Barça-Reus Deportiu (5-2). 'Crudo despertar'

El Reus cae en la semifinal de la Supercopa de España ante un contundente Barcelona, mucho más efectivo en ataque. Los rojinegros se quedan a las puertas de otra final

29 septiembre 2017 18:24 | Actualizado a 30 septiembre 2017 18:59
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

El Clásico de la Supercopa encumbró a un Barcelona en plan martillo pilón, terriblemente contundente y solvente. Descubrió a un Reus maniatado en su puesta a punto física y en la rotación estratégica, con Casanovas maltrecho de la espalda y Álex entre algodones en uno de sus brazos. En todo caso no sirven las coartadas y sí tardes profesoras como la de Sant Hipòlit. Los de García se quedan a las puertas de la final esta vez, aunque hay margen y materia prima. Al Barça se le presume y se le espera siempre. Ha planificado para ganar sin piedad, con un plantel poderoso y jerárquico. Mañana dispone de la primera oportunidad.

El Reus entró mal en el partido, excesivamente despreocupado en la intendencia, tierno. Todo lo que ocurrió en la puesta en escena fue preocupante. El equipo se cargó de penalizaciones y el libreto geométrico del Barcelona sintió la plenitud. Han cambiado pocos hábitos en la nueva era azulgrana. Se mantiene el espíritu militar en esa constelación de estrellas. Cada uno de los comportamientos anda estructurado con escuadra y cartabón. Existe poco espacio para la anarquía. Ya saben, para gustos colores. Los románticos prefieren la libertad. Los prácticos, la efectividad. Y si algo fue el Barcelona en el primer tiempo fue justo eso, efectivo, cirujano. Remató tres veces entre palos. Dos con premio. La tercera, un disparo de Barroso al larguero.

Pablo Álvarez abrió la veda en un bloqueo y continuación que desnudó al Reus. Lo hizo en zona de nueve, en pleno origen del ataque. Ante Ballart, el interior argentino se ajustó a lo que en San Juan le habían aconsejado. Gancho y culminación. El Reus padecía sobre todo en los espacios interiores, le costó sujetar esos movimientos venenosos que permitían disfrutar al Barcelona. Necesitaba activarse el equipo de Garcia, acudir a la solidaridad en las ayudas. Gual castigó todavía más ese despiste colectivo con el 0-2. La acompañó en el segundo poste, con Ballart vendido.

Garcia pidió clemencia a sus chicos. O se conectaban o no había Clásico. Exigió presión en propia pista azulgrana, en cada inicio del ataque del Barça. Se desbocó el partido. Curiosamente en el desorden, el Reus agarró el aire para sobrevivir. Da la sensación que cuando el juego transita bajo la monotonía, el Reus se aburre, se siente incómodo. Si se desata la locura, hay vida. Marín, uno de los exponentes más fieles de la improvisación, ya en el segundo acto, trajo esperanza. Se había quedado descolgado y recibió de Marc Torra, tras un error en la transición del Barça. No falló el capitán.

Fue entonces cuando el Reus disfrutó de su tiempo. Sometió al Barcelona en esa ley que tan bien maneja; acoso y derribo. Sergi Fernández sujetó al Barça, que no parecía entender nada, a merced del hambre reusense. Ésta sólo lanzó signos de amenaza. Se quedó a medio camino, porque la precisión milimétrica en el remate se hallaba en el stick de Pau Bargalló. Mientras el enemigo ahogaba en la garganta, Gual le habilitó con un servicio estratosférico, por delante de su partinaje. Cuando encaró a Ballart, la acarició con suavizante. El 3-1 no traía tintes definitivos, pero mejoró al Barcelona. Ni siquiera en la estrategia, el Reus encontró la puntería. Erró Casanovas una pena máxima, ese registro que nunca suele errar, en cambio Lucas sentenció con un gol al filo de la ilegalidad.

Lo que vino después encumbró la valentía del Reus, que no cesó. Fue y fue hasta morir en la orilla. Torra y de nuevo Bargalló coronaron un marcador excesivo, pero crudo y real.

Comentarios
Multimedia Diari