. Pero nada surgía efecto. 

También costaba frenar los ataques sorianos, achicando a córner o dónde fuera. Galarreta fue el primero en avisar con un chut desde la frontal que no halló portería. Marc Mateu le dio continuidad con una volea en el vértice zurdo pero Badia blocó de puños. Y ya se sabe, a la tercera...

En una mala salida rojinegra, el Numancia pilló desprevenida a la zaga del Reus. Los numantinos armaron su ofensiva en dos toques mortíferos que dejaron a Jairo solo ante Badia, mientras Ángel cortaba el fuera de juego. El ariete local dribló al meta barcelonés, que rozó la bola sin éxito. Jairo, con mimo, envió el cuero a la red (1-0).

Aunque en muchos casos un gol rival suele espabilar a la víctima, el Reus parecía impotente. La falta de conexión entre Tébar –apenas lleva dos semanas en el club– y Ramon Folch, junto al poco acierto del equipo, lo mantenían inofensivo. La primera llegada estuvo en una carrera por la derecha de Campins. El lateral la puso al segundo poste, donde Ángel chutó al cielo triste de Soria. 

En cualquier caso el 2-0 estaba más cerca que el empate. Ytodas las ofensivas locales tenían una figura, antagonísta de libro para los reusenses, Julio Álvarez. El enganche lo ejecutaba todo:faltas, córners y acababa jugadas. En un tiro con rosca desde el balcón de la grande, Badia acarició la pelota. Palo y córner. En otra similar, obligó la parada del arquero rojinegro. Estirada a su derecha para evitar el tanto. 

Ya sobre la media hora, el Reus empezó a tocar. Abandonó ese papel secundario y propuso. Pero en el fútbol, regalarle treinta minutos al rival es más que suficiente para condenarse a la derrota. Nada se podía hacer ya con lo sufrido. Tocaba ponerle remedio. 

Hasta el descanso, los rojinegros probaron de atrincherar a los rojillos que tampoco se achantaron. Tapaban huecos y salían con cabeza, cómodos viendo la renta en el marcador. En esta postal, el Reus tampoco sacó provecho de la táctica a balón quieto, o congelado por el frío y el viento de Los Pajaritos. Los rojinegros esperaban un aire de calor de cara al segundo acto. 

Natxo introdujo a Guzzo por Miramón tras el paso por vestuarios. Salió a morder el cuadro rojinegro, al menos los dos primeros minutos. Olmo cabeceó con timidez la bola a las manos de Aitor en el primer tiro visitante a puerta. Pero el Numancia es un equipo con personalidad. Propone con paciencia y sabe presionar para explotar los espacios y crear peligro. Así, Marc Mateu se plantó ante Badia. Cruzó demasiado el balón que lamió el poste.

Pablo Valcarce, extremo menudo que crea pesadillas a sus defensores por la banda derecha, es uno de los puntale del Numancia. Con ocho goles parece vivir en un estado de gracia permanente. Pero hasta los virtuosos son mortales. Se equivocan. Tras una jugada colectiva local, le llegó la pelota con la portería desnuda, sin oposición. Metió el interior de su bota derecha y el esférico, caprichoso, perdonó la vida al Reus.

Los del Baix Camp, más atrevidos que en el primer tiempo, no tuvieron más suerte. El marco numantino se presentaba a años luz. Los rojillos, a su placer bailaban con el balón. La mejor noticia para el Reus era que el empate estaba a un gol. Los locales se hartaron a perdonar. Primero, Julio Álvarez con una volea durísima en la media luna que Badia repelía a córner con reflejos felinos. Siguió el tiro de Jairo desde la frontal que lame el travesaño. Después, Julio volvió a intentarlo ante un inconmensurable Badia.

Con Querol y Haro en la punta, en los últimos instantes el Reus estiró el campo. En ese ir y venir propio de los desenlaces sin resolver, el Reus gozó de su opción. Jorge se perfiló en porche del área y soltó el latigazo. Aitor atajó en dos tiempos. Agarró el balón como el Numancia abrazó una victoria indiscutida. En el frío gestó su triunfo.  

 

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